Se acerca agosto. Y las fiestas patronales de centenares de pueblos. Con ello, llegan también los concursos de carteles para anunciarlas. Un campo abonado para aficionados, ilustradores y diseñadores noveles, y sobre todo, para los profesionales del plagio.
Antiguamente, el afiche de las fiestas -o el de Carnaval, otra época del año rica en grafismo popular- se le encargaba a algún pintor del pueblo. Pero después empezaron los concursos, un modo más participativo de resolver el cartel, con la posterior exposición de los finalistas. Un jurado que bien podía estar formado por el cura, el alcalde, el maestro, el boticario y el sargento de la Benemérita tomaba la inapelable decisión.
Como quiera que la calidad no era siempre la deseada, empezaron a subirse las dotaciones, tratando con ello de acercar a los profesionales. Y es que los diseñadores tampoco es que pierdan la cabeza por participar en estos concursos, por pura estadística: la remuneración del premio no suelen ser generosa, rara vez alcanza lo que serían los honorarios que cualquier profesional recibiría por un encargo en firme, y las posibilidades de ganar son escasas, porque a los jurados muchas veces inexpertos hay que unir la sombra del amaño, que siempre planea.
Y entonces llegó internet, que todo lo globaliza y lo democratiza. Hoy cualquier consistorio de menos de 1000 habitantes convoca su concurso, que rodará de una web a otra. Hay foros específicos donde los "carteleros" debaten sobre qué concursos merecen la pena, sobre las técnicas y trucos para hacer pleno el mayor número de veces. También proliferan las páginas donde se acumulan las convocatorias de concursos de pintura, fotografía y, cómo no, diseño de carteles. Pero es que, además, nada hay más fácil que presentarse a estos concursos con el trabajo de otro. Un mínimo manejo de las búsquedas de imagen en Google o en cualquier otro buscador nos recoge miles de posibilidades donde escoger. Por no hablar de las miles de webs de ilustradores y diseñadores de todo el mundo donde inspirarse.
Algunos casos son especialmente divertidos. Por ejemplo, el del Carnaval de Vinarós del pasado año. El autor denunció que su cartel había sido plagiado para ser utilizado en el Carnaval de Vitoria. El revuelo tuvo su efecto, descubriéndose que la ilustración del cartel supuestamente plagiado era a su vez un plagio de un dibujo del ilustrador Albert Rocarols.
Lo curioso del tema es que lejos de amedrentarse, los ayuntamientos siguen convocando estos concursos. ¿Quiénes son los damnificados? Podríamos pensar que el convocante, pero no está claro que la polémica, en caso de producirse, les perjudique. Al contrario, los medios en agosto necesitan de estas noticias a falta de otras, y le darán un desproporcionado espacio al concurso, al escándalo y por extensión al evento, que es de lo que se trata. ¿El autor plagiado? Tampoco está claro que salga perjudicado, evidentemente no hay daño económico y los daños morales se compensan por el placer de saberse copiado -muy gratificante para el ego- y el aparecer en los medios por una vez. Entonces sólo nos quedan los que honestamente se presentaron al concurso, con un trabajo original que hubiera podido ganar.
Este verano a buen seguro se producirán unos cuantos plagios. Y como divertimento, queremos aventurar el primero. ¿Qué ayuntamiento de la sierra granadina se verá en la tesitura de exigir al autor la devolución del premio cuando se sepa que han premiado un cartel para las fiestas de agosto que es razonablemente parecido a una ilustración del genial ilustrador neoyorkino Grotesk? Hemos tapado el nombre del pueblo para darle emoción, habrá premio para quien lo adivine.
A la izquierda cartel ilustración de Grotesk, en el centro cartel de fiestas de un pueblo de Granada, a la derecha las dos imágenes sobrepuestas.
NOTA FINAL A LA NOTICIA
El autor del cartel que se reproduce al final de este post se puso en contacto con el ayuntamiento que concovó el concurso y tras comunicar su actuación a los responsables ha devuelto el premio. El cartel no ha sido impreso.
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hombre, no se parece tanto. en vez del ladrón ha puesto un tío con sombrero cordobés. +
si el autor es del pueblo, lo suyo es que lo tiren al pilón, que es como siempre se han arreglado las cosas en los pueblos. Y despues, tan amigos todos, que siga la fiesta +
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