Carcoma, la guerrilla antipatrimonio

Ourense.-  Salen de su refugio, devoran y vuelven a ocultarse en los túneles que perforan en artesonados y tallas, vigas o mobiliario, en una "guerra de guerrillas" contra el patrimonio y los restauradores que hacen frente cada día a la carcoma, una de las principales amenazas del patrimonio en Galicia, según varios expertos consultados por Efe.

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(EFE)

Imagen de San Juan Bautista, de la parroquia de Servoi (Castrelo do Val), afectada por la carcoma y que comenzará a ser tratada para eliminarla y recuperar la madera dañada por la restauradora Vania López.

Entre ellos, el director del Archivo Histórico Provincial de Ourense Pablo Sánchez Ferro y todo el personal del edificio, en el casco histórico de la ciudad, que custodian miles de documentos como protocolos notariales en papel desde el siglo XV y documentación de administraciones y familias, de los que el más antiguo es un pergamino del siglo XI del monasterio de Celanova, entre otros.

Según Sánchez Ferro, la carcoma es el principal enemigo tanto del papel como de la madera. Forma parte de los llamados "insectos xilófagos" o comedores de celulosa, entre los que también están las termitas, más propias de zonas de ambiente más cálido aunque su presencia se detectó de forma extraordinaria en alguna institución gallega.

"Nuestro principal enemigo es invisible, aunque su tamaño sea de unos pocos milímetros y por lo tanto apreciables a simple vista, pero utiliza la estrategia de atacar, abastecerse y esconderse, como en la guerra de guerrillas", agregó.

Pero la carcoma y las termitas no son la única amenaza en esta batalla desigual por la conservación patrimonial.

Otros causantes de grandes daños en documentos son los ratones, los insectos conocidos como "pececillos de plata", hongos que proliferan en lugares húmedos y dejan marcas en forma de polvillo de color rojizo o marrón y otros realmente invisibles como el PH del propio documento, perjudicial si es inferior a 7 o superior a 8, la humedad que provoca reblandecimiento del papel y los contrastes de humedad y temperatura que lo hacen más frágil.

En Galicia sólo se restauran libros y documentos en el Archivo del Reino de Galicia en A Coruña y en el Histórico Provincial de Lugo y el resto del trabajo lo hacen empresas particulares.

En Ourense, mientras no se instala el laboratorio de restauración previsto en el complejo cultural de San Francisco, los responsables del archivo examinan sus fondos antes de ponerlos en manos de investigadores particulares o académicos que los piden, y si el estado de conservación es preocupante, no lo entregan.

Sánchez puso como ejemplo un libro de bodega del monasterio de San Clodio (Leiro) de los años 1671 al 1835 pedido por el consejo regulador de la Denominación de Origen Ribeiro por su importancia para estudiar los orígenes de la viticultura de la comarca.

"Aquí mantenemos condiciones adecuadas de humedad y temperatura pero ese libro, y otros muchos, resultó afectado por el exceso de humedad en algún lugar en el que estuvo antes, y se volvió muy frágil por lo que está en reserva para su restauración, ya comprometida por la consellería de Cultura", agregó.

Según el archivero, el futuro será aún peor para los documentos elaborados en la actualidad ya que las fibras que se utilizan son de eucalipto y chopo, con muy poca celulosa y por tanto de calidad mucho más baja que las utilizadas en la Edad Media y Moderna, que eran fibras de lino, algodón y cáñamo.

También consideró como tema crítico la conservación de los registros en soportes informáticos ya que deben ser legibles al cabo de los años, aunque se cambien los ordenadores y sus programas, así como mantener su autenticidad.

Por otra parte, la restauración de retablos y pinturas murales se enfrenta al mismo "enemigo invisible", según explicó a Efe la restauradora Vania López, que orienta hacia la carcoma todas sus armas para paliar y detener su acción en los retablos de castaño.

También consideró "enemigos" del patrimonio a los cursos de manualidades organizados por algunos Ayuntamientos de la Galicia rural pues las personas que asisten a ellos se ven preparadas para afrontar después una labor que sólo deben hacer especialistas.

Las imágenes y retablos de madera que llegan a sus manos corresponden a artistas que prepararon la madera y la cubrieron con elementos orgánicos como colas animales, de gran calidad pero "favoritos en la dieta de la carcoma", agregó, y cubiertos con capas de pintura sintética actual que el insecto "ni siquiera toca".

Esto es lo que hace posible que algunos retablos se desintegren ante los ojos de los feligreses ya que pueden estar totalmente devorados a pesar de mantener la capa exterior de pintura, extendida en una pseudo-restauración "que sólo sirve para ocultar su verdadero estado", agregó.