La llegada de Calderón a la presidencia madridista no estuvo exenta de polémica, con el asunto de los votos por correo. Su mandato de dos años y medio tampoco ha sido un camino de rosas: "Cesc atraviesa la línea de mediocampo, mete un balón largo para Kaká, éste cede a Cristiano Ronaldo y... ¡GOOOOOL del Madrid!" (debe escuchar Calderón en sueños). Y ni siquiera dos títulos de Liga han logrado salvar la cabeza al ex presidente madridista tras el caso del "merengate" (una especie de 'watergate' merengue revelado por el diario 'Marca').
Calderón, hoy, en la rueda de prensa.
Efectivamente, el diario deportivo demostró cómo en la asamblea madridista del pasado 7 de diciembre se colaron algunas personas (sin derecho a voto e ¡incluso un socio del Atleti!) que votaron a favor de las cuentas y presupuestos de Calderón. La primera reacción del presidente fue escurrir el bulto y culpar a un par de colaboradores ("sólo dimiten los cobardes y los que tienen algo que ocultar", dijo entonces). El diario contraatacó con unas fotografías que demostraban la íntima relación entre los alborotadores y el presidente blanco. Jaque mate y dimisión de Calderón. Aun así, el presidente ha seguido manteniendo su inocencia: "Me voy con las manos limpias y la conciencia tranquila", ha dicho hoy ante los medios al presentar su renuncia.
Las pruebas que ha presentado 'Marca' resultan inapelables y prácticamente aniquilan la presunción de inocencia del ex presidente. Siendo de profesión abogado, ¿cómo ha podido hacer Calderón una defensa tan nefasta de sí mismo? ¿Por qué Calderón no ha proporcionado datos que sirvieran para rebatir lo que ha mostrado 'Marca'? ¿Por qué tardó cuatro días en presentar su dimisión, aferrándose desesperadamente a su cargo? ¿Por qué ha seguido culpando a otros de su destitución y no ha habido asomo de autocrítica?
Ahora el Madrid se enfrenta a una etapa difícil (la presidencia en funciones de Boluda) y a importantes decisiones (habrá elecciones en verano). Sin embargo, no podemos dejar de preguntarnos por la actitud de Calderón (¿cuánta gente, a día de hoy, pondría la mano en el fuego por su inocencia?). Con todo este escándalo, el palentino engorda uno de los fenómenos más repetidos del fútbol, al colgar su retrato en la galería infame de presidentes de equipos de fútbol que abandonaron su cargo por la puerta de atrás y con cierta pérdida de conexión con la realidad. Lo cierto es que podríamos haber intentado contactar con cualquier especialista deportivo para intentar arrojar luz sobre este asunto. Pero hemos preferido analizar el largo adiós de Calderón con un psiquiatra.
Vicente Boluda, nuevo presidente.
Benito Peral, psiquiatra (y casualmente socio madridista), reconoce el atractivo que encierra el cargo de presidente del club blanco: "En España se dice que ser presidente del Madrid es la tercera poltrona más deseada por una persona con afán de poder, después de la del Rey y la del presidente del Gobierno", afirma Peral. "Y hay mucha gente que persigue el poder para rellenar algún tipo de vacío y colmar sus pretensiones narcisistas", lo cual podría darse en el caso de Calderón, prosigue.
A esto se une el síndrome de 'Hybris', un cuadro pseudocientífico que describió David Owen, ex secretario de Exteriores británico y neuropsiquiatra, y que narra los efectos que tiene el poder sobre las personas (como él pudo atestiguar en su época como político). Según cuenta Peral, este especialista publicó 'En el poder y en la medicina', donde explica las tres fases por las que transitan algunas personas que alcanzan puestos de poder. En primer lugar, la persona tiene cierta sensación de incredulidad al haber alcanzado dicha posición, por lo que surgen ciertas dudas sobre su propia capacidad para llevar a cabo sus tareas. A continuación, dicha persona se rodea de un grupo fiel de aduladores que ensalzan su valía, por lo que las sensaciones de la persona en cuestión cambian hacia una situación de megalomanía, sintiéndose superiores y en posesión de la verdad.
En esta etapa, las personas en cuestión se aíslan y dejan de escuchar a la gente (siempre que no formen parte de su entorno más cercano de aduladores). Además, creen que otras personas quieren ocupar su puesto, por lo que ven enemigos en todas partes (¿se acuerdan del ataque de pánico que le entró a Calderón cuando volvió a aparecer en escena Florentino Pérez hace unos meses?). Por último, cuando llega la caída de estas personas, hay muchas posibilidades de que se vean presas de un estado depresivo rabioso (contrario a otros tipos más depresión más melancólicos), lo que les empuja a negar la realidad y a buscar culpables fuera de su actuación. ¿Les recuerda este caso al de Ramón Calderón? Ahí están, punto por punto, las lágrimas asomando en el rostro de Calderón en la rueda de prensa, la negación del fraude en la asamblea y las protestas "ante quienes buscaron su sustitución". ¿Y al de otros presidentes de equipos de fútbol? Benito Peral, por último, concluye afirmando que se trata de "un síndrome muy común, ya que la capacidad de transformación del poder es enorme, y hay muchos políticos que han padecido el mismo síndrome, como José María Aznar o Margaret Thatcher".
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Soitu.es se despide 22 meses después de iniciar su andadura en la Red. Con tristeza pero con mucha gratitud a todos vosotros.
Fuimos a EEUU a probar su tren. Aquí están las conclusiones. Mal, mal...
Algunos países ven esta práctica más cerca del soborno.
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