Dios probablemente no existe

Lo dice la publicidad de un autobús. Y también la ciencia. No es lógico, si nos paramos a pensarlo, que exista un dios todopoderoso tan estúpido como para haber traído al mundo a Charles Darwin, el científico desagradecido y traidor que descubrió la farsa y le desmontó el chiringuito: venimos del mono, no de una costilla de Adán. En el año del bicentenario del nacimiento de Darwin, con los israelíes matando palestinos, el Vaticano opinando de bioética y ecoética, y el Real Madrid sumergido en la mayor crisis de su historia, los ateos sacan pecho. Y se gastan la pasta en una campaña publicitaria: "Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta de la vida".

(EFE)

El lema en los autobuses en Barcelona

Ni Dios se libra de la publicidad, recurso fundamental para la supervivencia de televisiones comerciales, políticos huecos y profesionales de la manipulación. La publicidad es un valor seguro, una gran inversión y una garantía de éxito. Y la televisión se ha convertido en su mejor soporte.

George Bush, otra prueba irrefutable de que Dios no existe, pidió a las cadenas de televisión estadounidenses "15 minutos de gloria", para despedirse de sus fieles. Los responsables de las cadenas se lo pensaron: un cuarto de hora de prime time en ABC, CBS, Fox o NBC cuesta una pasta y, lo que era más importante, ¿podía tener ese hombre algún mensaje relevante que ofrecer? Finalmente Bush tuvo anoche sus quince minutos de gloria.

Otro día hablaremos de si existe o no Yahvé, el dios de los que bombardean Gaza.

P.D. Dos detalles del informativo de las nueve de la noche de Cuatro que me dejaron intranquilo. Primero, ver a Iñaki Gabilondo leyendo un comunicado de su empresa "ante las noticias aparecidas en internet" sobre la venta de Digital +. Gabilondo, habitualmente tranquilo y transparente en sus monólogos iniciales, leyó el comunicado de una manera tan acelerada y fría que parecía Urdaci el día del C-C-O-O. Sólo pude comprender una frase: "no ha habido una oferta que cumpla los requisitos".

Segundo detalle chungo: en la sección de deportes, acaban la noticia sobre el accidente de Carlos Sainz en el Dakar recordando que "el piloto madrileño, curiosamente, no es del Atleti". ¿Curiosamente no es del Atleti? ¡Qué bromistas estos redactores de Cuatro! La próxima vez que quieran hacer una broma de este tipo, ya saben, de gafes y mala fortuna, podrían utilizar a Cebrián. Ya me lo estoy imaginando: "El piloto madrileño, curiosamente, no es amigo de Cebrián, el tipo que está hundiendo esta empresa". ¿Gracioso, verdad?

Un motivo para no ver la televisión.

Por qué no soy cristiano.
Autor: Bertrand Russell.
Editorial: Edhasa.

El filósofo británico cuestionó, con su habitual lucidez, la existencia de Dios. Edhasa reúne en este libro catorce ensayos y conferencias escritos entre 1899 y 1954 por el Russell pacifista, racionalista y matemático que otorgó una nueva dimensión a la lógica y el progresismo. Una obra imprescindible de la que podemos leer unos párrafos...

La religión se basa, pienso, principal y primariamente en el miedo. El miedo es el padre de la crueldad, y por tanto no es sorprendente que crueldad y religión han ido tomadas de la mano. La ciencia puede ayudarnos a superar este cobarde temor en que ha vivido la humanidad por tantas generaciones. La ciencia puede enseñarnos, y yo pienso que nuestros propios corazones pueden enseñarnos, a dejar de buscar apoyos imaginarios, a dejar de inventarnos aliados en el cielo, sino mejor a mirar a nuestros propios esfuerzos aquí en la tierra para hacer de este mundo un lugar más adecuado para vivir, en vez de la clase de lugar que las Iglesias han hecho de él durante todos estos siglos.

Pienso que todas las grandes religiones del mundo (...) son tan falsas como dañinas. Es evidente, como cuestión lógica que, ya que discrepan entre sí, no más que una de ellas puede estar en lo cierto. Con muy pocas excepciones, la religión que acepta un hombre es la de la comunidad en que vive, lo que hace obvio que la influencia del ambiente es lo que lo ha llevado a esa religión.

La mayoría de las personas cree en Dios porque se les ha enseñado desde la más temprana infancia a hacerlo, y ésta es la razón principal. Luego creo que la siguiente razón más poderosa es el deseo de seguridad, una especie de sentimiento de que hay un gran hermano que cuidará de uno. Esto juega un muy profundo papel en influir en los deseos de las personas de creer en Dios.

A mi modo de pensar hay un muy grave defecto en el carácter moral de Cristo, y es que creía en el infierno. Yo no siento que ninguna persona que realmente sea profundamente humana pueda creer en un castigo eterno. Ciertamente Cristo, tal como lo retratan los Evangelios, creía en el castigo eterno, y uno encuentra repetidamente una furia vengativa hacia aquellos que no escuchaban sus prédicas: una actitud que no es rara en los predicadores, pero que desdice algo de la excelencia superlativa.