SEVILLA.- Hace apenas un par de semanas, Sevilla festejaba la reapertura, después de tres años en obras, de una de sus zonas más populares y carismáticas: la Alameda de Hércules. Punto predilecto de encuentro del 'mundillo erasmus', esta 'tierra de Oz de los universitarios' ha sido cuna, escuela, teatro —e incluso escenario de adiós— de numerosos artistas, escritores, cantantes y toreros cuya fama traspasa fronteras.
Rodeada de bares y cafés, salas de actuaciones, restaurantes, teterías, cabarets y otros tugurios menos recomendables, el encanto de la Alameda reside en esa equilibrada mezcla de ambientes callejeros, de estilos, culturas y gentes de todas las edades, combinando ese aire artístico-cultural de otras épocas, con el estilo más bohemio, alternativo y underground de los últimos tiempos. Allí tienen su morada todos aquellos que miran la vida de una forma distinta, sin etiquetas, sintiéndose felices mientras bailan al son de su propio ritmo.
Si te acercas por Sevilla, tienes que visitar la Alameda por dos poderosas razones:
Esto, que puede parecer contradictorio, no lo es en absoluto. Y es que la Alameda, así como hoy sirve de escenario a las expresiones más libres del arte moderno, de la música y de la forma de entender la vida, también ha visto nacer, 'crecer' y morir a personajes tan relevantes del folclor español como las cantantes Estrellita Castro o Pastora Pavón (más conocida como la Niña de los Peines), los toreros Rafael y Joselito el Gallo (de quien la ciudad aún recuerda el masivo adiós, por las calles de su Alameda natal), la bailaora Gabriela Ortega (madre de los Gallos), el cantaor Manuel Torre… y muchos otros pioneros en su género, ligados de una u otra forma a este rincón del arte.
Con el paso del tiempo, la Alameda de Hércules ha ido experimentando numerosos cambios en su fisonomía. Fruto de la última transformación, la Alameda presenta hoy un aire más 'urbanita', una voluntad de fusión con su entorno edificado —y es que los parques de antes nada tienen que ver con los modernos, aunque la función sea la misma—. También aquí se cumple eso de que 'nunca llueve a gusto de todos' y las variadas opiniones por las últimas reformas de un espacio público tan emblemático no se han hecho esperar.
En la nueva Alameda la losa ha sustituido al tradicional albero (rasgo de identidad de la zona, por lo que muchos 'alamederos de pro' ya se han hecho oír) y han 'aparecido' unas modernas estructuras de piedra —igual de polémicas que las actuales farolas—, con la única función de dar alguna sombra al inmenso paseo. Han proliferado los bancos (muy solicitados), en los que sentarse a leer o a contemplar a los paseantes, y han resurgido las fuentes de antaño, sólo que éstas, más 'modernas', emergen de unos agujeros practicados en el suelo, refrescando el ambiente con sus chorros y sus vapores de agua —lo que será de agradecer en pleno agosto—. El acceso restringido al tráfico y la eliminación de barreras arquitectónicas y zonas de aparcamiento en favor del peatón son algunos de los cambios más importantes de un espacio que, en los últimos años, se había convertido en un lugar difícilmente transitable (tanto para el tráfico rodado como para el ciudadano) y que presentaba en su estructura las señales de guerra de la época más oscura de la zona, de 'sexo, drogas y botellón'.
