El teletrabajo, la receta mágica contra el paro de la mujer rural

MADRID.-  Si eres mujer, tienes que encargarte de la casa, y eres madre de niños pequeños, lo vas a tener difícil para encontrar trabajo. Pero si encima vives en una zona rural donde las oportunidades de empleo son prácticamente inexistentes, lo vas a tener casi imposible.

El centro de teletrabajo de El Grado, Huesca.

Este era el caso de Marta, que vive en la localidad oscense de Laluenga, de apenas 230 habitantes. Hacía seis años que no trabajaba, y con dos hijos pequeños y un hogar a su cargo, veía muy complicado el encontrar un trabajo que pudiera compaginar con su vida familiar y su trabajo en casa. La solución llegó hace año y medio de la mano de la empresa Indra, que decidió abrir varios centros de teletrabajo en poblaciones rurales de la Comarca del Somontano, proporcionando así empleo a muchas mujeres en la misma situación que Marta. "Aquí si quieres trabajar lo normal es que tengas que desplazarte 40 ó 50 kilómetros", nos cuenta, así que ésta es una buena oportunidad para ella y las otras 6 mujeres que trabajan actualmente en el centro de Laluenga.

Se planteó un primer proyecto piloto en un telecentro en el municipio de El Grado, que tras un año de funcionamiento obtuvo muy buenos resultados tanto en productividad, como a nivel sociológico. La empresa aportaba la tecnología y la parte formativa y el ayuntamiento cedía el local. La idea fundamental es ofrecer a la gente del medio rural una oportunidad de desarrollar su vida laboral dentro de su propio entorno, compatible con otras actividades, al tiempo que se aprovecha un importante capital de mano de obra que de otra forma se desperdicia. Joan Ignacio Martínez, director de eficiencia de Indra BMB, habla entusiasmado sobre el proyecto: "El beneficio social es altísimo, y la calidad del trabajo es muy buena". Él fue el artífice principal del proyecto, que tras el primer éxito conseguido siguió instalando centros en otras localidades como Berbegal, Pozán de Vero o Castejón del Puente. La Fundación Etnodiversidad nació a raíz del éxito del proyecto, para seguir impulsando el desarrollo rural fomentando "otra visión de los negocios, más sostenible", como nos cuenta Óscar, que participa en la coordinación de los telecentros. En estas oficinas se llevan a cabo labores de procesamiento de datos, a través de un sistema de división de tareas, que permite que el trabajo se pueda repartir entre los distintos centros. Han realizado trabajos para las administraciones locales y autonómicas, y para otras entidades como bancos. Javier, gerente de la Comarca del Somontano, se ha implicado muchísimo en el proyecto, que afirma es pionero en nuestro país porque, aunque las nuevas tecnologías se han visto siempre como una oportunidad de desarrollo en el entorno rural ha habido pocas materializaciones reales.

El horario flexible (trabajan seis horas diarias, que pueden repartirse a lo largo de la jornada como mejor les venga) permite a las trabajadoras compaginarlo con sus otras tareas. Se evitan tener que desplazarse a otra localidad, con el ahorro que supone en tiempo y dinero. "El sueldo es ajustadito, no da para mantener una familia", comenta una de ellas, "pero es una ayuda para la economía doméstica". Además, ayuda a evitar el despoblamiento de esta zona rural.

Proyectos como éste aportan además beneficios para todo el municipio, como nos cuenta María Victoria Celaya, alcaldesa de Graus, en la Ribagorza, donde va a abrirse próximamente otro centro: "Es una ayuda importante, y todo lo que sean puestos de trabajo repercuten favorablemente en la vida del municipio". Si las grandes empresas, así como la Administración, se concienciaran de la viabilidad de proyectos como el de Somontano, se daría un empuje importante al desarrollo rural. Como afirma Javier, es un modelo factible y sostenible, que contribuye a generar empleo, estimular la actividad económica, y favorecer las redes sociales en el medio rural, al ser necesaria la implicación de la comunidad.

Las TIC como impulso al desarrollo

La razón fundamental del despoblamiento rural es la falta de oportunidades de empleo, un problema más grave entre las mujeres. El campo registra una muy baja tasa de actividad femenina, ya que en los pueblos las mujeres suelen ser casi siempre las responsables de los hogares, y les es difícil encontrar un trabajo compatible. Otros colectivos que normalmente ya se encuentran en situación de desigualdad a la hora de incorporarse al mercado laboral, como los discapacitados o los jóvenes, ven acentuadas las dificultades en el medio rural, donde los recursos de apoyo suelen ser más escasos en comparación con las grandes ciudades.

Pero hay otras razones para la difícil situación laboral en este entorno: "Normalmente en las zonas rurales existe una mentalidad de aversión al riesgo y a la inversión", señala Raquel, desde el Colectivo para el Desarrollo Rural de Tierra de Campos. "Hay poca visión de negocio, y pocas iniciativas de autoempleo, y, cuando las hay se encaminan sobre todo al sector servicios, o al turismo rural". La inversión en Nuevas Tecnologías podría ayudar al impulso del autoempleo, y a atraer a la gente joven, aunque el principal problema suele ser de infraestructura tecnológica. Es uno de los puntos clave de las políticas de desarrollo rural de la Unión Europea, concretadas en la iniciativa Leader +, que se basa en una estrategia de coordinación entre grupos locales para impulsar el desarrollo en los territorios rurales. Uno de sus objetivos es "impulsar la aceptación y difusión de las tecnologías de información y comunicación (TIC)", y aprovecharlas para beneficio de la economía y la industria rurales. En España, los grupos de Acción Local se coordinan fundamentalmente a través de la Red Española de Desarrollo Rural.

Este paisaje es el que disfrutan las trabajadoras del telecentro de Pozán de Vero