Uribe llega a la mitad de su segundo mandato con nuevos rumores de reelección

Bogotá.-  El presidente de Colombia, Álvaro Uribe, cumplió hoy dos años de su segundo mandato de cuatro con un alto índice de popularidad por sus avances en materia de seguridad y con la promoción por sus seguidores de una segunda reelección en 2010.

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(EFE)

El presidente de Colombia, Alvaro Uribe (i), habla con el comandante de las Fuerzas Militares de Colombia, General Freddy Padilla De León (d), durante una ceremonia militar hoy, con motivo de la celebración del día del Ejército de Colombia, en la Escuela Militar José María Córdova de Bogotá.

Uribe, el único mandatario colombiano en ser reelegido en casi un siglo, completa así seis años en el poder con una popularidad basada en su programa eje, la seguridad democrática, y acrecentada por el reciente rescate de quince rehenes de la guerrilla de las FARC, grupo al que su gobierno tiene acorralado.

El gobernante, reelegido en 2006 gracias a una reforma constitucional y que conserva en las encuestas un atípico nivel de aceptación del más del 80 por ciento, se ha resistido a confirmar si aspira a ser reelegido, pero sus partidarios lo presionan a que repita.

El jefe del Estado se limita a afirmar que "hay que reelegir la Seguridad Democrática", lo que se interpreta como un interés en que su sucesor recoja sus banderas y no se trunquen sus programas.

Los defensores de Uribe citan entre sus logros la recuperación de la seguridad en ciudades y carreteras, la reducción del terrorismo a la mínima expresión y el aumento de la inversión y el turismo.

Entretanto, los críticos destacan errores en materia diplomática y poca atención a lo social, y advierten nubarrones en la economía.

Luis Guillermo Giraldo, secretario del Partido de la U -uno de los grupos uribistas-, anunció que ya están listos las 5 millones de firmas que respaldan la petición de la reelección presidencial.

Ello pese al escándalo de la "parapolítica", desatado en 2006 cuando empezaron a ser detenidos más de treinta congresistas afines al mandatario acusados de nexos con los paramilitares de derecha.

Irónicamente, el gobierno celebró conversaciones de paz con las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), unión de los escuadrones paramilitares, que desmovilizaron a más de 31.000 combatientes.

El senador Gustavo Petro, del grupo opositor de izquierda Polo Democrático, calificó la gestión de Uribe en lo social con 1,0 sobre 5 puntos, si bien destacó su lucha contra la insurgencia, pero señaló que el presidente no ha logrado "desparamilitarizar el país".

La ex ministra Cecilia López, del Partido Liberal, considera que se deben reconocer los éxitos en materia de seguridad, pero dijo que "Uribe ha descuidado la agenda del desarrollo".

Durante la gestión de Uribe las Fuerzas Militares han eliminado a numerosos líderes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), entre ellos el segundo al mando, "Raúl Reyes", abatido en marzo junto a otras 25 personas en una incursión en territorio ecuatoriano que ocasionó una crisis diplomática con ese país.

Pero el golpe más contundente fue el del 2 de julio, cuando el Ejército se infiltró en las FARC y rescató sanos y salvos a la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt, a tres estadounidenses y a once militares y policías que llevaban hasta diez años cautivos.

Por ello, el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, afirmó que las FARC cayeron "en su peor momento de sus 44 años de existencia".

La buena imagen de Uribe le permite sobrevivir a los errores de su propio gobierno.

El último ha sido el descubrimiento de que en la operación de rescate de los rehenes de la guerrilla algún militar utilizó deliberadamente emblemas del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y las Fuerzas Militares se lo ocultaron al jefe del Estado.

Uribe debe terminar la tarea de aplicar la ley de Justicia y Paz, promulgada para regular la desmovilización de los paramilitares y, en caso de que se logre, de guerrilleros de izquierda.

Asimismo, algunos sectores políticos reclaman el acuerdo humanitario con las FARC para liberar a los restantes rehenes y hallar una salida política al conflicto.

También tiene entre las asignaturas pendientes recomponer las difíciles relaciones con sus vecinos, especialmente Venezuela, Ecuador y Nicaragua, con cuyos gobiernos socialistas tiene grandes diferencias.