El presidente de Azerbaiyán, reelegido en unos comicios boicoteados por la oposición

Bakú.-  El presidente de Azerbaiyán, Ilham Alíev, fue reelegido hoy por abrumadora mayoría en unos comicios sin alternativa real, ya que fueron boicoteados por la oposición.

Alíev, de 47 años, recibió el apoyo de entre el 80,5 y el 85,7 por ciento de los electores, según los sondeos a pie de urna realizados por varios centros sociológicos.

Ninguno de los otros seis candidatos rivales de Alíev superó el 6 por ciento de los sufragios en unos comicios en los que la participación fue del 75,65 por ciento (3.681.529 votantes), cuatro puntos más que hace cinco años (71,20).

El líder del partido Moderno Musavat, Jafiz Gadzhíev, admitió minutos después del cierre de las urnas la victoria de Alíev, en el poder desde 2003.

"Ilham Alíev ha sido elegido presidente. Azerbaiyán está en buenas manos. Deseo que haga realidad todas las ideas que planteé durante la campaña electoral", señaló.

Miles de partidarios del partido presidencial Eni (nuevo) Azerbaiyán salieron a las calles de Bakú, ciudad bañada por el mar Caspio, para celebrar la victoria, horas antes de que se anunciaran los primeros resultados oficiales.

El vicepresidente del partido, Alía Ajmédov, afirmó que el pueblo azerbaiyano se había manifestado a favor de continuar "idéntico rumbo de desarrollo económico durante los próximos cinco años".

El presidente azerbaiyano logró casi un 6 por ciento más de votos más que hace cinco años (76,8), cuando la oposición denunció en las calles el fraude electoral, protestas que fueron violentamente reprimidas por las autoridades.

Los principales cinco partidos opositores, que también se manifestaron contra el fraude en las parlamentarias de 2005, decidieron en esta ocasión boicotear los comicios, por lo que no presentaron candidatos y, además, renunciaron a las acciones callejeras.

Con todo, los líderes opositores advirtieron de que no reconocerían los resultados de los comicios por no considerarlos democráticos.

Los otros seis candidatos que concurrieron a las elecciones eran considerados figuras leales a Alíev, que "heredó" el poder de manos de su padre, Heidar, ex general del KGB que dirigió casi ininterrumpidamente los destinos de este país desde 1969 hasta su muerte en 2003.

El Ministerio del Interior informó de que apenas se produjeron incidentes de consideración durante la jornada de votación, supervisada por más de 1.230 observadores internacionales.

En un gesto sin precedentes, las autoridades azerbaiyanas invitaron a 500 representantes de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), 400 de la postsoviética Comunidad de Estados Independientes (CEI), 26 de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (PACE) y un grupo del Parlamento Europeo.

No obstante, en vísperas de los comicios, la Oficina de Instituciones Democráticas y Derechos Humanos de la OSCE (ODIHR) constató que los medios de comunicación dedicaron casi la totalidad de sus espacios a la actividad del presidente.

Un total de 4.731.879 de ciudadanos con derecho a voto fueron convocados a depositar su voto en los 5.359 colegios electorales de este país musulmán laico de ocho millones y medio de habitantes.

Pese a que ha amordazado a la prensa independiente, prohibido las manifestaciones políticas y reprimido duramente a la oposición, Alíev es uno de los dirigentes más populares de la comunidad postsoviética.

La razón es que su llegada al poder coincidió con el inicio de la explotación de importantes yacimientos de crudo, lo que conllevó un espectacular crecimiento de la economía, del 34 por ciento en 2006 y del 26 por ciento el pasado año, un drástico aumento de los ingresos y la consiguiente modernización del país.

El número de personas que viven por debajo del nivel de pobreza se redujo en los últimos cinco años del 50 al 16 por ciento, lo que ha valido los halagos de la comunidad internacional.

Además, ha eludido las críticas por la dramática involución democrática por parte de los países occidentales, que ven en este dirigente el guardián de las ingentes reservas energéticas del Caspio, la alternativa ideal al inestable Oriente Medio.