Fue el Follonero

Será la televisión, que nos vuelve pasivos y desganados. Nosotros la vemos demasiado. El Ahmed y yo no pegamos un palo al agua desde que hicimos la obrilla en la montaña, hace ya días, y nos pasamos el rato con la tele. Si estaremos enviciados, que el domingo salí a dar un paseo hasta el bar del Julián, a ver si el Vladi me invitaba a una cocacola (me invitó), y en cuanto vuelvo a casa me encuentro al Ahmed descojonándose y gritando "Viva La Sexta" porque, según él, el Follonero le había tirado un zapato a Bush. El Ahmed es muy de cultura visual, o sea, que no escucha lo que dicen por la tele, sólo mira.

SUHAIB SALEM (REUTERS)

Ya luego, con el telediario, comprobamos que no había sido el Follonero, sino un periodista iraquí que se le parecía un huevo. Pero la primera reacción es la que cuenta, y ya hemos visto tantas movidas de estas que uno piensa que es normal.

Y ese es el problema. Todo nos parece normal. Vemos la bronca de Grecia y nos quedamos tan tranquilos. Luego sale un experto en algo y dice que eso de Grecia no llegará a ninguna parte, y nos quedamos aún más tranquilos. Como con la guerra del Congo y los niños esclavos, o las hambrunas, o Afganistán: un poco de mal cuerpo, pero, en el fondo, tranquilísimos. O, sin ir más lejos, con el puto paro. Y conste que más o menos entiendo lo de la recesión, los excedentes y el mercado de trabajo. Lo que me molesta un poco es que siempre vayamos al paro los mismos. El caso es que no hacemos nada. Al menos yo. Y no conozco a nadie que haga nada. No me refiero a echar una mano, que para eso sí hay gente, sino a cambiar las cosas.

Conste que no me espanta hablar de revolución. En mi país, hacer la revolución significaba llegar a estar como ahora mismo en España, o sea, simplemente pobre y parado, sin puteos suplementarios. Se lo decía el otro día al Julián: "Pues hagamos una revolución". Y el tío me contesta: "Vale, y después de la revolución, ¿qué hacemos?". Le miré de mala leche y me callé, porque el puñetero tenía razón. Estamos pillados.

Será la televisión, o internet, o el cambio climático, pero estamos como agilipollados. ¿A alguien se le ocurre algo?