La ciudad donde todo huele a comida

SINGAPUR (SINGAPUR).-  Singapur. Singapur. Singapur. No quiere ser la expresión escrita de un suspiro, sino todo lo contrario: tres veces porque la repetición hace la palabra más intensa, como intensa es la experiencia física de esta ciudad. Hace mucho calor, la piel suda y los movimientos se hacen pesados, al tacto Singapur es una ciudad húmeda y grasa. El olfato alucina, todo huele a comida, en cada rincón de la ciudad se mezclan los humos de los restaurantes, coffee shops y hawker centers (mercados-restaurantes) que a todas horas preparan un abanico de platos extraordinarios. Sí, porque en Singapur se mezclan tres etnias con sus culturas: china, malaya 'muslim' e india: un batido asiático.

nettsu (Flickr)

Bueno y barato: los famosos hawker center.

Es así que la cocina singapurense goza de una riqueza única. Aquí es el gusto el que viaja de verdad: imposible no probar la prata, una suerte de crepe al curry, o la carrot cake, algo así como una tortilla de nabos, o el chili crab: buey de mar hundido en salsa picante que hay que untar con pan frito chino. Para acabar la lista salivando más: el durean, el 'king' de los frutos. Su cáscara maloliente y con pinchos no invita a probarlo, pero hay que superar la primera impresión para descubrir una pulpa dulce y de sabor raro que parece resumir los sabores de todos los frutos exóticos.

Los barrios de la ciudad se estructuran alrededor de la comida, el hawker center es el epicentro. A medio camino entre un mercado y un conglomerado de chiringuitos es el punto de encuentro de los que viven en las casas populares (HDB flats), la mayoría en Singapur. Aquí las mesas llevan un numero encima y cada puesto tiene su especialidad. Hay hawker center diseminados por toda la ciudad y para todos los gustos. El de Newton Center, quizás el más conocido por los turistas, el de East Coast (la playa), perfecto para comer marisco y el de Alexandra Road, el chino más auténtico.

Después de una cena en un hawker center, si todavía hay hambre, los coffee shops, los más noctámbulos. Aquí hay comida barata: una cena sin alcohol puede costar apenas tres singapur dollars (cerca de un euro y medio). Los mejores están en Geylang, el barrio que vive más la noche. Realmente se puede comer a todas horas y la gente de aquí lo hace. De hecho el momento de comer generalmente no tiene ningún componente ceremonioso: los platos son de plástico, cubiertos de plástico y vasos de plástico, nadie espera para empezar y la comida se sucede sin orden.

Parece ser contradictorio el hecho de que, aunque la comida sea tan importante como acto social, las cocinas de las casas sean aparcadas como patios traseros. En Singapur pocos te invitarán a cenar en su hogar: el carro de la compra es más caro que una cena en un hawker center.

Pero, si no en casa, seguramente un buen singapurense invitará su huésped a cenar fuera. La riqueza gastronómica de la isla no se acaba con lo dicho anteriormente: los restaurantes ofrecen comida de todo el mundo y generalmente de muy buena calidad. Vale la pena destacar el Waraku Japanese, en Starhub Center, excelente restaurante y de muy buena relación calidad/precio.

Si ésta es definitivamente la isla del gourmet, ¿cómo puede faltar el jamón? El AVA, Agri-Food and Veterinary Authority of Singapore acaba de aprobar la importación de la exquisitez ibérica, o como ellos la llaman: "the best-tasting ham in the world" que tendrá su espacio entre las rarezas exóticas de la ciudad.