Pero, al margen de estos cambios estéticos, lo realmente importante es que este lugar sigue conservando su espíritu de espacio común, donde caben multitud de estereotipos sin estorbarse, un espacio de libertad, de reunión con los amigos, mientras saboreas una cervecita al sol en alguno de los quioscos repartidos a lo largo del paseo o quizás en alguno de los muchos garitos que rodean a la plaza, algunos ya míticos, como el Café Central o el café La Habanilla, con su decoración de principios del siglo pasado, sus curiosos carteles y otros anuncios convocando al arte, y cuyas respectivas clientelas se funden, formando piña en la calle (ya se sabe la afición que hay en Sevilla por tomarse las copas al aire libre). O el eterno Fun Club, bar de copas y sala de conciertos, que desde 1987 oferta música alternativa (hip-hop, pop, rock, funky… cualquier cosa menos pachangueo) y ofrece actuaciones en vivo de grupos noveles y donde 'se siente' la huella imborrable que dejaron aquí importantes artistas del panorama nacional e internacional: Raimundo Amador, Silvio, Mano Negra, Maga, Los Hermanos Dalton, Lagartija Nick… Actualmente, los jueves es el día en que la sala programa conciertos dedicados a un estilo de música concreto. (Los aficionados a este tipo de música y eventos pueden visitar su web).
Si Gallardón los pillara...
Decir Alameda es decir mezcla, lugar alternativo, la Sevilla más 'underground' y desconocida. Una mezcla que se hace patente en sus calles, en sus coloridas fachadas de épocas y estilos distintos, en sus gentes, de diferentes culturas y lenguas, en sus actividades (exposiciones, pasacalles, teatros, concursos…) y en la variedad de sus locales, en los que incluso el jazz se ha hecho un hueco.
Citemos por ejemplo al Café Jazz Naima, todo un clásico de esta zona, pequeño, pero de ambiente acogedor, donde puedes deleitarte escuchando a Miles Davis o incluso comprar algunos de los discos o camisetas que tienen a la venta. Además, organizan conciertos de jazz, aunque éstos se celebran en otro local, en la cercana localidad de Mairena del Aljarafe.
Y junto al Café Jazz… el recuerdo de una época dorada, la famosa Academia de Baile de 'Realito'. Pero también una tetería, un estudio de tatuajes, un restaurante italiano o un taller de artesanía de piedras. Así es la Alameda. Variopinta y para todos los gustos.
Sin duda, la Alameda es un buen lugar para relacionarse y conocer gente nueva, gente con algo que contar, ya que aquí no es extraño toparse con músicos, estudiantes de arte, teatro, fotógrafos o escritores, que tienen su 'cueva' en alguno de estos rincones. Tenía que ser aquí donde naciese el genial escritor romántico Gustavo Adolfo Bécquer (en la calle dedicada al Conde de Barajas, donde una placa recuerda hoy su casa).
No es de extrañar pues, que dos de los Conservatorios de Música de la ciudad, así como la Escuela Andaluza de Cinematografía, se ubiquen en calles cercanas, alimentándose mutuamente de una intelectualidad inquieta. Quizás, por eso, la Alameda es también el sitio escogido por muchos coleccionistas, libreros, anticuarios y artistas freelance para establecer su negocio. Aquí encontrarás toda clase de antigüedades, libros 'raros' y de segunda mano, piezas de coleccionista y muchos de los caprichos que normalmente buscarías en eBay. Lástima que ya no exista el famoso 'mercadillo de la Alameda', que tenía lugar los domingos por la mañana y donde podías hallar lo inimaginable a precio de saldo. Desapareció de aquí allá por el 2004 para ser trasladado a otro punto de la ciudad, aunque todo hay que decirlo, con el traslado perdió también su encanto. Podéis sin embargo acercaros a la vecina Calle Feria, que aún conserva el suyo de los jueves, muy del estilo del que ponían en la Alameda.
Y para hacer justicia completa a un lugar tan emblemático como éste, ahí van algunas curiosidades históricas:
Desde hace tan sólo una semana, podemos admirarlas en todo su esplendor, tocarlas y leer las inscripciones talladas en su base, ya que en esta última reforma se han eliminado las altas rejas que protegían las columnas desde 1876.
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se esta apagando poco a poco y terminara siendo un espacio desértico, y cuando llegue ese momento otra vez regresaran los vecinos +
Soitu.es se despide 22 meses después de iniciar su andadura en la Red. Con tristeza pero con mucha gratitud a todos vosotros.
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A la 'excelencia general' entre los medios grandes en lengua no inglesa.
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