Con las cremalleras al aire

¿Alguien se acuerda aún de la polémica aquella sobre Penélope Cruz y su vestido para la ceremonia de entrega de los Oscars? Sí, aquella que aseguraba que la actriz había prescindido de su vestido original de Dior porque se le veía demasiado la cremallera, o porque no podía subírsela, o porque se rompió... En España, nuestros versados comentaristas que saben prácticamente de todo iniciaron un importantísimo debate nacional sobre si los vestidos de alta costura llevaban cremallera o no, sin llegar a concluir nada en concreto. En el caso de que éste hubiera sido el motivo para desechar el traje de Pe, hoy sería más bien lo que la motivaría a escogerlo ya que, al más puro estilo revival punk, se vuelve a llevar bien expuesta.

Imagen de Alexander Wang

Palabra de Posh: las cremalleras se están volviendo más visibles aún que en la época punk, y además han alcanzado un mundo antes desconocido para ellas, el de la alta costura. Si antes se creaban todo tipo de subterfugios para ocultarlas (bajo una tira más de tela, superponiendo botones o, directamente, prescindiendo de ella), ahora se muestran orgullosamente. Inventadas a mediados del siglo XIX para facilitar los cierres en el mundo textil, viven esta temporada una etapa de lo más glorioso, ¡y lo que les queda!

Decimos que palabra de Posh porque Victoria Beckham se ha convertido en la abanderada de esta tendencia, empezando a mostrar sus cremalleras traseras casi como un nuevo signo de identidad propio. Aquí la vuelve a enseñar, revocando totalmente esa teoría que asegura que en la haute couture no existen las cremalleras. A su línea de vestidos lanzada con Roland Mouret, también ha trasladado este cierre trasero, algo que ya había hecho con sus celebrados pitillos de su marca dVb.

En la pasarela y sobre el cuerpo de las famosas más influyentes del momento, las cremalleras hacen acto de presencia y para quedarse. Otro de los creadores preferidos por las celebrities en estos meses, Hervé Leger, también hace alarde del cierre con cremallera con piezas tan vistas como su conocidísimo vestido venda, presente en más posados y estrenos que la propia alfombra roja.

Una vez más, las marcas de la calle han puesto sus ojos en esta tendencia, muy fácil de seguir y muy económica, ya que sale mucho más rentable realizar cremalleras que botones forrados, por ejemplo. Por no hablar de la comodidad: no se cae y no hay que poner más piezas de repuesto. En Primark y French Connection ya están presentes en tops, vestidos y faldas. En Top Shop, también se pueden ver grandes cremalleras como parte de la decoración de prendas como túnicas o mini faldas, entre otras muchas. En la segunda línea de Alexander McQueen, McQ, tienen este precioso top rojo con la cremallera en negro, todo un homenaje al punk en versión glamour.

La muy económica marca Vero Moda tiene una falda 100% Beckham con la cremallera detrás, mientras que en H&M también están muy presentes en piezas de invierno e incluso de la próxima temporada primavera-verano. La marca de camisetas de algodón preferida de todo Hollywood, LnA, se ha hecho muy popular también gracias a sus celebrados leggings con cremallera, que nos remiten directamente a un estilo que ya lleva un par de añitos dando guerra. La versión más barata y extremada está en American Apparel, donde la cremallera recorre todo el legging de arriba abajo.

Pero no todas las cremalleras del mundo son maravillosas por muy expuestas que estén. Por ejemplo, el verano pasado descubrimos con horror cómo Louboutin lanzaba estas innombrables sandalias copiosamente decoradas… con cremalleras. En algunas zapaterías de tipo poligonero aún se vio alguna pieza parecida en su versión plástico. Sin palabras. Recientemente, la etérea actriz Kate Bosworth sorprendía con un vestido de 3.1 Philip Lim con unos enormes volantes cremalleriles en el frontal, supuestamente provenientes de piezas recicladas. Será un vestido muy sostenible, pero ante todo destaca por su fealdad. Y es que, por muy visibles que estén, las cremalleras tienen sentido cuando cierran algo, no como objeto decorativo en sí mismo.