No hay tertulia deportiva en España que mente su nombre, y casi siempre de modo peyorativo. Lo odiamos, nos cae mal, por su arrogancia, su hambre de triunfo... y porque fue el primero que se atrevió a tratar de tú a tú a nuestro Fernando Alonso. Pero, ¿de verdad conoces su historia?
La biografía de Lewis Hamilton podría formar parte de una recopilación de cuentos de hadas. Primeras señas: padre inmigrante caribeño (nació en la isla de Granada) con pocos recursos económicos y una única obsesión, llevar a su hijo a la F-1. En el camino, muchos años de sufrimiento, puestos de trabajo ingratos, decenas de horas extras y muchas tardes de entrenamientos y carreras.
Hamilton debutó en el karting con ocho años. En ese momento, el pequeño Lewis era el único piloto negro en competición, algo que despertaba recelo en la mayoría de oponentes. Pero había algo peor que eso, los Hamilton vagaban por las pistas arrastrando una pesada maleta de penurias económicas y agarrándose a la ayuda de cuatro hadas madrinas para salvarlas. ¿Sus nombres?: Martin Hynes, de la compañía Zip Kart, que les proveía de chasis; Martin Howells, que les echaba un cable con los neumáticos, y John Davies y John Button, que contribuían haciendo lo propio con los motores. De estos dos últimos nombres os sonará el apellido Button, ¿verdad? John Button es, ni más ni menos, que el padre de Jenson Button, actual piloto oficial de Honda en F-1.
El primer gran momento de su carrera llegó dos años después de su debut, en 1995. Esa temporada, el chico con el casco amarillo alzó su primer título como campeón inglés. Uno de los premios asociados a la gesta era la asistencia a la gala de homenaje a los jóvenes talentos británicos, donde, ni corto ni perezoso, se acercó a Ron Dennis para pedirle un autógrafo y su teléfono particular. El pequeño Lewis acompañó tan singular petición de una frase: "Señor Dennis, quiero ser piloto". El fundador del McLaren Project Four respondió: "Por supuesto que lo serás, hijo. Sigue adelante y gana carreras, entonces hablaremos". Dos años después, ese cariñoso apelativo pasó a tomar tintes de literalidad, y Hamilton pasó a formar parte del Young Driver Programme de McLaren-Mercedes. El contrato era un billete en el tren directo al olimpo del automovilismo con todos los gastos pagados... el único requerimiento para no verse apeado era ganarlo absolutamente todo.
En el año 2000, Hamilton cerró su etapa en el karting alzando el europeo y anticipando su primer destino como piloto de monoplazas: la Fórmula Renault británica. Hamilton demostró desde la primera carrera que sus dotes no eran las de un piloto grande, sino de superestrella. Lewis acabó el campeonato en tercer lugar, por detrás de Jaime Green y el experimentado Danny Watts.
Un año después, Lewis repitió especialidad junto al equipo que tuteló su debut en monoplazas, Manor Motorsport. Y, como podréis suponer, lo hizo a lo grande: 419 puntos, 10 victorias, 13 podios, 11 pole positions y 9 vueltas rápidas. Arrasó.
La facilidad con que dominó el británico de Fórmula Renault le dio el billete directo a la Fórmula 3 Euro Series, una de las disciplinas de monoplazas más competidas del continente. Lewis siguió ligado a Manor Motorsport, aunque la temporada 2004 no discurrió todo lo bien que esperaba, y sólo pudo ser quinto del campeonato, con una sola victoria y cinco podios. Hamilton aplazó el éxito a la campaña siguiente, esta vez representando a la escudería ASM. Sus guarismos de final de campaña hablan por sí solos: 172 puntos, 15 victorias de 20 posibles, 17 podios, 13 poles y 10 vueltas rápidas. Un mes después, Alonso cometería el error más grande de su carrera deportiva: firmar con McLaren para 2007. El halo de gloria de su primer título le cegó en el estudio de su futuro a medio plazo. Que Hamilton era un piloto sobresaliente lo pensaba casi todo el Gran Circo… menos él. Que Hamilton era un piloto McLaren y sería tratado como tal lo sabíamos todos… él también. Sin embargo, en ese momento, Fernando se creía invencible.
Pero volvamos a nuestro cuento de hadas. El salto de Lewis a la GP2 fue menos traumático de lo esperado. Su temporada combinó errores y victorias alucinantes a partes iguales, un poco al estilo de su actuación en 2008. Sin embargo, sus 114 puntos y cinco triunfos le bastaron para batir a un flojo Nelsinho Piquet.
