El derribo del chiringuito de la playa de Ajo se aplaza diez días

Ajo.-  El derribo del bar-restaurante que Domingo Herrero, "Mingo", regenta en la playa de Ajo (Bareyo), que ordena una sentencia firme, ha quedado aplazado por diez días hasta que el propietario del establecimiento y sus familiares puedan trasladar sus enseres y encontrar un nuevo lugar donde alojarse.

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La decisión de esta moratoria la han adoptado esta mañana las autoridades municipales de Bareyo, después de que más de un centenar de clientes, amigos y vecinos de "Mingo" se concentraran en el chiringuito para evitar su derribo.

La hija de Domingo Herrero, Visitación, resumía el parecer de toda la familia: piensan "luchar" aunque, para ellos, con este aplazamiento "las cosas se pueden hacer de forma más tranquila". En la casa lo tienen claro: el origen de toda esta disputa está en la envidia.

Durante la mañana se sucedieron en el bar-restaurante los gritos y consignas en favor de "Mingo" y en contra de los denunciantes y de los responsables del Ayuntamiento de Bareyo, encargado de ejecutar la sentencia.

La noticia de que hoy era el día señalado para el derribo del local de "Mingo" se había propagado ya no sólo en la zona, sino también entre gran parte de la clientela del local, residente en el País Vasco y habitual del chiringuito los fines de semana y en verano.

"A mí me lo contó el propio 'Mingo', pero se ha corrido la voz y hay gente que se ha enterado por mensajes de texto", explica Eneko, un joven bilbaíno de 25 años, que, según cuenta, lleva "muchos años" practicando surf en la playa de Cuberris, un lugar en donde "no hay servicios", aparte del local de "Mingo".

Tanto él como su amigo Alain creen este caso es "una injusticia". "Este hombre lleva mucho tiempo aquí. Le quitan el negocio y su vida", subrayan estos jóvenes que, junto a otros surfistas, han desplegado sobre la fachada del establecimiento una pancarta en la que se lee: "Del chiringo de Mingo no nos moverán. A tirar chalés a Marbella".

En numerosas esquinas del local podían encontrarse recortes de prensa y manifiestos de apoyo a "Mingo" y su familia. "Nos uniremos todos en el bar, el día 24, para evitar el derribo. La pala excavadora no podrá con nosotros", se señala en alguno de escritos.

Ese idea la compartían todos los vecinos y amigos que hoy se han reunido en el bar-restaurante para respaldarle. María Jesús Herrero, hermana de "Mingo", destacaba esta mañana el "desgaste psicológico" que ha tenido que afrontar el propietario del local, de 69 años, "durante mucho tiempo".

Josefina, sobrina de "Mingo", se mostraba rotunda: "Que miren por el pueblo todo lo que hay a ver si es legal".

Tras la llegada de la Guardia Civil para hacer efectivo el fallo, el propietario del establecimiento, que acusó el nerviosismo de las últimas semanas, tuvo que ser atendido por un médico y trasladado en ambulancia al Hospital de Laredo.

Finalmente la pala que se desplazó hasta la playa de Cuberris para ejecutar el derribo abandonó el lugar, con el compromiso de la Alcaldía de esperar diez días para ejecutar la sentencia del Juzgado de lo Contencioso Administrativo número 3 de Santander -confirmada posteriormente por el Tribunal Superior de Justicia de Cantabria (TSJC)- que anuló la licencia de obras del bar-restaurante.

El alcalde de Bareyo, José de la Hoz (PRC), acudió al lugar y, aunque en un principio se quedó en el aparcamiento, a unos centenares de metros del establecimiento y de sus vecinos, al final subió hasta el bar, donde fue recibido con gritos de "solución". "Ven a apoyar a 'Mingo'", "Di algo", le voceaban.

El regidor insistió en que la ejecución de la sentencia es una "obligación judicial" para el Ayuntamiento, al que la Justicia ha urgido con "constantes apercibimientos". "Yo no tengo nada en contra de 'Mingo'. Quisiera que esto no se produjera, pero es lo que el juzgado impone", se lamentaba ante los periodistas De la Hoz, que ha incidido en que lleva 16 meses ocupando la Alcaldía mientras este tema colea desde hace siete años.

Y es que la historia judicial del chiringuito de "Mingo" ha sido larga. Después de que en 2001 el entonces consejero de Obras Públicas, Miguel Ángel Revilla, hoy presidente de Cantabria, concedió la autorización para la construcción de un bar-restaurante y se otorgó la licencia municipal, seis vecinos (entre ellos los propietarios de un cámping y de un hotel próximos) denunciaron las obras.