En pleno debate sobre la exhumación de los huesos de Lorca, ha muerto la memoria más divertida de la Residencia de Estudiantes: Natalia Jiménez de Cossío, la hija de su director, Alberto Jiménez Fraud, y nieta, además, de don Manuel de Cossío, uno de los miembros más activos de la Institución Libre de Enseñanza, instigador de las Misiones Pedagógicas, esa aventura que llevó a brillantes universitarios a explicarles algo de cultura a los más desfavorecidos habitantes de la España más pobre y alejada de ese foco cultural que fue la 'Colina de los Chopos'.
Una imagen del álbum familiar de Natalia Jiménez de Cossío.
Natalia tenía una risa y una vitalidad que hacían pensar en su posible eternidad, a pesar de sus 86 años. Prueba de que no pensaba que el final estuviera cerca es que estaba reeditando libros de su abuelo en la fundación que lleva su nombre, en un pazo gallego, y le hubiera gustado que, en Málaga, su segunda ciudad, a la que estaba vinculada por la familia de su padre, viera la luz un centro de estudios pedagógicos en homenaje a Jiménez Fraud.
Fue precisamente en esta ciudad donde hace poco más de un año expuso sus cuadros. En algunos de ellos, retrató los jardines de la Residencia, siempre presente el perro salchicha de su padre, en unas estampas que evocaban esos años en los que pareció posible un rincón de enseñanza británica en un país que, poco tiempo después, se lanzaría a una lucha cainita en la Guerra Civil. Ella no la vería, desde un exilio al que nunca llamó así, en Oxford, donde se instaló su familia. Dijo que su padre huyó horrorizado por los dos bandos, exponente de esa tercera España de la que nunca se habla, aquel grupo al que no se le dejó tiempo para cambiar España. "En este país es muy difícil ser independiente, no pasa como en Inglaterra", decía ella, antes de explicar que su padre era totalmente apolítico.
Durante aquellos años de tardes por entre los chopos en la Residencia, Natalia, pequeña, se paseaba con un cuaderno en el que quedaron dedicatorias de las personalidades que pasaban por allí, desde Einstein hasta Keynes o Gropius. Le molestaba que, de todos los estudiantes que pasaran por allí, fueran los pintores y los poetas los más famosos, cuando su padre —al que se seguía refiriendo como 'papá'—mimó especialmente a los médicos, los arquitectos o los ingenieros, y se citara más a Lorca, Buñuel y Dalí que a Severo Ochoa o Grande Covián. Adoraba a su madre, de la que decía que era la mujer más culta de su generación, además de elegante y "divertidísima, mis amigos de Oxford se volvían locos con ella". Fue en casa de sus abuelos, según explicaba, donde germinó el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Si se le preguntaba por la educación actual, no dudaba en criticar, con un tono muy británico, la falta de buenos modales.
Uno de los cuadros de Natalia, 'Patio de Lindaraja, Alhambra de Granada'.
Era capaz de contar divertida su huida de España, con 15 años, en un carguero británico que zarpó de Alicante, gracias al embajador inglés, íntimo de su padre. Puede que allí empezara su amor por los oficiales británicos. De hecho, acabó casada con uno de ellos. Contaba cómo algunas señoras españolas se quedaron en el muelle gritando histéricas y ella se encerró en el camarote, esperando a que se calmaran. Se reencontró con sus padres en París, donde años antes Jiménez Fraud había fundado el Colegio de España. Su casa en Oxford se convirtió en un foco de reunión de los españoles en el exilio o trabajando en Inglaterra, como recuerda el escritor Aquilino Duque, amigo de la familia y huésped de aquellos años oxfordianos.
La casa familiar fue saqueada en Madrid y contaba con pena cómo, años después en París, se encontraba con libros de su padre, al que también dio tiempo a ser editor. Cuando sus padres regresaron a España, no quisieron subir nunca hasta la Residencia de Estudiantes. Sin embargo, Natalia ha sido una fiel visitante durante años y era de las primeras que estaba en el homenaje a Pepín Bello cuando cumplió 100 años. Por cierto, contaba entre escandalizada y divertida el atrevimiento del presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, al tutear al centenario, que le pidió que le llamara de usted.
A Natalia le molestaba que, de todos los estudiantes que pasaron por la Residencia, fueran los pintores y los poetas los más famosos, cuando su padre mimó especialmente a los médicos, los arquitectos o los ingenieros
Ella siguió cultivando el círculo internacional y cosmopolita que aprendió a apreciar con sus padres. Su madre, por ejemplo, era asidua visitante de los Davies, esos americanos de San Francisco que durante unos años habitaron en La Cónsula, una finca de Málaga donde Hemingway escribió sobre el duelo de Ordóñez y Dominguín.
Tan coqueta, siempre vestida impecable con algún traje francés desgastado con clase, la línea de los ojos en su sitio, el pintalabios como recién puesto, sus carcajadas y sus gin tonic la hacían parecer tan joven que resultaba imposible que se muriera. Prueba de lo vital que se sentía es que el cáncer, que avanza lento en los viejos, fue fulminante con sus pulmones, que nunca supieron del humo del tabaco. Con ella se ha ido la genealogía de la Institución Libre de Enseñanza. Quedan sus sobrinos.
Para saber más:
*Natalia Jiménez de Cossío nació en Madrid el 15 de junio de 1921, y falleció en la misma ciudad, el 27 de Septiembre de 2008.
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Personas así es lo que necesita este país... que lastima que se nos estén muriendo... +
Soitu.es se despide 22 meses después de iniciar su andadura en la Red. Con tristeza pero con mucha gratitud a todos vosotros.
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