En el ecuador de esa gloriosa temporada tuve la oportunidad de conocerle en persona. Debo confesaros que quedé impactado. Iba con la intención de escribir una entrevista para el número de junio de la revista Solo Auto Sport, que decidí titular "El tercer hombre". Entonces, Lewis Hamilton tenia claro sus planes de futuro: "Yo quiero ser primero todos los años. Siempre me exijo el máximo posible e intento aprender lo más rápido que puedo, pero si el mejor puesto al que aspiro en 2006 es el tercero, sabré conformarme. Hay que tener paciencia, aunque mi intención es ganar (...) No quiero ir a Ferrari. McLaren me ha apoyado desde que cumplí 13 años, y no existe otro equipo en el mundo para el que desee pilotar". Y ojo a la siguiente perla, que leída dos años después tiene especial valor: "Si Kimi Räikkönen es inteligente, se quedará en McLaren. Si, por el contrario, opta por salir del equipo, me dará una excelente oportunidad. Estar al lado de Alonso no me intimidará. De hecho, jamás he corrido contra un compañero de equipo que haya sido capaz de batirme en el transcurso de un campeonato. Me encantaría poder demostrarlo una vez más".
El británico celebró por todo lo alto el título de la GP2, pero no fue hasta la llegada del otoño que su padre deportivo, Ron Dennis, le confirmó la gran noticia: iba a acompañar a Fernando Alonso en 2007 como titular de McLaren-Mercedes. El anuncio cayó como una bomba en Inglaterra, y despertó cierto menosprecio en la española. En nuestro país, muy pocos conocían de veras el peligro que esto suponía para el bicampeón mundial…
La tensión crecía a medida que transcurrían las sesiones de test. Hamilton iba cada vez más deprisa, se empapaba de toda la experiencia de Fernando y apenas cometía errores… Bueno, hasta que un fuerte accidente en el Circuito de Cataluña rompió su racha de fiabilidad.
Australia puso a cada uno en su sitio. Hamilton se clasificó en la segunda fila, justó detrás de Alonso. En la salida superó a su compañero en una increíble maniobra, y sólo la mejor estrategia del español en los boxes le permitió superarle. Al final, Hamilton se clasificó en tercer lugar, sumando el primero de sus nueve podios consecutivos en la categoría reina, récord absoluto para un debutante.
La racha de segundos y terceros se quebró en Canadá, escenario del primer triunfo. Sin embargo, la crisis entre Alonso y Hamilton estalló una prueba antes cuando, de modo incomprensible, el equipo abandonó a su suerte a Fernando después de unas desmedidas declaraciones del inglés. Lewis denunció unas supuestas órdenes de equipo en las que se le conminaba a no tentar el adelantamiento a su compañero de equipo en la última fase de la carrera para preservar la mecánica. ¿Consecuencia? El británico generó una investigación de la FIA contra su propio equipo. Nadie reprendió su comportamiento; es más, no se pusieron trabas a las críticas de la prensa británica contra la supuesta actitud poco deportiva de Alonso...
El clima de tensión entre los dos pilotos de McLaren fue creciendo con el paso de las carreras hasta que llegó Hungría y el famoso incidente de los diez segundos en los boxes... Hamilton se volvió a quejar, y esta vez la FIA se puso a su favor, castigando a Alonso con una sanción de cinco posiciones en parrilla. Dicen las malas lenguas que, justo después de recibir el castigo, el español se fue al motorhome de Bernie Ecclestone para destapar el caso de espionaje entre Ferrari y McLaren, saldado por la FIA con una multa de 100 millones de dólares al equipo inglés y su exclusión del certamen de constructores.
El desenlace final del mundial más polémico de la historia lo conocéis de sobra: enganchón en Shanghai (y el famoso 'Sanganchao' de cierto comentarista de Telecinco) y fallo en Brasil. Saldo en contra: 17 puntos de regalo para Kimi Räikkönen, que se alzó con el ansiado cetro.
El invierno siguiente estuvo cargado de críticas a Hamilton por su falta de madurez, su comportamiento con Alonso y sus errores puntuales, todo ello acompañado de un extraño reproche: puede que nunca más aspirara a ganar el mundial. Una temporada más tarde, el británico tiene suficiente con ser quinto para alzar el título, y eso que su año ha vuelto a estar cargada de errores... Ver para creer.
En España despierta odio. Todos critican su arrogancia, obsesión por la victoria, desfachatez en el trato con otros pilotos... Quizá tengan razón, pero, ¿os suena algún aspirante a campeón del mundo de los últimos veinte años que no haya sido así?
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