El jamón oculto

Este fin de semana he estado con un amigo que es responsable de pagos en una empresa pública. Le llamaré 'Macario', aunque no es su nombre verdadero, para respetar su privacidad. Pues bien, Macario me cuenta que le ha llegado al trabajo un jamón, regalo navideño de una empresa a la que habitualmente tiene que hacer los pagos. Macario no quiere el jamón. Dice que no necesita agasajos para incentivar su trabajo, que si quiere un jamón se lo compra con su nómina, y que por supuesto jamás tendrá ninguna preferencia por esa empresa. Se niega a aceptar la pata de guarro, pese al aluvión de jotas que exhibe en la etiqueta. Su jefe, ante la posibilidad de que se produzcan altercados con el resto de empleados (un motín), le ordena que se lo quede. Que lo cargue en el coche y se lo lleve a casa. Nuestro hombre se niega en redondo. El pernil se pudre en recepción.

Melchor Miralles.

En estos tiempos de magos de las finanzas y banqueros mendigantes, de prevaricaciones y cohechos, no es fácil encontrar a un hombre como Macario. Honrado. ¿Increíble verdad? Pues yo tengo todas sus espeluznantes declaraciones grabadas. Y es que mi teléfono no sólo es un teléfono: tiene cámara de fotos, brújula, despertador, PDA, sacapuntas, reloj solar, agenda, calendario zaragozano y… ¡cámara de vídeo! Mientras engullíamos unos chuletones, y el bueno de Macario desnudaba su sólida moral ante los comensales, grabé todo su discurso con cámara oculta.

¡Una exclusiva descomunal! En el país de Carlos Fabra y Julián Muñoz tenía en mis manos un documento sorprendente, de una emotividad grandiosa, de una integridad naif. Un hombre honrado... ¡quién iba a decirnos que aún sobrevivía un ejemplar!

Entenderán por lo tanto mi disgusto cuando, sólo unas horas después de obtener tan fascinante material, escuché a Melchor Miralles anunciar con lágrimas en los ojos que el Tribunal Supremo había fallado contra el uso de la cámara oculta. ¡Maldición! ¡Cuando por fin llamaban a mi puerta la fama, el dinero y el reconocimiento! ¡Ahora que podría dejar este blog de televisión y convertirme en todo un periodista de investigación!

El Tribunal Supremo da la puntilla a los programas de cámara oculta argumentando que el interés informativo no justifica el método. ¿Cómo? ¡Pero si este método es uno de los menos perversos, tramposos y amarillos que puede utilizar un periodista! "Se trata de una intromisión ilegitima en la esfera de la intimidad", insiste la justicia. ¡De ninguna manera!, digo yo. Se trata de un recurso de pícaros, tunantes y bribones. De periodistas de raza.

Melchor Miralles, máximo representante de esta técnica de televisión circense, hizo una apasionada defensa del invento desde su televisión digital de juguete. Normal. Miralles, un profesional más interesante por lo que calla que por lo que cuenta, ve cómo se cierra la puerta de un periodismo contorsionista que le ha dado muchas alegrías. ¿Televisión en el filo de la ley? ¿Periodismo al borde de la moral? Jamás. La cámara oculta es la máxima expresión del reporterismo, y quienes la utilizamos somos la élite de la profesión. Por tanto la Justicia, la ética, o cualquier tipo de deontología profesional, no deberían interponerse en nuestro trabajo, fundamental para la sociedad, para la libertad. Y para un servidor, que ya tiene incluso el título de la última obra maestra del género: el jamón oculto.

Un motivo para no ver la televisión

The Nerves.

Cd: One Way Ticket.

Alive Records.

The Nerves son, eran, nada más y nada menos que Paul Collins, Peter Case y Jack Lee. Tres grandes talentos pop unidos en una banda formidable que, lamentablemente, tuvo actividad durante muy poco tiempo. En los años 1976 y 77 realizaron unas sesiones en California, donde grabaron seis canciones que forman parte de la historia más brillante del power pop. Un sencillo y un EP. Muy difíciles de conseguir, esos discos son un caro y exclusivo material de colección. Las canciones ya no: están incluidas en el cd que hoy nos ocupa, junto con 14 temas extras (maquetas, directos...). Una de estas canciones es 'Hanging on the Telephone', el clásico de Jack Lee que hicieron popular los Blondie de Debbie Harry. Y que el propio Lee nos enseña a tocar en este vídeo...

Por si fuera poco, de regalo, a este 'One Way Ticket' le han añadido otro rescate sonoro, un artesanal cd en directo de The Plimsouls (la banda de Peter Case) en 1985. Ésta fue su primera gran canción...