Festa do Avante!: la mayor romería (laica) de Portugal

Antes de haber ido siempre me preguntaba: ¿qué pinto yo en una fiesta comunista? ¡paso, no voy! No es que sea alérgico al rojo, me encanta, pero la historia del comunismo nunca me ha seducido.

A. F

Después de haber pasado una tarde-noche en la mayor romería laica de Portugal no puedo más que recomendar su visita. Todas las regiones del país vecino están representadas allí: su gastronomía, sus músicas tradicionales, su artesanía. Y sobre todo sus gentes, que se acercan desde Las Azores, el Alentejo, el Algarve, Aveiro, Braga, Bragança, Castelo Branco/Guarda, Coimbra, Leiria, Lisboa, Madeira, Oporto, Santarém, Setúbal, Viana do Castelo, Viseu y Vila Real. Y también de otras partes del globo, tienes que recordar el internacionalismo proletario: hay de Alemania, Angola, Brasil, Cabo Verde, Chile, China, Colombia, Cuba, España, Italia, Mozambique, Palestina, el Sahara occidental, Timor y Uruguay.

La fiesta está organizada por el Partido Comunista Portugués o, como la gente dice « o pesepe». Toma su nombre del periódico Avante! (¡adelante! en castellano) que comenzó a editarse en la clandestinidad allá por los años 30 y continúa siendo un órgano central del partido. Se lleva celebrando desde 1976, un año y pico después de la Revolución de los Claveles, siempre el primer fin de semana de septiembre. Dura tres días, desde el viernes tarde hasta el domingo noche.

Su localización es en la margen sur de la Bahía de Lisboa, que es la zona industrial, en reconversión continua, de la capital portuguesa. El espacio es una gran finca propiedad del partido, la Quinta da Atalaia, en Amora junto a Seixal, donde el Río Tajo deja ver las mareas.

La finca está urbanizada, con calles trazadas, un inmenso escenario, baños y hasta un pequeño lago. Y es a lo largo de esas calles, donde se distribuyen un montón de diferentes estructuras desmostables a base de tubos, toldos y maderas, cada una con su particular diseño, donde el rojo es el color predominante, con hoces, martillos, estrellas, eslóganes y pintadas. Unas se dedican a exposiciones y debates, otras están destinadas a comidas y bebidas a precios razonables, algunas otras a tiendas de artesanía, de productos de la tierra, de libros y discos, o de camisetas (las del Ché ganan por goleada) y banderas (la republicana española, se podía ver), hasta una en representación de la «feira da ladra», el tradicional rastro lisboeta.

Hay una carpa dedicada a representaciones teatrales. Y faltan los escenarios para las actuaciones musicales, por lo menos diez escenarios con rock, pop, hip-hop, jazz, fado, músicas del mundo, clásica, lírica, reggae o música tradicional portuguesa. Unos son más modestos que otros, pero el principal «Palco 25 de Abril» es un inmenso anfiteatro, con 2 pantallas gigantes y que se puede ver prácticamente desde todo el espacio de la fiesta. Allí compartí con decenas de miles de personas la música africana con sabor a Led Zeppelin de Vieux Farka Touré, un ratito de la música portuguesa de Júlio Pereira y algunos superéxitos hip-hoperos de la banda portuguesa Da Weasel. Otro escenario, el «Auditório 1º de Maio», más recogido, encerrado en una carpa y con lleno hasta la bandera, permitió disfrutar de la gran voz masculina del fado actual: Camané. ¡Para quitarse el sombrero!

Seguro que me falta algo. ¡Ah, claro, lo principal! ¡La gente! No te lo puedes ni imaginar, vas viendo que hay un río continuo de tráfico desde la autopista, que es difícil aparcar, que cuando lo consigues tardas una media hora a pie hasta la entrada, que hay mucha más gente andando hacia la entrada como tú. Ves una acampada inmensa cerca de la entrada, con ambiente de festival de verano. Y ahí está ya, buscas tu entrada (18,5 € los tres días si te acercas antes a alguna sede del PCP, más cara si compras un único día).

Estás dentro, mires donde mires un mar de cabezas continuo pero ninguna sensación de claustrofobia, te puedes desplazar con facilidad, mucha gente joven pero también familias con abuelos y abuelas, con ganas de pasárselo bien, todo muy educado y amable. Lo peor, si eres ansioso/a, encontrar una cola que no sea muy larga para comer o beber, pero doy fé que había. Ya sin darte cuenta de que el río del tiempo se te ha escurrido entre las manos, unos fuegos artificiales, que se ven hasta desde Lisboa, anuncian que se acercan las 2 a.m. y que la fiesta tiene que irse para la cama o para la tienda de campaña, eso depende. De repente, los altavoces lanzan «A Carvalhesa» y todo el mundo se pone a bailar frenéticamente. Fin de la fiesta, por hoy. Deshaciendo el camino, lentamente voy pensando en una frase que me dijo un amigo tuga: «el PCP es el único partido comunista de Europa Occidental que no abrazó el eurocomunismo: elección tras elección obtiene el 7-10% de los votos y logra unir en 3 días a casi medio millón de personas».

Si te gusta lo más importante de Portugal: sus gentes y lo que ellas hacen, no tengo ninguna duda, ésta es la mejor y más popular fiesta que me podría imaginar. ¡El año que viene más!