Los actuales dirigentes populares no encajan en el estereotipo de pijo de libro. Soraya Sáenz de Santamaría o Fátima Báñez son empollonas y castañas. José María Lasalle, Alfonso Alonso o José Luis Ayllón usan gafas y nunca se embadurnan el pelo con fijador. La nueva estética responde a un objetivo, identificarse con el español medio.
Soraya Sáenz de Santamaría, morena y José Luis Ayllón, sin gomina.
Darse mechas ha dejado de ser una seña de identidad en el PP. De hecho, hay muchas más ministras teñidas de rubio que diputadas de la oposición. No hay más que hacer un repaso a la bancada socialista para realizar la estadística. Son las consecuencias del cambio climático político. La izquierda se derechiza y la derecha sueña con robar votantes al PSOE. El último pulsómetro de la SER, apunta que 100 días después de las elecciones, el PSOE pierde su ventaja sobre el PP debido a la crisis económica, con lo que ambos partidos aparecen empatados. Así de infieles resultan los votantes del siglo XXI. Se comportan como empresarios, dispuestos a despedir al empleado que no realice bien su trabajo. La denominada izquierda volátil parece más numerosa cada día.Y ahí está el equipo de Rajoy dispuesto a hincarle el diente a base de moderación e identificándose con la masa.
Nada de apellidos de pasado ilustre, ni de facilidades típicas de niño de papá. La fama cuesta y hay que ganársela a base de trabajo. Soraya Saenz de Santamaría, que nada tiene que ver con el general del mismo nombre, proviene de la clase media y ha tenido que gastar los codos y olvidarse del reloj para lograr sentarse al lado del presidente de su partido. Fátima Bañez, histórica devota de Rato, es una curranta nata. La portavoz adjunta y vocal de la Junta Directiva Nacional del Partido Popular no sabe lo que es el descanso y si de algo no se le puede acusar es de niña bien, lleva años haciendo méritos laborales para compartir escaño en la misma fila del líder.
Los chicos que Rajoy designó para acompañar a Soraya en el Congreso, tampoco son de los que se les caen los anillos. Alfonso Alonso estudió el bachillerato en un instituto público en Vitoria, ciudad de la que acabaría siendo alcalde, y Derecho en la universidad a distancia. José Luis Ayllón, secretario general del grupo parlamentario popular no se asocia con el prototipo. Siempre dispuesto a bregar con lo que le toque, arrastra fama de ocuparse de todos los 'marrones' con una sonrisa. José María Lasalle, a pesar de su aspecto de intelectual repelente, y de gastar una autoestima más elevada que el resto, jamás se unta el cabello con gomina. Y eso, ya es un síntoma de distancia con una facción del electorado que aún no se ha fijado que hasta Aznar se deja la melena al aire.
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Algunos países ven esta práctica más cerca del soborno.
A la 'excelencia general' entre los medios grandes en lengua no inglesa.
Caminante no hay camino, se hace camino al andar. Citar este verso de Machado no puede ser más ocurrente al hablar de Mariano Rajoy. Tras la renuncia de Zapatero y las voces que señalan que la estrategia popular podría verse dañada, es necesario preguntarse algo. ¿Ha hecho camino Rajoy? ¿Se ha preparado para ser presidente? Quizás la respuesta sorprenda.
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“Os propongo que sea el Comité Federal, en la próxima reunión que tengamos, después de las elecciones autonómicas y municipales, el que fije el momento de activar el proceso de primarias previsto en los Estatutos del partido para elegir nuestra candidatura a las próximas elecciones generales.” De esta manera, Zapatero ha puesto las primarias en el punto de mira tras anunciar que no será candidato a la reelección. Tras este anuncio, observamos algunas reflexiones sobre el proceso
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