Aunque no lo creas, la crisis también llega a China

SHANGHAI (CHINA).-  ¿Realmente Shanghai es China? Pues hay muchas veces que lo dudo. Si no fuera porque está lleno de chinos, diría que esto no es un país comunista. (De hecho, desde 1990, cuando fue elegida como una de las 'Cuatro Zonas Económicas Especiales', quedó escrito el destino de esta ciudad del río Pu Dong, con más de 20 millones de habitantes, como 'centro financiero y maravilla económica de China'.)

'The fatman' te da lecciones en el metro.

Hace dos meses que trabajo como arquitecta en la Universidad de Shanghai. ¿Y por qué dudo de si estoy viviendo en una ciudad comunista? Primero, porque me sorprendió muchísimo el intéres con que se cubrieron las elecciones en Estados Unidos. Por un lado, estaba el interés de mis compañeros de trabajo chinos, que querían saber lo que ocurría, y, por otro, el de quienes pensábamos en Europa. Para saber más sobre EEUU, interrogaban a Alex, mi colega de Chicago. Todas nuestras comidas terminaban hablando del mismo tema, el ambiente de la campaña y por qué ganaría uno y no otro. La verdad, no me lo esperaba de ningún chino. Menos cuando les preguntas si saben que su Gobierno les oculta información y te contestan que sí, pero ¿qué van a hacer ellos? Se sienten como un grano de arena, un puntito en el gran mecanismo que es China.

'The fatman speech'

Existe un curioso personaje en la línea 1 del metro de Shanghai que se hace llamar 'the fatman'. Se trata de un chino de unos 40 años que entra en los vagones y realiza un speech primero en chino y luego en inglés, arengando a la gente para que piense por sí misma, hablando sobre la verdad y la corrupción. Es un tipo que ya ha tenido problemas con la policía por la libertad de expresión, de los que ha conseguido zafarse en varias ocasiones.

Y es que, aunque Shanghai no parezca una ciudad comunista, sino una ciudad con una sociedad tan consumista como Nueva York o más, al convivir con ellos ves que los principios comunistas están muy inculcados. Mao lo hizo muy bien. El sentimiento nacionalista, de sufrimiento por el país y sobre todo el de acatar lo que digan por el bien de la nación, supeditar el individuo al bien común, es fortísimo en todos ellos y muy difícil de aceptar o comprender para un occidental. El orgullo que sienten por su madre-patria China es increíble. Me recuerda en parte al americano. Saben que todo el mundo los mira, que en parte todos dependemos de ellos, que son la fábrica del mundo, saben que si trabajan y se esfuerzan llegarán a la cumbre. Y ahí están, trabajando por su país y para conseguirlo. Es alucinante.

Por eso sorprende que sigan las elecciones con más interés de lo que uno esperaba. Aunque no sé cual es la versión realmente china de la CCTV (noticias en chino), puedo afirmar que, en las noticias en inglés, todas las noches dedicaban bastantes minutos a hablar de ello, aunque claro, siempre información poco objetiva. Pero ahí estaba: por lo menos estaba.

Conciencia de crisis

Por otro lado, los chinos de a pie empiezan a estar concienciados de la crisis. ¿Es la nueva política del Estado o es que comienzan a ser transparentes? No sé cuál ha sido el cambio de política, no sé si se trata de una campaña de mentalización general (que no me extrañaría), pero en cuestión de 15 días la gente de mi alrededor ha empezado a hablar de crisis en China. Supongo que los datos de crecimiento por fin les han llegado, o no han podido ocultar las reuniones en Estados Unidos, o a saber qué ha decidido desvelar el Gobierno. Pero ¡¡aquí están los chinos hablando de menos volumen de trabajo y crisis como en Europa!!

(REUTERS)

A la espera en una oficina de empleo...

Hablando con una profesora particular de chino, que trabaja para una empresa consultora en China, nos decía que se ha notado mucho cómo ha bajado el volumen de trabajo. Mi respuesta, como buena arquitecta e ignorante europea, fue que bueno, debía de haber caído todo menos la construcción, ¿no? Y me dio en parte la razón, pero la construcción había caído sobre todo por el fin de los Juegos Olímpicos. Y es que el mercado de la arquitectura en China es complejo. El 90% de las obras las saca a concurso el Estado, el otro 10% son privadas. Después de los Juegos Olímpicos, la construcción que depende del Estado se ha parado bastante y no esperan una reactivación hasta la primavera-verano.

Los occidentales asentados en China también parece que lo notan. Un colega que trabaja en exportaciones ve cómo el trabajo ha bajado. Es una rueda: Occidente no consume, China no exporta (tanto como antes) y se ven obligados a buscar nuevos caminos.

Otro caso son mis colegas, jóvenes arquitectos buscando nuevos trabajos en la ciudad. Las ofertas no son tan abundantes como se esperaban, después de mandar miles de currículums, las respuestas han sido escasas.

Así, colegas y amigos que pensáis venir para acá, sabed que la crisis también se siente en China.