¡Extra, extra! Inditex enseña la cara del diseñador de Uterqüe

La novedad no es que Inditex abra una cadena centrada en los complementos, Uterqüe, sino que presente al diseñador estrella cuando hasta ahora una discreción casi patológica ha marcado su estrategia. ¿Significa que la crisis obliga a poner en practica una nueva política?

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Manuel Ruyman, diseñador de Uterqüe, con una de sus creaciones.

Con los rizos alborotados, su dorada piel canaria, las esclavas de ante en los pies y el enorme collar como sacado de la última edición de Vogue británico enroscado el cuello, no cabe duda de que se dedica a la moda. Pero hasta que el jefe de prensa de Inditex no te cuenta que ha venido el diseñador de Uterqüe a la apertura para los medios, no le identificas claramente.

Entonces comprendes que estás presenciando una escena especial. Resulta un shock poner cara a la estrella del equipo de diseño de la nueva cadena que preside Amancio Ortega. Que Manuel Ruyman Santos Fernández te explique que antes estuvo en París con Sonia Rykiel y después en Nueva York con Marc Jacobs hasta que le contrataron en Arteixo, la sede gallega, hace dos años para ocuparse del diseño de Zara Basics pero que enseguida percibieron que donde encajaba era en Uterqüe, no es lo normal.

El ejercito de diseñadores que trabajan en Inditex carecen de nombre y apellido. Son, como el resto de empleados, piezas de un perfecto engranaje en el que el personalismo está prohibido. Hasta la fecha.

Tampoco es marca de la casa presentar a los medios de comunicación un proyecto. La cita es en Madrid, en la calle Serrano, 40. Un local al lado de Max Mara y Salvatore Ferragamo -dos marcas italianas de lujo- que transmite desde fuera un medido minimalismo. Bolsos, zapatos, botas, carteras, paraguas, pañuelos y una exigua colección de prendas con vocación de perdurar en el armario varias temporadas. Todo sobrio, elegante, chic, acabado con detalle y realizado en materiales de calidad. Excepto la bisutería, que, absolutamente vintage y llamativa, recorre un siglo, desde el art decó al barroquismo de los noventa. Piezas enormes como mandan las tendencias otoño-invierno, dispuestas a resarcir a sus dueñas de la tiranía de la crisis.

Eso sí, con empaquetado al estilo Loewe o similar, en cajas anudadas con lazos de seda. Un precio fetiche, 69 euros, impreso en multitud de etiquetas. Unas etiquetas que recuerdan a las de Bimba & Lola, la marca del galgo creada por las sobrinas de Adolfo Dominguez y avalada por la empresa familiar que ha experimentado un espectacular crecimiento y expansión en los dos años que tiene de vida. Comparte filosofía, ofrecer complementos que podrían ocupar los escaparates de una tienda de lujo, a precios asequibles. No regalados pero si asumibles por la clase media, media alta. No pensarían que Amancio Ortega, famoso por su inmediata capacidad de reacción, se iba a quedar con los brazos cruzados viendo como su competidor gallego le tomaba la delantera en esa franja de negocio. Está demostrado que en época de vacas flacas los consumidores tiran de complementos para renovar su aspecto sin invertir en más trapos.

Por lo pronto, mañana se inauguran cinco espacios. Dos en Madrid, en Fuencarral 144 además del de Serrano. Dos en Barcelona, en Paseo de Gracia, 65 y en Puerta del Ángel, 15. Más el de A Coruña, ciudad sede de la compañía, en la plaza de Lugo, 21. De aquí a final de año está previsto poner en marcha entre 20 y 30 tiendas más, dependiendo de la aceptación que tenga el producto. Uterqüe es una palabra latina que significa 'el uno y el otro', aunque lo realmente importante es que funciona bien en distintos idiomas, algo esencial para el imperio textil, la auténtica colonización española.