Terrazas llenas, música y dulces reciben a los aficionados de la Fórmula Uno

Valencia.-  El lleno total de las terrazas próximas al circuito urbano de Valencia, la música, que incluso supera el ruido de los coches y se hace hueco en ese ambiente lúdico, así como los dulces que reparten numerosos jóvenes, componen la estampa festiva de la celebración del Gran Premio de Europa de Fórmula Uno.

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(EFE)

Representantes vecinales de los barrios de Natzaret y el Grao se han concentrado hoy frente a la puerta principal del circuito urbano de Valencia, donde se celebra el Gran Premio de Europa de Fórmula Uno, para manifestar su desacuerdo con la construcción del circuito y dar a conocer la situación de aislamiento que vive estos días el barrio de Natzaret.

Centenares de cámaras fotográficas tratan de captar el mejor momento de la fiesta, protagonizada en las inmediaciones del circuito por los mismos jóvenes que ya ayer salieron a la calle disfrazados de automóviles hinchables y durante toda la mañana han jugado con los niños que acuden con sus familias al acontecimiento.

Otros van disfrazados como si fueran integrantes de las escuderías, desde mecánicos hasta comisarios y, por supuesto, los pilotos, animan la entrada al circuito, donde se concentran tanto las personas que entran y salen del mismo como aquellos aficionados que no cuentan con pase para las gradas, pero sí han querido acudir en busca de una posibilidad para ver pasar alguno de los bólidos.

A lo largo de la mañana, centenares de turistas y de valencianos, de todas las edades, han luchado por ganar visibilidad a través de las vallas publicitarias que envuelven el circuito y que, poco a poco, han ido quedando agujereadas y rodeadas completamente de curiosos.

Todos los negocios de la zona, -bares y restaurantes, locutorios, tiendas de fotos y revelado, negocios de pinturas y bicicletas o estancos- tienen sus puertas abiertas y las mantendrán también mañana, ya que han llenado sus escaparates de artículos poco relacionados con su actividad pero muy demandados por los espectadores del Gran Premio.

Entre estos artículos, destacan los tapones de goma para los oídos, que se venden a un euro y medio y permiten a los asistentes reducir el impacto de los decibelios y hacer más cómoda su estancia en el circuito y en sus inmediaciones.

Los primeros espectadores en salir del circuito para tomarse un descanso y alejarse unos minutos del intenso ruido de los coches expresaban opiniones muy variadas sobre los servicios que se pueden encontrar dentro del recinto, en función de los gustos y los bolsillos de cada uno.

Un asistente al Gran Premio que ya estuvo el viernes en los entrenamientos libres ha asegurado a EFE que había pagado diez euros por un bocadillo de jamón y queso y una coca-cola.

Únicamente, el precio de este refresco es de cuatro euros y medio en las tiendas instaladas en el interior del recinto, mientras que la media que se paga en los negocios exteriores por la misma bebida es de dos euros.

Sin embargo, algunos bares de la zona, en concreto, del barrio de Natzaret, se han visto perjudicados durante la última semana por el cierre del puente de Astilleros, motivo por el que "los clientes habituales no podían llegar", según indicó un vecino del barrio.

Esta situación ha mejorado desde ayer cuando empezaron a poder acudir a los bares los aficionados a la Fórmula Uno, ha explicado el vicepresidente de la asociación de vecinos de Natzaret, Julio Moltó.

Esta zona de la ciudad también ofrece la posibilidad de ver el paso de los bólidos desde los balcones y las terrazas de la calle J.J. Dómine, para las que los vecinos o inquilinos de las viviendas han contratado servicios de restauración y han invitado a los amigos y conocidos que desearan ver desde esa altura el espectáculo.