Los palestinos del campo de refugiados de Yarmour claman contra Israel

Damasco.-  Banderas palestinas, enseñas de Hamas, de su brazo armado, las brigadas Ezzedin al Qassan, y de Hezbolá, ondearon hoy en el campo de refugiados de Yarmouk en Damasco, donde cientos de palestinos se manifestaron en contra de la invasión de Gaza.

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(EFE)

Miles de manifestantes gritan consignas anti-Israel durante una concentración en protesta por el asedio israelí en Gaza, en la plaza Arnous de Damasco, Siria. Esta protesta ha sido convocada por el partido comunista sirio.

Desde que las tropas israelíes comenzaron sus ataques a la franja de Gaza, el pasado 27 de diciembre, todos los viernes, día de descanso musulmán, los palestinos salen a la calle para reivindicar el cese de la invasión.

La entrada a Yarmouk, que se asemeja más a un barrio populoso que a un campo de refugiados, está marcada por un arco, donde un joven sentado sobre él agita en su mano un trapo blanco y dibuja con un spray la estrella de David. Luego coge una botella de plástico de Coca-Cola llena de gasolina y prende fuego a la enseña israelí.

Mientras la tela arde, la multitud grita y la música sube de volumen.

Un extranjero no llega a entender cómo un ambiente con tantos tintes festivos sirve para manifestar el dolor por los palestinos muertos en Gaza, que ya superan con creces el millar.

Los palestinos están acostumbrados al sufrimiento y sus manifestaciones de repulsa reflejan posturas heterogéneas, pero con dos puntos de total acuerdo: el fin de la invasión de Gaza y el derecho a retornar a la patria palestina.

Las calles de Yarmouk se encuentran este viernes invadidas de gente. Hay padres que llevan sobre sus hombros a sus hijos de corta edad. Los niños están ataviados con gorros de lana para protegerse del frío en los que están prendidas las banderas de Hamas.

Un niño en brazos de su padre llevaba en sus manos una pancarta, escrita en árabe y en inglés, que rezaba así:" Dejar de matar niños".

En el balcón de un tercer piso de una vivienda de Yarmouk se podía leer en una pancarta: "Estáis escribiendo la historia negra con fósforo blanco."

Los adolescentes, casi sin excepción, portan signos del movimiento de resistencia islamista y es que en Yarmouk ostenta el poder Hamas, un movimiento que muchos de los que aquí se manifiestan consideran que ha pasado de ser palestino para convertirse en un movimiento de resistencia árabe.

Son adolescentes los que pasean en sus brazos muñecos con tinta roja que representa bebés heridos; otros portan una pequeña mortaja en recuerdo de los niños que han muerto en la ocupación de Gaza.

Los jóvenes muestran las posturas más radicales hacia lo que está pasando, pero todos los palestinos, sin excepción, claman por la paz, el fin de las hostilidades y el regreso a sus casas.

En un momento de la manifestación, la española Cristina del Valle, presidenta de la Plataforma de la Mujer en contra de la violencia de género, cuyas representantes se encuentran en Damasco para apoyar a la población civil palestina en la búsqueda de la paz, se sube al camión de la megafonía y agitando una bandera palestina pide el cese de la invasión de Gaza y la paz para todos los pueblos.

Sus palabras son traducidas y los manifestante comienzan a gritar a coro con un tono desgarrado que se modula al ritmo al que Del Valle hace ondear la bandera palestina.

Cuando la música cesa, los ánimos parecen relajarse y la población adulta se acerca a contar su historia.

Ali Sayyan, que ahora es profesor de Instituto en el campo, vivió hasta los tres años en territorio palestino: "Mis padres emigraron a Siria cuando se creo el estado de Israel y nos confiscaron las dos casas que teníamos y el colegio donde mi padre era director."

Desde entonces, Ali vive en Yarmouk, donde han nacido sus cinco hijos.

Sayyan no pierde la esperanza de regresar a su tierra y recuperar sus casas: "Sueño con un estado palestino y poder vivir en él"

De ese sueño, compartido por todos los habitantes de origen palestino de Yarmour, cuelga siempre la palabra "dignidad" y es una mujer quien reivindica, con lágrimas en los ojos, este derecho: