Justicia para sus hijos únicos

Un altar improvisado en medio de las ruinas. Caras tristes pero sin aspavientos. Ninguna estridencia en medio de la solemnidad. Y sobre todo, mucho silencio. Como las Madres de la Plaza de Mayo argentinas, pero a miles de kilómetros, cientos de padres de Luoshi en la provincia china de Sichuan, han mostrado los retratos de los hijos que perdieron tras el derrumbe de una escuela en el terremoto del pasado 12 de mayo: Eran sus únicos hijos.

DIEGO AZUBEL (EFE)

El día del niño en China.

El día del niño ha servido a los habitantes de esta localidad china para elevar su protesta: "Justicia para nuestros hijos". Sin mediar palabra, los padres avanzaron en procesión, se concentraron durante unos minutos en el centro de coordinación de la ayuda de Mianzhu, para después sentarse en la acera mirando al suelo y sosteniendo las fotos de sus hijos fallecidos por encima de sus cabeza. Trataron de disuadirlos para que entraran en el centro, lejos de todas las miradas. La lluvia quiso también disuadirlos, pero fue en vano. Esperaban la llegada de un comité de expertos enviado por el gobierno provincial que les arroje luz sobre las circunstancias en las que murieron sus hijos.

Según publica el diario francés Le Monde, un cordón policial trató de impedir acercarse a los curiosos, aunque la escena pudo ser presenciada por los periodistas no sin que antes fueran registrados por miembros de la policía vestidos de calle.

¿Cuál es el objeto de sus protestas? La respuesta es sencilla: conocer la verdad. ¿Fue un error humano o un desastre natural? Saben que la muerte de sus hijos fue por causa del seísmo, pero se preguntan si hubo alguna negligencia por parte de las autoridades o en la construcción del edificio. Quieren ver los planos y los informes de la escuela en la que sus hijos estudiaban, y dicen que no pararán hasta conseguirlo. "Nos dijeron que tendríamos los resultado el 3 de junio", se queja una mujer cuando un vice director de la construcción le advierte que estas investigaciones deben desarrollarse en varias etapas. Tendrá que esperar.

Mientras, uno de los padres, Li Dequan, que participa en la protesta, acompaña a los expertos a examinar el edificio medio derrumbado. Trabajó en el sector de la construcción y tiene nociones sobre el tema. Así, se atreve a aseverar que "los expertos son bien conscientes de que hay problemas". Según él, "esto es sólo el principio", ya que el cemento del edificio "se está desmoronando". Li sospecha que el equipo designado para levantar la escuela, no era en realidad una empresa de construcción, algo que, desgraciadamente, ocurre muchas veces en el ámbito rural chino..

"Iremos a las más altas instancias si nos dicen que esto es culpa de la naturaleza", asegura uno de los padres de Luoshi que recuerda que, tras el terremoto, varios funcionarios locales chinos amenazaron a los fotógrafos que trataron de tomar imágenes de la escuela derruida. La escuela ya se había caído en 1995, pero se reconstruyó pocos años después. El temblor hizo que la escuela se derrumbara de nuevo, pero esta vez acabó con la vida de 180 niños.

El otro drama

Pero la precariedad del campo no es el único drama que ha evidenciado el terremoto. Hay controversia referida a las medidas del Gobierno chino que ha saltado a la palestra estos días, que es la política del único hijo y del control de la natalidad que se aplica desde hace 30 años en el país. Las parejas chinas sólo pueden tener un hijo y las penas para el que se salta esta norma son muy duras.

La espantosa cifra de niños muertos en la catástrofe animó a las autoridades a calmar los ánimos de la población anunciando la flexibilización de estas políticas, marcando un hito en la historia de China. De hecho, la semana pasada, la comisión de población y familia de Chengdu, capital de la provincia de Sichuan, anunció que las familias afectadas podrán solicitar un certificado para poder tener otro hijo y prometió ayudas económicas para aquellos matrimonios de más de cincuenta años que perdieron a su hijo.