Blanco, negro, moreno... Estamos tan acostumbrados a las tonalidades normales de la piel que apenas solemos reparar mucho en ella. ¿Pero qué ocurriría si una persona gris, naranja, azul o amarilla pasara ante nuestros ojos? Sin duda, las reacciones ya no serían las mismas.
Y es que enfermedades y alteraciones hay muchas, pero pocas hay que resulten tan llamativas y espectaculares como aquellas que se manifiestan por un cambio del color de la piel en todo el cuerpo de la persona. A continuación, os presento un listado con algunas enfermedades o estados que provocan unas coloraciones un tanto peculiares y, aunque pueda parecer lo contrario, algunas son relativamente frecuentes.
La carotenodermia es una alteración del color de la piel tan llamativa que aquellos que llegan alguna vez a padecerla de forma intensa apenas dudan en salir corriendo a la consulta del médico más cercano. A pesar de su espectacularidad, es un estado pasajero e inofensivo sin más consecuencias que las puramente visuales. Los colores que nos podemos encontrar van desde el amarillo clarito al naranja más "zanahorio". El color será más o menos cantoso según la cantidad y tipo de carotenos consumidos.
Los carotenos son una serie de pigmentos que encontramos en gran cantidad en zanahorias, tomates, etc. Al ser una sustancia liposoluble, si se ingiere en grandes cantidades, va acumulándose progresivamente en la piel. Claro que para llegar a tener "colorcito" hay que ingerir muchos, muchos carotenos. Algo que suele ocurrir en dos tipos de individuos: Vegetarianos (los veganos con mayor probabilidad) y los aficionados al frasquito de las vitaminas con sus correspondientes carotenos. Ya que tras metabolizar éstos obtenemos Vitamina A , esencial para el mantenimiento de los tejidos y el funcionamiento de la retina.
Lo normal, es que los individuos muestren un color más evidente en manos y pies y que sólo con niveles ya enormemente elevados de carotenos, se manifieste en todo el cuerpo. El tratamiento es muy sencillo, dejar de tomar tantos carotenos y con el tiempo irán disminuyendo su concentración en la piel y en todos aquellos lugares que se han acumulado.
Os dejo una mítica escena del House campechano y amable que todos conocemos, donde vemos un caso exagerado de carotenodermia y nuestro héroe le enseña, con tacto y dulzura, cómo terminará su relación.
A diferencia de la carotenodermia, que es totalmente inofensiva, la ictericia es siempre un signo de alarma y preocupación, salvo en recién nacidos donde es normal hasta ciertos límites. Tanto la ictericia como la carotenodermia pueden confundirse por el ojo no experto. La ictericia consiste en una coloración amarillenta de la piel, como consecuencia de los aumentos de los niveles de bilirrubina. La bilirrubina es un producto de la degradación de la hemoglobina, fundamental para el transporte de oxígeno en los glóbulos rojos. Las causas son muy diversas: Hepatitis, tóxicos, fármacos, hemorragias, obstrucciones en las vías biliares... El tratamiento de la ictericia dependerá de la causa que lo provoque.
Aunque hemos dicho que pueden ser confundidas por el ojo no experto, hay un sencillo truco para distinguirlas. En la ictericia la conjuntiva de los ojos tiene un color amarillo, que no aparece nunca en los casos de carotenodermia.
La argiria consiste en una coloración gris-azulada de la piel como consecuencia de la ingesta excesiva de plata o bien a través del contacto prolongado de ésta. Hay diversas situaciones que pueden desencadenar esta enfermedad:
El cuerpo humano tiene una cantidad de plata ínfima, alrededor de 1 mg. y bastan tan sólo de 4-40 gramos para que se desencadene una argiria completa, en el que todo el cuerpo, como consecuencia de la acumulación de plata, posea ese gris tan característico.
Actualmente, es muy raro encontrar casos de argiria pero hace alrededor de un siglo era algo más común y se podían encontrar de vez en cuando personas con argiria como espectáculos de feria (acompañados de siameses, mujeres barbudas, etc.). La argiria no tiene tratamiento, una vez que la plata se ha acumulado en la piel y en gran cantidad de órganos, ya no se puede hacer nada. Es para toda la vida. Imagínate cómo debe ser vivir siempre así.
Por cierto, el oro también puede provocar Crisiasis, una acumulación de este metal en los tejidos con una pigmentación muy similar a la plata, pero es más raro que se dé. Como comprenderéis, actualmente no hay muchos medicamentos que tengan cantidades apreciables de oro entre sus componentes.
En la metahemogloblinemia se produce una coloración azul de la piel o cianosis debido a la incapacidad (más o menos grande) de los glóbulos rojos para transportar oxígeno por una alteración de la hemoglobina. Puede ser adquirida (por el consumo de algún fármaco o tóxico) o congénita, desde el nacimiento.
Sin duda, uno de los casos más llamativos de metahemoglobinemia congénita fue la de los Fugate Azules. Una familia de Kentucky, que vivió a principios del siglo XIX.
La ilustración es algo exagerada de la realidad. Tendrían un azul bastante evidente, pero no tanto como ahí aparece. Lástima que por aquel entonces no existiera todavía la fotografía y mucho menos en color.
La razón por la cual varios miembros de la familia tenían ese azul tan peculiar sin ser pitufos se debe a una alteración de una enzima que reducía bastante la capacidad de transporte de oxígeno de los glóbulos rojos. Por tanto, el color de los vasos sanguíneos se hacía más oscuro hasta ser casi marrón. En la piel, por un efecto óptico, aparecía más azulado, como si se exagerara aún más el color azul de las venas.
Esta alteración se transmitía a través de un gen recesivo. Por lo que era necesario que los dos padres tuvieran el gen que provocaba la alteración de la enzima, para que alguno de los descendientes también expresara la metahemoglobinemia. Si sólo fuera uno de los padres, los hijos tan sólo podrían ser portadores del gen y no expresarían la enfermedad o bien serían completamente normales. Como por allí la consanguinidad estaba a la orden del día, Martin Fugate que tenía la enfermedad se emparentó con una familiar cercana que también era portadora pero no sufría la enfermedad y terminaron teniendo varios hijos azules.
El tratamiento de la enfermedad era bastante sencillo, bastaba administrar azul de metileno para que, en cuestión de un rato, la familia pasara a tener un color completamente normal. Ironías de la medicina, que sea precisamente un colorante azul el tratamiento más utilizado para eliminar la coloración azul de la metahemoglobinemia y esta enfermedad en sí misma. Por supuesto, tenían que tomar de por vida este colorante.
Para saber más sobre esta peculiar familia azul: Blue People of Kentucky
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