"Vamos a tener que poner a las ovejas en huelga de hambre"

LANGA (ÁVILA).-  Eusebio, Justino y Florencio Castelló son tres hermanos ganaderos de Langa, un pequeño pueblo de la llanura abulense. La subida de los piensos y la desvalorización de sus productos les están poniendo las cosas muy difíciles, tanto que tienen que echar mano de su bolsillo para evitar llevar sus 530 ovejas al matadero.

A.M

Los Castelló con sus ovejas.

"La crisis ganadera viene arrastrándose desde hace años, pero ahora, con la crisis económica, se ha acentuado mucho más", afirma Eusebio, de 53 años y el más joven de los hermanos Castelló.

Uno de los principales problemas a los que se enfrentan estos ganaderos es la subida de los costes de producción, sobre todo del pienso, a pesar de que el precio del cereal ha bajado. "Una oveja se come al día tres euros de pienso y apenas te da dos litros de leche", explica Eusebio. Teniendo en cuenta que el litro de leche se cobra a menos de un euro, ya no salen las cuentas. "Con la subida de los piensos, tendríamos que estar cobrando la leche a 400 pesetas el litro (2,40 euros), sin embargo, nos la están pagando a lo de hace 15 años, a 130 pesetas (0,78 céntimos)", explica Justino, quien no puede evitar hacer la equivalencia de las cuentas en pesetas.

Con este negocio familiar, heredado de padres a hijos, Eusebio, Justino y Florencio obtienen al día unos 350 litros de leche trabajando desde las seis de la mañana hasta las nueve de la noche, de lunes a domingo. "No todas las ovejas dan leche, sólo ordeñamos unas 200, ya que muchas de ellas se dejan para la reproducción y otras ya son viejas, pero eso sí, a todas hay que alimentarlas", relatan.

Una de las pocas garantías con las que cuentan los hermanos Castelló es la de pertenecer desde hace años a la Asociación Ovina de Arévalo que reúne a casi 200 ganaderos y vela por sus intereses. "Al formar parte de este grupo estamos seguros de que al menos nos van a recoger la leche. Estamos un poco más amparados, ya que las queserías no pueden prescindir de recoger los 30.000 litros diarios de leche que produce el grupo. Eso sí, el que está fuera de la sociedad corre el peligro de sufrir aún más las consecuencias de esta crisis", explica Eusebio, el único de los hermanos que está casado y tiene dos hijos adolescentes. En este pueblo de unos 650 habitantes, muy cercano a Arévalo, tres ganaderías se han visto obligadas a cerrar en los últimos meses: "dos de nuestros vecinos han vendido todas sus ovejas y otro ha tenido que sacrificarlas", lamenta Justino.

Una "ruina" de negocio

"Este negocio es una ruina", afirman. Y es que, no sólo se saca poco con la leche, la venta de corderos también se ha resentido estas fiestas. Los hermanos Castelló vendieron los corderos en Nochebuena a 54 euros (el resto del año los cobran a menos de 30 euros), aunque después el carnicero los puede llegar a vender a más de 100 euros la pieza. "¿Dónde se va la diferencia?", se pregunta Eusebio, quien aclara que el cordero lo recoge el corredor de la ganadería, va directo al matadero y de ahí a la carnicería. Con todo, el precio de la lana tampoco da dinero. Según estos ganaderos, a la hora de esquilar las ovejas, "cada animal te cuesta 1,50 euros, mientras que el kilo de lana te lo compran por 0,24 euros", y, según Justino, una oveja muy tupida te da como mucho dos kilos de lana. "Pagamos por todos los lados, y no sacamos ya nada por ninguno de ellos", se queja Florencio, el mayor de los hermanos.

El futuro tampoco está muy claro. "Si no cambian las cosas, en cuatro o cinco años nos vamos a ver muy mal. En 2008, en España desaparecieron 500.000 ovejas. Hasta el momento, el que ha tenido sus reservas ha podido seguir (nosotros mismos hemos tenido que arrimar este año el bolsillo), pero a partir de ahora va a ser peor, vamos a tener que poner a las ovejas en huelga de hambre", bromea con amargura Justino. A todo esto se suman los cada vez más exigentes requisitos que impone el Ministerio de Medio Ambiente para renovar la licencia ecológica. "Te vuelven loco y encima te amenazan con quitarte las subvenciones, que es con lo que realmente puedes ir tirando", protesta Eusebio, "tanto apretar las tuercas que al final van a hacer que dejemos la ganadería".

La leche de vaca española también en crisis

Las cosas no están mejor en la ganadería vacuna. Jesús Jiménez tiene 43 años y se dedica desde los 14 a este negocio. De sus 120 vacas, 60 de ellas son para el ordeño y le dan una media de 35 a 40 litros al día cada una, que después vende a Pascual. Jesús se encuentra con el mismo problema que su cuñado Eusebio: los piensos siguen igual de caros y el precio de la leche se resiente.

A.M.

Roberto, hijo de Jesús, nos enseña la vaquería.

"Problemas y altibajos los ha habido siempre, pero desde hace unos ocho meses la situación ha empeorado. Desde marzo del año pasado la leche de vaca comenzó a bajar y hoy acumulamos una reducción de 15 céntimos el litro, mientras que al consumidor se le sigue manteniendo el precio de venta alto", explica este ganadero, casado y con dos hijos de ocho y doce años. Echando cuentas, Jesús está dejando de cobrar más de 300 euros al día sólo con la reducción de los 15 céntimos por litro que le ha hecho Pascual, mientras que sus costes de producción siguen subiendo. "Si no bajan los precios del pienso, no habrá margen de beneficio y muchas explotaciones se verán obligadas a cerrar", lamenta este abulense.

Jesús sabe que la crisis económica también está provocando que el consumo de leche, yogures y quesos se resienta, y comprende que la gente busque lo más barato para llegar a fin de mes. Aquí surge otro problema: "Ahora más que nunca el consumidor compra marcas blancas de las grandes superficies, se fija en el precio (no en la calidad), y adquiere leche de fuera, sobre todo de Francia. Esto empeora más el problema de los ganaderos". Y lo que es aún más lamentable para Jesús es que haya industrias que dejen de pasar a recoger la leche de las vaquerías, porque simplemente no les interesa y consiguen la leche más barata de fuera. "Langa es un pueblo llano, y de momento Pascual sigue viniendo cada día a recoger mi producto. El mayor problema lo tienen los ganaderos de las montañas, que ven cómo su leche se estropea porque no tienen a nadie que se la recoja", comenta.

Para este ganadero las consecuencias de la crisis son claras: "las pequeñas explotaciones empiezan a cerrar, las grandes que tienen obreros comienzan a despedir gente, y las medianas como nosotros intentamos aguantar". Jesús no ve una fácil solución a esta crisis y lamenta que "el Gobierno esté dejando que esta situación se regule por su propio peso, lo que va a provocar que mucha gente se arruine". Tristemente, "aunque quisiéramos cerrar y dedicarnos a otra cosa, no podríamos porque no tenemos otra opción de trabajo. Ahora, con la crisis, todos los sectores están mal", concluye.

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