"Forma el nombre de una ciudad con las siguientes letras: BRALECNOA". No se trata de un ejercicio de Lengua para niños de 2º de Primaria sino del gancho de un 'call tv' o, lo que es lo mismo, uno de esos programas de televisión en el que los espectadores llaman por teléfono para conseguir un premio. Y la prueba es exactamente eso, un gancho. Porque el objetivo de las productoras de estos formatos es enganchar a aquellos que se encuentran al otro lado de la pantalla para que llamen, intenten participar y paguen por ello.
La esencia siempre es la misma: preguntas con respuesta obvia y un premio que —cosas del directo— ninguno de los espectadores a los que se da paso consigue llevarse. ¿Pero cómo es posible fallar ese tipo de preguntas? Para muchos de los espectadores, la explicación está clara: los programas tienen truco. El presentador de uno de estos espacios nos cuenta cómo "de las diez llamadas a las que doy paso en cada programa (de una hora de duración) generalmente sólo dos son reales". ¿Y qué pasa con el resto? "Son gente de la redacción, los propios compañeros. Además, estas llamadas son las que siempre se llevan los mejores premios mientras que las que entran de manera automática se llevan premios menores", asegura. Su programa se emite en varias televisiones locales y cuentan con una centralita "que selecciona una llamada de cada cinco. Está claro que roza la ilegalidad pero es imposible demostrarlo a no ser que haya una persona controlando cada una de las centralitas", cuenta.
La semana pasada, el organismo regulador de radio y televisión de Gran Bretaña multó a la BBC por engañar a la audiencia fingiendo ganadores de concursos. La cadena deberá pagar 400.000 libras (más de medio millón de euros), una cifra pequeña en comparación a los 5,68 millones de libras (7,2 millones de euros) que pagó la británica ITV por un caso similar.
En España, muchos recordarán el escándalo de Telesierra en 2005. Los propietarios de la cadena, la familia Del Campo, fueron acusados de estafar más de 5 millones de euros a los espectadores con un procedimiento muy básico: emitían programas grabados pero seguían aceptando llamadas a números 806 (número de tarificación adicional). Telesierra mantenía a los posibles concursantes hasta 30 minutos al teléfono, con el gasto que esto suponía.
Pero, a pesar de que la cadena cerró y se mandó a la cárcel a sus directivos, poco cambiaron las cosas después de Telesierra. Si hasta hace poco este formato estaba reservado a las televisiones locales, que los incluían en su programación de la madrugada, los 'call tv' se han convertido en una apuesta segura para las generalistas. Sólo hay que echar un vistazo a la última página de los diarios para ver cómo todas las privadas emiten estos espacios y, en épocas como la estival, incluso se han instalado en la programación de la mañana. Además, existen televisiones locales de TDT y por cable que dedican el 100% de su programación a estos espacios.
La dinámica de los programas tampoco ha cambiado mucho. Sigue habiendo "concursantes" que no aciertan cuál es el nombre de la fruta que empieza por 'fre' y acaba por 'sa', a pesar de que los afanados presentadores —todos jóvenes, guapetes, con tendencia al melodrama y que gesticulan sin parar— no paran de dar pistas que entenderían hasta los niños de 4 años. "Todo el mundo sabe que se trata de animadores de dentro de la cadena pero no es algo que se pueda demostrar a no ser que sea a través de una investigación judicial", asegura lleana Izverniceanu, portavoz de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).
Ya que no está en su mano comprobar que las productoras seleccionan las llamadas que entran en directo, las asociaciones de usuarios prefieren centrar sus esfuerzos en "lo que sí es objetivo, claro y fácil de demostrar, que es que canalizan el engaño a través de las líneas 905", asegura Cristina, del servicio de asesoría legal de UCE-Asturias. "Lo otro debería investigarse por la vía penal y denunciar a la Fiscalía", insisten.
Los mecanismos internos de estos programas han cambiado en los últimos años y de ahí viene una de las irregularidades que denuncian las asociaciones de usuarios: los números de teléfono que utilizan no son 806 (para ocio y entretenimiento), que tienen un alto coste por minuto, sino 905, números destinados a televoto con un coste fijo independientemente de la duración de la llamada. Lo rentable para las cadenas ya no es que los espectadores pasen 20 minutos al teléfono sino que llamen el mayor número de veces posible. "Los espectadores tienen que darse cuenta de que no se trata de un concurso, porque no hace falta ninguna habilidad para resolver los juegos, que son de sentido común, sino que la dificultad consiste en poder participar. Tal y como están hechas las bases, es una cuestión de puro azar", comenta Izverniceanu.
En la mayoría de los casos (Ganas de ganar, Supernova) los participantes tienen que pasar varios filtros como ser la décima llamada que se recibe o ser una de las llamadas que se seleccionan de manera automática cada 30 segundos. Después, entre todos aquellos que han pasado este nivel, los organizadores eligen "al azar" a un participante, que entra en directo. "El problema es que no hay manera de comprobar si tu llamada ha sido la décima y mientras la gente sigue intentándolo y pagando más de un euro por llamada. Es casi imposible demostrar que hacen trampas por su funcionamiento interno", asegura Daniel Vega, de la Unión de Consumidores de España (UCE). En el caso de Telesierra, se pudo demostrar que se trataba de un fraude porque un mismo programa se emitía en diferido a distintas horas en distintos canales.
Aunque parezca un hecho menor, que los números sean 905 y no 806 no es una cuestión baladí. Los usuarios tienen una serie de derechos respecto a los 806 que no se aplican en los otros números como pedir a la compañía telefónica que no se permita el acceso a estos números, dejar pendiente de pago el importe de estas llamadas o anular el importe si la operadora no informó a los usuarios del precio de la llamada.
Otra de las irregularidades que denuncian las asociaciones de consumidores es lo que se conoce como 'enganche de línea'. "Se han dado muchos casos en los que el teléfono se queda como 'enganchado' y sigue rellamando automáticamente. Cuando llega la factura, los usuarios ven que se han producido llamadas a ese número con una frecuencia de escasos segundos, algo que es materialmente imposible y que constituye un fraude. Hemos tenido casos de facturas de varios miles de euros", aseguran desde UCE-Asturias.
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