¿Confiarías la dirección de tu empresa a uno de estos dos?

Visión de futuro, experiencia, capacidad de entusiasmo, nada de personalismos, flexibilidad o creatividad, son los valores que se exigen a un directivo. Es verdad que pocos cumplen esta retahíla de cualidades, pero con los tiempos que corren, qué menos que pedir lo imposible. ¿Crees que Zapatero y Rajoy responde al perfil de ese tipo de profesionales en los que confiarías para reflotar una empresa?

(EFE)

Zapatero parece pedir al cielo que le libre de pasar este examen.

Si tuvieran que superar una selección de personal para un puesto directivo de gran responsabilidad, nuestros líderes políticos las pasarían canutas. Su currículum supone la primera desventaja. Tanto el presidente Zapatero como el jefe de la oposición se han criado profesionalmente a los pechos de sus respectivos partidos. Rajoy terminó la carrera de Derecho y sacó las oposiciones de Registrador de la Propiedad al año siguiente de licenciarse. Pero casi no tuvo tiempo de entrenarse porque en las primeras elecciones gallegas, las celebradas en 1981, logró un escaño por AP y se quedó escalando puestos políticos hasta que Aznar le designó a dedo su sucesor. Zapatero también obtuvo su escaño como diputado a los 26 años, tras haberse licenciado en derecho y ejercer como profesor en la Universidad de León. El partido resultó también, ese hábitat natural en el que labrarse un porvenir.

La experiencia de ambos en el mundo exterior, ese que habitamos los ciudadanos de a pie que tanto reivindica Rajoy cada vez que abre la boca, resultaría insuficiente para aspirar a dirigir una gran empresa. Y eso que si han logrado sobrevivir y abrirse camino en el competitivo y ambicioso universo de un gran partido nacional, hay que reconocerles una capacidad de supervivencia fuera de lo común. A ellos el 'mobbing', las zancadillas y las críticas no les afectan. Están curtidos, sobradamente entrenados en esquivar puñales y en pasar página. Sin embargo, las actuales tendencias en Recursos Humanos se decantan por otro tipo de directivo. Menos acomodaticio y con más iniciativa.

Visión de futuro es un valor ineludible que ninguno de los dos ha demostrado. Zapatero no se ha enterado de que la crisis nos devoraba hasta la vuelta de vacaciones. O esquivaba conscientemente la realidad o no la veía. Cualquiera de las dos opciones evidencia su torpeza para adelantarse a los acontecimientos y, por lo tanto, de actuar en consecuencia. De Rajoy tampoco se puede decir que sea un visionario. Practicó durante cuatro años una oposición enconada y agresiva que le cortó el paso a la Moncloa. Le pilló por sorpresa la reacción de algunos medios y de más de la mitad de sus correligionarios cuando pidieron su cabeza durante meses. Y hoy por hoy parece convencido de que Zapatero le entregará en mano la presidencia. Carlos Cámara, socio director de la consultora de Recursos Humanos Kaleida, apunta "visión estratégica, energía, entusiasmo, creatividad y capacidad de trasladar pasión" como pilares fundamentales del directivo moderno. Observas a los dos de arriba abajo y... nada por aquí, nada por allá, ni tan siquiera un conejo en la chistera.

Saber trabajar en equipo, evitar los personalismos

"A un buen líder se le presupone una integridad personal grande, coherencia y honestidad. Así como una capacidad de aprendizaje permanente porque creer que ya se sabe todo es entregarse a la soberbia y condenarse al fracaso". El psiquiatra Benito Peral, experto en formación de altos directivos, insiste también en la importancia de saber trabajar en equipo como contrapunto a los personalismos. Justo un aspecto en el que fallan tanto Rajoy como Zapatero. El presidente del Gobierno, convencido de ser descendiente directo de los dioses ha desvelado en diversas ocasiones tomar las grandes decisiones en la soledad de la noche. Y a Rajoy, por mucho que los medios se empeñen en bautizar como equipo de confianza a sus colaboradores, le sobran dedos de la mano para mostrarse seguro y abierto con los más próximos. Les pierde el personalismo. En el seminario organizado por CEDE (Confederación Española de Directivos y Ejecutivos) sobre el directivo del siglo XXI, Susana Marcos, socia de Peoplematters, concluía que "cada vez hablaremos menos de líderes individuales y más de equipos con liderazgo".

Inteligencia emocional, asertividad, habilidad para ganarse a la gente. El director general de la escuela de negocios ESADE aseguraba en el suplemento Negocios (El País, 12 de octubre) que "la formación emocional va a crecer espectacularmente en España como complemento para los conocimientos más técnicos''. Hasta el momento ninguno ha despuntado por la química laboral que generan. Ni Rajoy ha establecido una corriente de simpatía con sus afiliados, ni a Zapatero se le nota en su salsa en las cumbres internacionales con sus homólogos europeos. Si el psicólogo Daniel Goleman tuviera que evaluarles, le daba un patatús. No hay más que observar las chispas de complicidad que saltan a su alrededor, incluso con los más entregados de su equipo. Y llegados a este punto de la selección, que recen para que el entrevistador no les comience a hablar en inglés. Pero si no logran dotar de contenido interesante su discurso en castellano, cómo van a hacerse entender en otro idioma —que además ninguno domina—.

Qué pase el siguiente, por favor.