Deja de Bailar, no se lleva y es muy cansado. De esta manera se plantaba Carlos Berlanga en una de las primeras canciones que compuso cuando fue expulsado de los Pegamoides y creó Dinarama, mientras Alaska seguía haciendo su verano de oro al ritmo de 'Bailando'.
Los bailes, esos movimientos espasmódicos que la juventud realiza en la oscuridad de las discotecas con los ritmos de moda. Unas veces son plásticos y armoniosos y otras un despropósito sin sentido. Aprovechando que aún nos queda algo de verano y que quien más o quien menos tiene su pequeña verbena en el pueblo donde está disfrutando de su merecido asueto, vamos a repasar una serie de bailes que marcaron un antes y un después en el mundo de la contractura muscular, el desplazamiento de cadera irreversible o, simplemente, el ridículo más espantoso delante de un montón de gente.
El madison, la yenka, el twist, la raspa, el rock n roll y, como no, el agarrado. Todos bailes de la época de cuando reinó Carolo y que nuestros padres practicaron en guateques caseros donde el soso de la pandilla se quedaba relegado en un rincón a poner los discos y la fea se apostaba en la puerta para avisar cuándo venían los padres del anfitrión para encender rápidamente la luz.
Menos mal que ya en los 70 el tema de las discotecas empezó a estar menos mal visto. Los discos arrasaron en estos locales que empezaron a prescindir de las orquestas y grupos en directo. Películas como 'Fiebre del sábado noche' o 'Por fin ya es viernes' popularizaron estos antros de perversión y vicio donde desde entonces se han practicado ritos ancestrales como:
El bimbó de Geogie Dann
Un baile que causaba sensación con una melodía que iba directa al corazón. Georgie Dann, un francés que venía del mundo del Jazz se enfundó unos zapatos de plataforma y un pantalón campana y arrasó con la que sería una de las primeras de una larga lista de canciones del verano. El baile era una memez, pero servía para ligar, que es de lo que se trata en muchas ocasiones y para que todos lo pudieran practicar, Georgie y sus chicas lo reproducían paso a paso en fotos de la contraportada del single. Posteriormente Georgie nos ha torturado décadas con otras canciones del verano pero, que yo recuerde, ni la barbacoa, ni el negro, ni me cago en tó, tienen coreografía. ¿Dificultad? Ninguna. Simplemente es girar 360 grados sobre tu eje dando pequeños saltitos y chocando tu cadera contra la de tu pareja.
María Jesús y Los Pajaritos
María Jesús era una chica que desde pequeña llevaba tocando el acordeón por los bares de Benidorm a la que en 1981 se le apareció la virgen con esta canción de origen alemán. María Jesús pilló la idea, hizo su versión y tuvo mucho éxito, que es lo que tiene la gente que es perseverante y trabajadora. Ella no es la creadora ni nunca ha presumido de ello, simplemente hizo la adaptación al castellano de un baile que consiste en imitar el aleteo de un pájaro, dar palmas y... bueno ¿qué hago explicando el baile de los pajaritos?. ¿Dificultad? depende de tu estado de embriaguez para mantener el equilibrio cuando hagas el paso de agacharte y mover la colita. La sangría no ayuda.
El baile de la mané. Consultando datos aparece como canción infantil, pero me da que eso ha sido posterior. Ernesto y la Vieja Banda eran un grupo que apareció un verano con 'el baile de la mané' y aún sigue sonando en verbenas depende del cutrerío del que haga gala la orquesta contratada. Un poco a semejanza de los bailes de granero americanos donde un narrador va diciendo a los danzantes el paso que tienen que realizar a continuación, el baile de la mané iba subiendo en picardía cuando Ernesto anunciaba "una mané en la cabecé y la otra mané en el culé del compañé". ¿Dificultad? Lo que cuesta es tener las agallas de salir a bailarlo, luego es como todo: dejarse llevar.
