Se acabaron las apuestas. Al final el premio Príncipe de Asturias de las Letras no fue para el británico McEwan, ni para el albanés Kadaré, ni tan siquiera para el «Sin Tierra» Juan Goytisolo (¿pero de verdad alguien esperaba que los Ansón, Dragó y demás miembros del jurado votasen por Goytisolo?). Quien finalmente se ha llevado el gato al agua ha sido Margaret Atwood, lo que supone una magnífica oportunidad para acercarse a la figura más destacada de las letras canadienses.
Margaret Atwood
Y es que a pesar de su importancia Margaret Atwood (Ottawa, 1939) es poco conocida por los lectores españoles, siendo su presencia en las librerías una rareza transitoria hasta hace bien poco. Sin embargo, fueron muchos los que pensaron en ella tras la concesión del Nobel a Doris Lessing el año pasado. Y lo hicieron porque, más allá de un similar e incuestionable ejemplo ético al oponerse a cualquier tipo de dominación, Atwood es, además, una gran escritora. Y en su caso es imposible separar a la activista de la escritora, porque son sus obsesiones como ciudadana (búsqueda de una identidad nacional frente al vecino norteamericano, compromiso ecologista, reformulación de la condición femenina...) las que subyacen en el fondo de su obra y la dotan de sentido.
Lo que viene a continuación es el intento de cartografiar un inmenso territorio (ensayo, crítica, novela, poesía...) llamado Margaret Atwood:
«El cuento de la criada» (Punto de lectura, 2002). La obra más conocida de Atwood gracias a la adaptación cinematográfica del director Volker Schlöndorff con guión del Nobel británico Harold Pinter. «El cuento de la criada» es una narración distópica acerca de una Norteamérica futura en la que el fundamentalismo niega toda condición femenina, reservando a las mujeres un mero papel reproductor. Con esta obra, que obtuvo el Arthur C. Clarke Award, demostró que la dominación sexista está íntimamente ligada a la dominación política. El mundo feliz de Huxley desde el punto de vista de una mujer.
«El asesino ciego» (Zeta, 2005). Con esta obra Atwood se hizo con otro gran premio: el Booker Prize. La historia de la familia Chase a lo largo del siglo XX -con parada en la guerra civil española- a través de la memoria de una anciana y la relación con su hermana. Una novela repleta de resortes, en la que los diferentes materiales (historia y ficción, noticias de prensa y novela dentro de la novela) encajan en una estructura similar a un antiguo juego chino.
«Resurgir» (Alianza, 2004), novela incluida por el cansino pontífice Harold Bloom dentro de su Canon Occidental, es un alegato ecologista en el que denuncia la acción del hombre sobre su entorno natural. La preocupación de Atwood por el medio ambiente está presente en toda su obra, algo que ya se podía ver en su seminal libro de poemas «The Journals of Susana Moodie», en el que a través de una pionera en la conquista de la frontera canadiense evocaba un mundo a punto de desaparecer.
Y es que aunque no sea su faceta más conocida, Atwood es una magnífica y muy prolífica poeta. En castellano se publicó hace unos años «Juegos de poder» (Hiperión, 2000), una colección de poemas traducidos por Pilar Somacarrera en los que se acerca al amor como constructo cultural y al rol asignado a la mujer dentro de él. En esa misma línea podía leerse la que fue su primera novela aparecida en 1969: «La mujer comestible» (Ediciones B, 2004), en la que denuncia el absurdo de los roles asignados a la mujer, pero no con el tono sesudo y denso de otras autoras, sino mediante el humor y la ironía. Algo que ha sido constante a lo largo de su obra y que se puede comprobar en las piezas breves agrupadas en el volumen «El huevo de Barba Azul» (Alcor, 1989).
Los últimos libros de Atwood aparecidos en España han sido el libro de relatos «Érase una vez» (Lumen, 2007) y «Desorden moral» (Bruguera, 2007), en la que la canadiense vuelve a escribir acerca del devenir y el paso del tiempo a través de una historia familiar. Estos han sido los últimos títulos que se podían encontrar en las librerías, pero eso era antes de ser tocada por la varita mágica de Asturias... prepárense para el aluvión editorial y déjense empapar.
Posdata Infame: ¿Crees que ha sido justo el premio? ¿Quién habría sido tu candidato? Si Sánchez Dragó es capaz de eyacular hacia dentro tantricamente (tan ricamente)...¿Crees que ha podido votarse a sí mismo?
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Espero que Larry y Sergei se escondan bien de ella en la entrega que a saber lo que puede escribir sobre Google :-) +
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