Georgia: Mijaíl Saakashvili, el exaltado del Cáucaso

"El David georgiano va a vencer al Goliat ruso". El 12 de agosto, ante casi 100.000 personas reunidas en el centro de Tiflis, el presidente georgiano Mijaíl Saakashvili seguía martilleando con su discurso nacionalista de victoria. Al arrastrar a su población a una guerra sorpresa en Osetia del Sur, Misha ha puesto en un aprieto a Occidente y le ha dado a Rusia la ocasión de hacer una demostración de fuerza militar y política en la región. ¿Ataque de locura o golpe de efecto político? Retrato de un joven presidente precipitado.

(EFE)

Un joven revolucionario de unos treinta años, con una rosa en la mano, disertando sobre pacifismo y democracia en la tribuna del parlamento georgiano. Así se presentó Mijaíl Saakashvili al mundo en 2003. Tras impugnar las elecciones parlamentarias del 2 de noviembre, el líder del Movimiento Nacional se proclama vencedor. Entre manifestaciones y declaraciones explosivas, el hombre gana en popularidad y consigue forzar la dimisión del viejo 'zorro del Cáucaso', Eduard Shevardnadze.

En enero de 2004, Mijaíl Saakashvili se convierte en el tercer presidente de la Georgia independiente. Tiene sólo 36 años y anuncia firmes objetivos nacionalistas. Promete una Georgia unida y el fin de las agitaciones separatistas en Osetia del Sur, Abjasia y Adyaria. En esta última provincia, Aslán Abashidze, líder de los rebeldes, es obligado a dimitir; Mijaíl Saakashvili consigue restaurar la autoridad georgiana desde el 2004.

Esta innegable victoria del nuevo presidente suscita la euforia entre la población georgiana. Pero, ya desde entonces, su voluntarismo impaciente inquieta a los observadores. En una entrevista concedida a Caucaz.com en 2004, Jean Radvanyi, director del Observatorio de Estados Postsoviéticos del INALCO [siglas francesas del Institut National des Langues et Civilisations Orientales], ponía sobre aviso:

"La manera en que se forzó a Aslán Abashidze a salir de Adyaria, acarreó cierta euforia en mayo pasado, la cual incitó sin duda al Gobierno a emprender una serie de actuaciones que no han resultado convincentes, porque las situaciones de Abjasia y Osetia del Sur son completamente distintas a la que se observa en Adyaria. Sus habitantes son georgianos musulmanes que hablan georgiano y son parte integrante de la comunidad georgiana. En cambio, ni los osetios del sur ni los abjasos tienen hoy día esa percepción. Todo lo contrario. Desde principios de los años 90, se ha instaurado un clima de desconfianza, agudizado posteriormente a raíz de las decisiones y actuaciones llevadas a cabo desde Tiflis".

La esperaza truncada de la Revolución Rosa

El amigo de Occidente, el hombre que desea hacer de Georgia un miembro de la OTAN, tiene el perfil del demócrata ideal. Primero, por su trayectoria. Estudios de Derecho en Kiev, Nueva York y Washington. Un dominio perfecto de varias lenguas: georgiano, ruso, francés, inglés. Su paso por el Instituto Internacional de Derechos Humanos de Estrasburgo. Y una rectitud acreditada. Siendo Ministro de Justicia del presidente Eduard Shevardnadze, dimite provocando el escándalo en septiembre de 2001. Acusa a los ministros de Economía y Seguridad del Estado de corrupción, y exhibe, en pleno Consejo de Ministros, fotos de sus propiedades.

El demócrata mete a su país en cintura, pero, de la Revolución Rosa, no queda en 2008 más que una esperanza truncada. El hombre de fisonomía (un poco) bonachona se revela autoritario. En octubre pasado, se detiene al ex ministro de Defensa, Irakli Okruashvili. Este antiguo hombre de confianza del Presidente, que había pasado a la oposición, hace unas declaraciones escandalosas acusando a Mijaíl Saakashvili de corrupción y de haber ordenado el asesinato de varios opositores.

En la capital, Tiflis, tienen lugar manifestaciones en su defensa. Mijaíl Saakashvili utiliza su retórica habitual y acusa a Moscú. Las manifestaciones son violentamente reprimidas. En noviembre, se cuestiona el resultado de las elecciones, y los opositores se manifiestan. Se declara el estado de emergencia. La televisión estatal es la única autorizada a emitir. Irakli Okruashvili se refugia en París, donde obtiene asilo político.

Un presidente debilitado tras la aventura osetia

Finalmente, Mijaíl Saakashvili es reelegido en enero de 2008 en unas elecciones anticipadas cuyos resultados son impugnados por una oposición creciente. Parece que el Presidente ha pisado el acelerador para cumplir con sus compromisos de campaña y lograr la reunificación de una Georgia desembarazada del yugo ruso. Frente a las provocaciones de Moscú, que apoya abiertamente a los separatistas, el presidente georgiano replica.

Rechazada por los rusos en sus territorios, y a pesar del apoyo discreto de los occidentales, Georgia sale perdiendo, y Mijaíl Saakashvili debilitado. Aunque la oposición y la población lo sostengan en nombre de la unidad del país y contra Moscú, el Presidente tendrá que rendir cuentas: David no ha vencido a Goliat.

*Artículo originalmente publicado en el medio digital francés Rue89.