El pueblo riojano de Santa Lucía revive su fiesta del arte efímero y paisajista

Santa Lucía de Ocón (La Rioja).-  La localidad riojana de Santa Lucía de Ocón, situada a cuarenta kilómetros al sureste de Logroño, revivió hoy su compromiso con el arte efímero y paisajista, durante la inauguración de la sexta edición de la iniciativa "Arte en la Tierra".

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(EFE)

El muñeco de parafina relleno de frutas, pan y otros objetos elaborado por el artista mexicano Darío Verastegui y por la creadora riojana Marta Martínez para la sexta edición de la iniciativa "Arte en la Tierra", que se ha inaugurado hoy en la pequeña localidad riojana de Santa Lucía de Ocón.

La muestra, que atrae anualmente a decenas de visitantes a este pequeño pueblo de 58 habitantes, está coordinada desde sus inicios por el escultor grancanario Félix Reyes, quien importó para su lugar de residencia una actividad similar a la que participó hace unos años en una localidad italiana.

"En Santa Lucía no hay casi árboles, ni tradición de tallistas, por eso los materiales que tienen utilizar los artistas son los que existen en la tierra", afirma.

Cada verano, Reyes se encarga de seleccionar a los cuatro creadores encargados de intervenir durante una semana sobre los campos de la localidad.

En esta ocasión, los artistas escogidos han sido la madrileña Raquel Monje, el francés Michel Herrería, la riojana Marta Martínez y el mexicano Darío Verastegui.

Como el trabajo es tan arduo y el tiempo de creación tan escaso, la mayor parte de los vecinos colaboran gustosamente con los artistas para que estos puedan tener su pieza a tiempo.

"Esto es principalmente lo que más me atrae de esta idea. Es un proyecto en conjunto, aunque sean artistas invitados y obras diferentes. Lo que se valora aquí es que todo el mundo colabora y que, además, lo hace de una manera totalmente gratuita", afirma Marta Martínez.

La artista riojana, que habitualmente trabaja con la fotografía, ha dejado de lado a ésta por unos días para concebir, junto a Darío Verastegui, un muñeco de parafina de tamaño natural, vestido con traje y corbata y que está relleno de frutas, pan y otros objetos.

"El muñeco se derretirá cuando la temperatura llegue a 38 grados y entonces dejará ver lo que tiene en su interior", afirma el artista mexicano, que ahora reside en Barcelona.

Verastegui recuerda que, al contrario que el resto de las piezas de esta iniciativa, que siempre se levantan en las afueras del pueblo, ellos han preferido situarla junto las piscinas, para que las calles de la localidad también atrajesen la atención de los visitantes.

Para Raquel Monje, este tipo de iniciativas de intervención en el paisaje no son novedosas, por cuanto que anteriormente ya había participado en otras en Francia, aunque sí el que los vecinos colaboren con el artista e "inviertan su energía, su tiempo, sus tierras y sus instrumentos" en obras que son de otros.

"Para mi ha sido casi más importante el proceso que el resultado obtenido", afirma Monje, quien ha elaborado un gigantesco nido de paja de cuatro metros de altura junto a un árbol, en el que pueden introducirse hasta cinco o seis personas.

"Quería hacer un nido para compartir esa necesidad que tenemos todos de buscar un lugar de refugio y también para demostrar que algo tan frágil puede transmitir un mensaje de seguridad más grande que otras construcciones más fuertes y sólidas", dice.

Michel Herrería ha ideado, por su parte, un gran tendedero, del que cuelgan piezas de plástico, algunas de ellas con forma de mano a manera de arados que airean la tierra, con la intención de captar la luz de Santa Lucía y luego trasladarla a un lugar cerrado.

El artista dice que no se siente desdichado porque su obra solo vaya a subsistir unos días, mientras las condiciones climatológicas lo permitan, ya que para él todo arte es efímero.