O lo que toda la vida se ha llamado "hacer el cafre". Podemos datarlo en el punk, pero el pogo se puede bailar también en conciertos de grupos psychobilly, skins... Da igual. El rollo es empezar a dar saltos como un oligofrénico y tirarte encima de los demás a empujón limpio. Viene bien si entre el grupo de danzantes hay alguien que te cae mal porque puedes aprovechar para meterle un buen patadón con tus botas Marteens y ajustar cuentas. ¿Dificultad? Se recomienda que seas un tipo bastante alto y con peso pero a la vez ágil. Vas a recibir patadas, empujones y puñetazos, te van a desplazar de un lado a otro de la pista y terminarás en el suelo recibiendo alguna patada en la cabeza. Más que un baile es deporte de riesgo, sobre todo si se meten skinheads franceses, como vi en un concierto de los Cramps, que bailando pogo se dedicaron a sacar navajas a los que estaban al lado. No es muy recomendable.
En plena fiebre discotequera apareció el robot. Más que un baile eran una serie de pasos donde te ponías tieso como si te hubieras tragado un palo y hacías gestitos sintéticos como de robot de película cutre. Si lo hacías en la discoteca justo cuando echaban humo y apagaban todas las luces para conectar el flash ya eras el amo del lugar. El difunto dj del programa 'La juventud baila' Nacho Dogan lo hacía. ¿Dificultad? Bastante. Tienes que ser muy bueno para parecer un robot y no dar pena haciendo creer que imitas a Chiquito de la Calzada.
Bailar a "lo mecano" se llamaba en los 80 al bailecito insustancial de quedarte clavado en un sitio, arrastrar los pies en el suelo como si pisases aceite y agitar las manos a la altura de la cadera de un lado a otro. Más o menos como hacía el primo Carlton de la serie de tv 'El príncipe de Bel Air' cuando sonaba Tom Jones, pero poniendo cara de estar haciendo algo muy trascendente y pose muy afectada.
En realidad este baile viene de Inglaterra y lo practicaban los New Romantics. Se puede ver en los primeros vídeos de Duran Duran, Spandau Ballet y Visage. En España lo usó mucho en sus tres primeros singles Mecano y el bailecito se quedó con el sobrenombre de "bailar a lo mecano". El grupo Los Santos en su canción de 1983 'Nueva apariencia' menciona como claves para ser moderno y estar al día compar fanzines, fumar Winston y bailar a lo mecano. ¿Dificultad? Ninguna. Sólo dejarte llevar y si te pones sobre los hombros una pañoleta rollo mantel como hacían los tecnos valencianos ya estás de cuadro perfecto. Un trapo de esos tipo palestino que vendían en Hambre & Miseria también vale.
Los primeros 80 hicieron mucho daño a la música. Todos éramos muy trascendentales y oíamos canciones sobre la profundidad del ser, la muerte y el tormento interior. ¿Cómo bailar eso? Muy fácil. Te apoyabas en la barra sin quitarte las gafas de sol (daba igual la hora y la estación. La gafa de sol se llevaba siempre), en una mano aguantabas la copa, la otra la metías al bolsillo y como mucho marcabas el ritmo de los Cure, Smiths, Church o The The con la rodilla. Si ya eras un experto podías menear un poco a cabeza mientras canturreabas el último éxito de la lista indie del New Musical Express. ¿Dificultad? Ninguna, sólo un sentido del ritmo básico para mover la rodilla con la batería de la canción. Costaba más tener la actitud y el modelón adecuado para no dar el cantazo más que el baile propiamente dicho.
A bailar break dance.
Aquí ya entramos en terreno serio. Complicado y sólo para profesionales o gente con aptitud para el baile. Un break bien hecho es todo un arte. Los pasos de mover el cuerpo como si te hubiera dado un calambre que te recorre por entero, girar sobre ti mismo en el suelo, piruetas varias... Si lo haces bien te queda algo muy chulo, si no, te puedes hacer daño. ¿Dificultad? Sólo para expertos y artistas.
