Sesión de terapia de grupo en el PP

¿Problemas no resueltos o conflictos de familia? La última reunión de la Ejecutiva del PP celebrada hoy, previa al Congreso de Valencia, se convierte en una catarsis colectiva en la que por fin se discute internamente. Costa aprovecha para medir sus fuerzas mientras las distintas facciones firman el armisticio.

Juan Carlos Hidalgo (EFE)

Ondea la bandera de la paz. Al menos, eso es lo que quieren aparentar los fieles a Rajoy. Javier Arenas o Nuñez Feijoo, barones de Andalucia y Galicia, respectivamente, salen dispuestos a contar esa película a la prensa tras las cuatro horas de reunión. 'Hemos hablado de nuestras cosas en nuestra casa. Ha habido intervenciones en una y en otra línea, siempre constructivas y hemos coincidido en seguir juntos e integrarnos todos en el mismo proyecto', en palabras de Arenas.

Sin embargo, los críticos siguen siendo los mismos que ya se habían pronunciado. Ignacio González, mano derecha de Esperanza Aguirre, ha intervenido 'en consonancia con lo que pienso, que es lo que ya se ha publicado'. Nada que su jefa se haya guardado de escenificar al abandonar la primera la reunión antes de la una del mediodía. Por su parte, el líder, que se considera legitimado por las urnas y por sus compañeros, sigue en sus trece. Las posiciones, en definitiva no se han movido desde que estallara la crisis del PP tras perder las elecciones.

Más de 14 miembros del comité Ejecutivo se han despachado con diversa capacidad de análisis y profundidad. Al parecer, ha sido la intervención de Alejo Vidal Cuadras la que ha provocado la airada salida de la presidenta de la Comunidad de Madrid. El veterano pepero catalán era una de las voces críticas que a la hora de la verdad ha reculado, resultando más blando de lo que el ala dura esperaba. Gabriel Elorriaga y Juan Costa no han tenido reparos en explicar su posición. "Una crisis de ilusión'" es el argumento de Costa, al que algunos críticos y cierto sector de la prensa están utilizando contra Rajoy al ver que la opción Esperanza no cuaja.

Él, convencido de que puede ser el Zapatero del PP, saca pecho y no oculta que el embrujo está dando resultados. "Si tuviera que dar un paso adelante, lo haría con muchísima ilusión, y sobre todo, con mucha responsabilidad". Serio y circunspecto se aleja de la marabunta de periodistas, asegurando sentir no poder seguir hablando. Claro, que es ver el micrófono de 'Eva Hache' o cualquier otro programa ligero, de esos que los políticos saben que no les van a poner contra las cuerdas, y caer rendido.

Celia Villalobos, Manuel Fraga, la ex-alcaldesa canaria Pepa Luzardo, Mª Dolores de Cospedal, presidenta del PP de Castilla- La Mancha, Nuñez Feijoo, Carlos Aragonés, Federico Trillo o Soraya Sáenz de Santamaría también han expuesto sus opiniones en esta sesión de terapia de grupo. La segunda parte de la que Rajoy y su equipo organizaron en Valladolid el sábado para acaparar la información, habitualmente más floja, del fin de semana y aumentar de paso su resentida autoestima.

Tras el ensayo general, tuvo lugar la foto de familia, que cada día recuerda más a la película que hizo famoso a Fernándo León de Aranoa. En su opera prima, el protagonista contrata a la familia de la que carece para celebrar su cumpleaños. Cada uno interpreta un papel y aunque se intuye algo raro, hasta cierto momento del metraje no se tiene la certeza de que nadie es en realidad quien aparenta. 'Casa de muñecas', la clásica obra de Ibsen en la que se plantea la libertad de cada individuo para tomar las riendas de su vida, es uno de los ejemplos familiares que más les gusta usar a los psicólogos y que, en el caso del PP, les vendría bien representar para tratar de exorcizar sus propios demonios. Tanta impostura no puede ser buena para la salud