Es complicado acercarse a la figura de Antonio Ferres sin repetir la serie de tópicos con los que uno ha de lidiar: un "clásico del realismo de posguerra" por aquí, un "generación marcada por la Guerra Civil" por acá... ¡y ya está! Ya tengo preparada mi reseña para el suplemento literario de marras... Una reseña comodín (y bien comodona) que se emplea repetidamente para hablar de cualquier obra de este autor sin hacer alusión alguna al libro en cuestión.
El gran Antonio Ferres.
Escuchando a Ferres uno se da cuenta de que vive en un Madrid erizado de memorias: el de la infancia en el barrio de Argüelles, el Madrid trágico de la guerra, el de los años malditos de la durísma posguerra, el Madrid clandestino de la oposición a la dictadura y el exilio... pero tantos momentos significativos en una biografía (recogidos en 'Memorias de un hombre perdido'. Debate, 2002) pueden llegar a ocultar al gran escritor que es todavía Antonio Ferres.
Muestra de ello son los cuentos agrupados en este 'El caballo y el hombre y otros relatos' en los que el madrileño da muestra de la variedad de registros que maneja (algo comprensible dado que entre el relato 'El baile de los perros atados' y 'Cine de barrio' median más de 50 años). Y esta variedad de registros bascula entre lo autobiográfico de 'El colibrí con su larga lengua' y lo metafísico en el relato que da nombre al libro, desde lo angustioso de 'El camino' hasta lo sorprendente en el relato de ciencia ficción 'El color amaranto'. Mientras tomamos un café nos cuenta que actualmente está trabajando en esta línea, la de la fantasía sin trabas, lo que le permite acercarse con mayor libertad al universo de los mitos.
Otros relatos presentes en este libro dan origen a otro lugar común al hablar de Ferres: aludir a la influencia de William Faulkner (ahí está el extraordinario 'La esposa', con sus frases secas y cortantes). Sin embargo más notoria que la impronta del autor de 'El ruido y la furia' es la querencia del madrileño por los grandes cuentistas rusos como el propio Antón Chéjov o por el español Pío Baroja. Sin embargo, una vez en su casa de la barriada de Cuatro Caminos, hablamos —Ferres es un conversador sin diques— de su interés por lo que hacen escritores actuales como Belén Gopegui o Isaac Rosa (autor de la e.x.t.r.a.o.r.d.i.n.a.r.i.a 'El vano ayer') y de la gran mentira de los premios y demás mercadería literaria.
Cuando salimos de nuevo a la luz nos preguntamos cómo Ferres ha podido pasar tanto tiempo en el purgatorio literario en el que quisieron encerrarlo los mismos críticos mamporreros que le habían aupado con anterioridad. No ha sido hasta que Javier Santillán, el fino editor de Gadir, se ha ocupado de recuperar su obra y reivindicar su figura que los focos no han vuelto a situar al escritor como uno de los grandes cuentistas de su generación, a la altura de Ignacio Aldecoa o Juan García Hortelano.
Aquí están algunas de las piezas de este poliedro (redescubierto) llamado Antonio Ferres:
Todos ellos, editados por Gadir.
*El colectivo literario 'Tipos Infames' se compone de Alfonso Tordesillas, Gonzalo Queipo y Francisco Llorca.
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