Pones cara de trance, cierras los ojos y haces que tocas una guitarra imaginaria. Sí, ¿cuántas veces has visto hacer eso a los triunfitos, Sergio Dalma o Miguel Ríos? Miles. ¿Y a que te parece que es de dar pena? Pues entonces no sé qué haces repitiéndolo cuando suena el solo de tu grupo jevi favorito. No eres Eddie Van Halen. No eres Angus Young. Aún así el bailecito tiene tanto calado que el juego 'guitar player' no es más que una adaptación electrónica de lo que todos hemos querido ser alguna vez: un guitarrista de los molones. ¿Dificultad? Ninguna, pero si tienes pelo largo y lo agitas arriba y abajo ayuda a que el efecto sea... ¿más lamentable?
Suene lo que suene. Da igual que sea jevi, rock, pop, folk... Tú eres una choni de cuidado y por ello todo lo aflamencarás y agitanarás poniéndote a dar palmas de manera compulsiva como si en tu cabeza todo lo que oigas se transforme en el nuevo single de Camela. Eres de las que en una discoteca de techno industrial no tienes reparo en pedir 'una rumbita'. Eres lo peor de lo peor, vamos. ¿Dificultad? Lo difícil es aguantar a un grupito de chonis al lado tuyo palmeando como si se fuese a acabar el mundo y reprimir tus instintos asesinos.
A Ibiza llegó el verano del amor, el éxtasis y todos como locos a bailar jaus y acid jaus. Los mercadillos se llenaron de camisetas con el smaily y hasta el super pop regaló cassettes recopilando lo mejor del jaus.
En las discotecas pañuelos piratas a la cabeza, vaqueros remangados con rotos, zapatones modelo 'robot' y zapas de rapero y mucha chapita de la carita sonriente amarilla. Para bailar ponías cara de trance, movías las manos elevándolas al cielo, y mucho movimiento espasmódico. Vamos, lo que hacía Almodóvar cuando bailaba con bata y redecilla de maruja el 'Suck it to me', pero vestido de moderna londinense. ¿Dificultad? Las drogas ayudaban mucho a entrar en trance así que a más colocón, menos dificultad. Tú mismo.
Ese engendro del diablo, King Africa, y 'Paquito el chocolatero'
La canción favorita de ese icono del saber estar que es Lady Bienvenida Pérez. Todo un clásico en verbenas de la zona del Levante hasta que apareció ese engendro del diablo que grita mucho llamado King Africa. El baile es el de toda la vida así que no hay nada que añadir aunque creo yo que el paso de agacharte, meter tu mano entre tu entrepierna para que te la agarre el de atrás y hacer una cadeneta más propia del cuarto oscuro de una sauna que de un salón de bodas, debe ser un añadido posterior a tan tradicional baile. ¿Dificultad? Es más difícil verlo como espectador de la vergüenza ajena que da, que practicarlo. Ya puestos... el suicidio social es una forma como otra cualquiera de arruinar tu vida.
En las bodas se sigue practicando y creo que va para largo. Da igual la de trajes de marca, vestidos de noche y chaqués por metro cuadrado que haya en el convite, siempre saldrá una pija o un borrachuzo diciendo eso de "una boda sin Paquito y el Chikilicuatre ni es boda ni es nada". Y ahí los tienes, con moño de peluquería, pendientes de los buenos, trajes carísimos de la muerte y haciendo el gilipollas con el crusaito, el maikel jakson, el robocop y su puñetera madre. ¿Dificultad? Depende de lo que hayas bebido o lo mongui que seas para hacerlo por voluntad propia.
Fangoria y 'La mosca muerta'
¿El baile de este verano? Tuvo gracia cuando apareció hace diez años y Alaska se puso a jugar con los ordenadores y creó una canción con la base de Sigue Sigue Sputnik y un par de samplers de Batman y los Ramones, pero tuvo cinco minutos de gracia. No más. Tirarte en el 2008 al suelo con 45 años imitando los movimientos de una cucaracha boca arriba moviendo las manos y pataleando mientras dos travestis danzan alrededor tuyo con matamoscas es que tienes que ser muy fan para encontrarle sentido. ¿Dificultad? Que se sepa el baile sólo lo practica su creadora, Alaska, en los conciertos. Que ni sus fans le sigan en esa mamarrachada da a entender que aún hay esperanza para la raza humana.
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