Externaliza, que algo queda

En el momento de escribir este post la huelga de El País sigue en pie: el periódico no saldrá ni el sábado, ni el domingo. Poco importa que a última hora se alcance un acuerdo y se desconvoque la huelga: la semilla está sembrada. Todo comenzó hace días, cuando la dirección de PRISA anunció que pretendía externalizar el departamento de publicidad de El País. Es decir, que invitaba a los 57 currantes de esa sección a dejar la empresa madre y pasar a formar parte de una filial. Los trabajadores de El País dijeron que no: sospechaban que los cambios no terminarían ahí. Y convocaron la huelga. La empresa les contestó publicando una página en el propio diario donde explicaba su versión, y filtraba los sueldos de los trabajadores. Éstos se cabrearon mucho. Cebrián aseguró que el periódico saldría "por sus cojones". Es decir, con la ayuda de sus hombres de confianza.

Superchango (Flickr)

'El País' hoy se echa a la huelga.

Los grandes empresarios de la comunicación llevan tiempo curándose en salud, advirtiendo a sus trabajadores de la llegada de las vacas flacas. Lo hacen o bien desde sus despachos con maderas nobles y televisiones de plasma, o bien desde sus mansiones en la Moraleja. Lo hacen después de haber invertido los beneficios obtenidos durante las vacas gordas en proyectos de expansión, siempre faraónicos pero no siempre geniales. Y en esas llegó la crisis publicitaria, causa de todas sus desgracias.

No escuchará jamás a uno de estos empresarios reconociendo el fracaso de sus gestiones megalómanas. El caso es que tienen su corazoncito, y para no tener que poner a gente de patitas en la calle proponen prejubilaciones o, aún mejor, externalizar servicios. Lo hacen los hospitales públicos, así que no puede ser tan malo.

Y algo de razón tienen. Los grandes medios de comunicación tienen cada día más fácil externalizar sus servicios. Algún mal pensado diría que llevan años haciéndolo. En un futuro, y de seguir así las cosas, la sección nacional de El País bien podría pasar a manos de Rubalcaba, que desde Interior enviaría las páginas ya cerradas. Lo mismo les digo de Público, que encontraría en Moncloa toda una redacción a su entera disposición.

El Mundo tampoco tendría problemas para liberarse del exceso de plantilla, puesto que podría solicitar los artículos y reportajes directamente a Bono o a Esperanza Aguirre. Del resto se encargarían los grandes bancos y las empresas de publicidad. Los consumidores de información apenas notaríamos los cambios, y las empresas aliviarían notablemente sus gastos de personal.