El 'revival' de la amenaza del ántrax: ¿realidad o ficción?

La recepción hoy de una decena de sobres llenos de harina en las embajadas estadounidenses de diferentes países ha reavivado la alarma ante ataques terroristas con cartas cargadas de ántrax. Madrid, Berlín, Bucarest, Bruselas... han sido muy variadas las capitales europeas que han recibido los falsos ataques, lo que devuelve al primer plano el temor a esta amenaza, un temor que, si bien viene de lejos, se reavivó tras los atentados del 11-S y la muerte de cinco personas por un ataque con esta sustancia.

(EFE)

Alarma en la embajada de Madrid.

Precisamente, hace tan sólo un cuatro meses, tras casi siete años y mucho dinero invertido en la investigación, se dio a conocer el resultado oficial de las pesquisas: el culpable del llamado "Caso Amerithrax" resultó ser Bruce Ivins, reputado científico que se suicidó al conocer que iba a ser juzgado por el caso, que se produjo días después de los atentados de Nueva York, en septiembre de 2001. Los investigadores dijeron que el móvil del biólogo pudo haber sido conseguir financiación adicional para una vacuna contra el ántrax. Del mismo modo, los investigadores aseguraron estar "convencidos de que Ivins fue el único responsable de los ataques".

La consternación y el nerviosismo que generó este caso se tradujo en un enorme aumento de la inversión en defensa ante posibles ataques biológicos de terroristas: en 1996 y 1997, el gasto fue de unos 150 millones de dólares por año; en 2001, de 414 millones, y en 2005, de 7,5 billones, según los datos que recoge Milton Leitenberg.

Además, junto al incremento en el gasto de defensa se produjo otro fenómeno: el aumento de "envíos engaño", envíos postales con mensajes falsos indicando que contenían agentes biológicos. Sin embargo, esta moda no nació en ese momento, sino que ya gozaba de cierta tradición. Según asegura René Pita en un artículo reciente los primeros casos de "envíos engaño" surgen en 1997. De este modo, puede hablarse de dos grandes etapas en el envío de estas amenazas falsas: una, hacia el inicio de la segunda mitad de la década de los noventa, y, dos, tras los atentados del 11-S y el "Caso Amerithrax".

¿A qué se debió este auge de los años noventa? El propio Pita lo explica en el mismo artículo. Y es que "en la segunda mitad de los años noventa se produjo un aumento en la preocupación de que grupos terroristas utilizasen armas biológicas por una serie de hechos: la caída de la Unión Soviética y la posibilidad de que los agentes biológicos producidos en su ambicioso programa de armas biológicas cayesen en manos de grupos terroristas; el reconocimiento de las autoridades iraquíes a la UNSCOM, en 1995, de que habían producido armas biológicas, así como la preocupación de los inspectores por el paradero de esas armas, y la información que empezó a hacerse pública sobre el programa de armas biológicas de 'Aum Shinrikyo' [la secta japonesa que atentó con gas sarin en el metro de Tokyo]".

La psicosis de la segunda mitad de los noventa estuvo alimentada, en buena parte, por una aparición televisiva del secretario de Defensa estadounidense, William Cohen, quien mostró una bolsa de azúcar y aseguró que, si contuviera esporas de ántrax y se dispersase en Washington, la mitad de la población moriría. Esta intervención fue desafortunada en dos aspectos: primero, porque sembró el pánico en la población, y, segundo, porque inspiró a los miembros de Al Qaeda. Efectivamente, el propio Al Zawahiri, número dos de la banda terrorista, reconoció que esas palabras de Cohen fueron las que atrajeron su atención hacia el asunto, y también reconoció la necesidad de explotar los temores que causan las armas biológicas como el ántrax.

En cuanto al uso que ha hecho Al Qaeda del ántrax, la verdad es que, hasta el momento, los grupos terroristas no han sido capaces de desarrollar grandes ataques con esta sustancia. Y es que la consecución de una cepa patógena del agente, la producción a gran escala, el almacenamiento, la diseminación de las esporas, la posesión de instalaciones adecuadas, los conocimientos científicos, la necesidad de una gran cantidad de fondos económicos... son grandes obstáculos. Del mismo modo, el hecho de que muchos grupos actúen a través de células locales autónomas, dispersas, dificulta el establecimiento de equipos multidisciplinares de trabajo.

De este modo, existen diversas informaciones sobre los intentos de Al Qaeda de hacerse con los servicios de científicos, algunos de los cuales fueron detenidos en su día, pero no se ha desmontado ninguna célula con planes de atacar a corto plazo. A pesar de las serias dificultades que existen para que se produzca un ataque a gran escala, lo cierto es que nunca llegó a certificarse que Irak se deshiciera unilateralmente de todas las armas biológicas, según aseguró un informe del 'Iraq Survey Group', por lo que la amenaza y el miedo nunca han llegado a evaporarse.