De pequeña ciudad a gigante urbana

BOGOTÁ (COLOMBIA).-  Uno de los más emblemáticos sitios turísticos de la ciudad de Bogotá, el Chorro de Quevedo, está situado en el barrio de La Candelaria, cuyas casas coloniales de conservación son el centro de atracción de todo tipo de turistas que allí coinciden.

*L*u*z*a* (Flickr)

Una imagen del barrio de La Candelaria.

¿Por qué empezamos el recorrido por Bogotá aquí? Pues porque, según la tradición, es donde nació la ciudad de Bogotá, D. C., capital de Colombia, y una de las más grandes ciudades de Latinoamérica, con casi siete millones de habitantes. En 1538, Gonzalo Jiménez de Quesada fundó la ciudad de Nuestra Señora de la Esperanza, en una zona conocida de tiempos inmemoriales como Bacatá, por los indígenas de la etnia muisca.

Anteriormente conocida como la "Atenas suramericana", en épocas más recientes su crecimiento, un tanto desmedido y descontrolado, la ha convertido en uno de los centros urbanos más importantes de América. En Bogotá a día de hoy el visitante puede encontrar todo tipo de estilos arquitectónicos, con la misma naturalidad con la que conviven personas de todo el país e, incluso, del extranjero.

Quienes vivimos en esta ciudad, quienes somos cachacos hasta lo más profundo de nuestro corazón, hemos sido testigos de su rápida transformación, que ha afectado todas las facetas de nuestras vidas. Los cambios han sido sociales, económicos, climáticos... Hemos pasado de habitar una ciudad en la que eran imprescindibles el paraguas, los guantes y el sombrero, a una ciudad que adquiere incluso tintes de clima cálido, como la ropa pequeña y ajustada, apenas natural en temperaturas que suben abruptamente de los 10 grados en la mañana a los 20 al mediodía. Y es que el clima bogotano, que conocimos sus habitantes hace ya años, ha mutado para convertirse en un total desconocido que ha penetrado sin permiso en los tranquilos y fríos hogares de la capital.

Un aspecto positivo de los cambios que ha experimentado la ciudad en las últimas décadas es la posibilidad de enriquecerse culturalmente con numerosos puntos de vista. Ya no es extraño encontrar habitantes de todos los rincones del país que han hecho de Bogotá su hogar. Y esto acerca a la diversidad cultural que hace tan rica a Colombia. En América se pueden encontrar todavía indígenas que caminan por las calles de las grandes urbes con sus ropas tradicionales, y aquí es muy normal ahora encontrar a índigenas kogui (de la Sierra Nevada de Santa Marta) con sus mochilas tejidas de lana virgen. Cabe anotar que mochila, al contrario del uso común que se le da en España, está destinada en Colombia a ciertos bolsos de origen y fabricación indígena, tejidos a mano y muy populares entre la juventud colombiana.

Bogotá crece cada día, llena de problemas de orden público, de servicios, de atención, pero cada vez más grande, más rica, más plural y más amplia, para convertirse en adalid de los cambios de pensamiento en Colombia, siempre tan conservadura y rígida en las costumbres. Como un mensaje que todos estamos obligados a escuchar, Bogotá se eleva de entre las brumas de la exclusión para obligar a sus habitantes a abrir los ojos y ver el mundo que los rodea.