Por G. LÓPEZ / A. LLORCA (SOITU.ES)
Actualizado 27-06-2008 10:23 CET
España ha cuajado un partido espectacular. Ha deslumbrado con su fútbol de toque durante una segunda mitad que forma parte, desde ahora mismo, de la historia de la Eurocopa y de la historia de la selección española. El equipo ruso ha sido un juguete en las manos de los centrocampistas españoles, que han jugado con velocidad la pelota y, además, han encontrado el camino del gol. Xavi, Güiza y Silva han sido los encargados de perforar la meta de Akinfeev (3-0).
(EFE)
Fiesta del fútbol en Viena.
- Y el fútbol era esto. Luis Aragonés llegó a la selección con una promesa de buen fútbol. Insistía en una fórmula basada en el toque, de la que, hasta ahora, conocíamos algunas aproximaciones. Meros vestigios de un gran equipo en ciernes, que nunca llegaba a concretarse. Luis había avistado la tierra prometida y vendía esperanza a unos aficionados que, durante cuatro años, tuvieron que conformarse con algunos destellos. A veces, como ante Rusia en la primera fase, lograban una goleada basada en el fútbol directo. Otras veces, como ante Suecia, conseguían una victoria labrada en el tesón y la persistencia. En otras ocasiones, ante Italia, cuajaban un partido rocoso y consistente. Pero siempre quedaba un conato de duda, una especie de crédito a medio consumir. Sin embargo, ante Rusia, Luis nos ha regalado 45 minutos de aquel territorio de buen fútbol del que se había convertido en profeta: fútbol de toque aderezado con buenos goles.
- La lesión de Villa. En el lenguaje chino, las palabras "crisis" y "oportunidad" comparten ideogramas. De este hecho se suele realizar una lectura, según la cual, en toda crisis hay una oportunidad. Es lo que ha pasado en Viena. Ante la lesión de Villa toda el sistema ofensivo parecía venirse abajo como un edificio demolido con explosivos. Era el jugador más en forma del equipo a tenor de sus cuatro goles en la primera fase del torneo, que le convertían en 'pichichi' de la Eurocopa. ¿Sacar a Güiza o reforzar el mediocampo? Luis Aragonés lo vio claro y decidió reforzar la zona central con la entrada de Cesc Fábregas. Ahí era donde se estaba librando la batalla. La responsabilidad ofensiva pasaba a Torres, muy móvil durante todo el partido, y a la capacidad de llegada de los centrocampistas españoles.
- ¿Dónde estaba Rusia? El equipo de Hiddink no ha podido atacar prácticamente en todo el partido porque no ha tenido la pelota. Y un ataque sin balón es un inane ejercicio de mímica. Arshavin se ahogaba entre la labor defensiva de un inconmensurable Senna, un jugador con más cobertura que el iPhone, y la concentración de los sobresalientes Marchena y Puyol. Pavlyuchenko aportó algo de movilidad durante la primera mitad, firmando los arreones más peligrosos de los rusos. Zhirkov se topó contra un Sergio Ramos inquieto, curioso, silvestre, excelente. El resultado: un disparo ruso entre los tres palos en todo el partido.
- El centro del campo. Xavi, Senna, Cesc, Iniesta, Alonso y Silva han hecho hoy algo antológico, de lo que ha podido disfrutar toda Europa. Han funcionado como una máquina perfectamente engrasada y un cuchillo excepcionalmente afilado. Han movido el balón con rapidez, han combinado las labores defensivas con las ofensivas, han derrochado movilidad y han sabido desmarcarse, llegar a portería y anotar goles (uno lo ha hecho Xavi y otro Silva)... ¿Qué más se puede pedir? Además, con el uno a cero en el marcador, Luis Aragonés ha vuelto a acertar. Ha sacado a Alonso y a Güiza para seguir con el dominio de la pelota, a sabiendas de que ésa era la receta: no ceder el balón. Ha metido a dos hombres de refresco para no bajar el tono físico pero mantener el estilo. Un dato más: los goles no han sido a balón parado, ni en jugadas de rebote, ni remates inverosímiles, ni golpes de suerte. Han sido jugadas elaboradas artesanalmente desde el lugar en el que nace el fútbol: el centro del campo.
- El carácter de los cuestionados. Uno a uno, los jugadores españoles que más habían sido cuestionados se han rebelado en una muestra de carácter. Es como si hubieran agarrado todas esas dudas y las hubieran arrojado a la cara a sus detractores, pero con mucha clase. Primero fue Marchena en el partido contra Italia, cuando hubo de secar al mismísimo Luca Toni. Y lo secó como mojama. Tras su magistral partido, el sevillano no dijo ni una palabra más alta y contuvo inmutable su fruncida expresión. Acto seguido, Andrés Iniesta, ante los rusos, ha sido nombrado jugador del partido en un partido donde todos los españoles podrían haber sido nombrados jugadores del partido. ¿Qué más se puede decir? Sergio Ramos, el otro discutido, también ha estado inconmensurable.
- El pase de Cesc Fábregas. El jugador del Arsenal ha ofrecido un brutal destello de la clase que atesora, una supernova de clase, en el pase del gol a Güiza.
- ¿Qué pasará ante Alemania? España afronta su tercera final de una Eurocopa, tras la victoria ante la URSS en 1964 y la derrota contra Francia en 1984. En ella jugará contra Alemania, que representa un fútbol opuesto al que practican los jugadores de Aragonés. Toque contra contundencia. Además, la baja de Villa trastoca los planes de Luis, ya que no podrá repetir la alineación titular que ha empleado hasta ahora en la Eurocopa. De hecho, el buen juego del centro del campo español plantea un interrogante. ¿Debe jugar España con cinco centrocampistas y un delantero, como en la segunda parte ante Rusia, o debe jugar con dos puntas, como en el resto del torneo? ¿Tiene posibilidades la selección de ganar la Eurocopa?
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