Rodrigo Plà denuncia el paralizante complejo de culpabilidad

Cannes (Francia).-  El paralizante sentido de culpabilidad, filtrado por la vida del filósofo danés Soren Kierkegaard y la obra de José Saramago (1922), inspiró al director mexicano Rodrigo Plà "Desierto Adentro", cinta con la que hoy clausuró la sección paralela La Semana de la Crítica.

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(EFE)

El paralizante sentido de culpabilidad, filtrado por la vida del filósofo danés Soren Kierkegaard y la obra de José Saramago (1922), inspiró al director mexicano Rodrigo Plà (en la foto) "Desierto Adentro".

El cineasta ambientó su película en el México rural del inicio del siglo pasado, en pleno conflicto entre el Gobierno y la Iglesia Católica, en lo que quiere ser una crítica directa contra "la locura religiosa" y la manipulación de la culpa, dijo a Efe.

Aunque ateo, Rodrigo Plà dijo respetar la religión, cuyo abuso quiso denuncia en "Desierto adentro", donde los personajes creen arrastrar una maldición sólo existente en sus cabezas.

Una condena similar a la que marcó la existencia de Kierkegaard (1813-1855), quien vivió junto a un padre convencido que a causa del gran pecado de haber concebido a sus hijos fuera del lecho marital éstos morirían muy jóvenes.

Por otros motivos, Elías, el protagonista de la cinta, comparte un temor similar, según el narrador, su hijo pequeño, Aureliano, uno de los pocos supervivientes de la tragedia.

A Elías le ayudaron su madre y el cura del pueblo a convencerse de que cometió un pecado imperdonable, no muy diferente tampoco del cometido por el padre de Jesucristo en la novela de José Saramago (1922) "El Evangelio según Jesucristo" (O Evangelho Segundo Jesús Cristo), al salvar sólo a su hijo de la matanza.

La película es "básicamente una crítica" de esa locura, en un momento en que México conoce "una situación particular", pues ganó un partido conservador, muy cercano a la Iglesia, que "ha recobrado mucha fuerza en el país", hasta llegar a que se prohíba ir en minifalda al trabajo en algunos lugares o a que se destruyen exposiciones porque aparece un desnudo en ellas.

"Eso es lo que no me parece bien", resaltó.

Si la fe, la religión, "le sirve a alguien para vivir mejor, me parece perfecto. El asunto es cuando se vuelve intolerante", añadió el cineasta, quien acaba de triunfar en Francia con su primer largometraje "La Zona", y que se mostró muy satisfecho con la acogida recibida en Cannes por "Desierto Adentro".

Película con la que triunfó el pasado marzo en el Festival de Guadalajara (México).

En ella cuenta la pobre existencia de un padre de familia numerosa que en su intento de ayudar a su esposa, parturienta, a obtener una bendición del cielo, origina una masacre de cristianos por la que se cree condenado de por vida, él y su familia.

'Qué Dios le perdone que yo no puedo', le dice camino del cadalso al atemorizado y piadoso Elías el cura que no supo cómo negar la bendición solicitada.

"Es más cómo él concibe su pecado que el pecado en sí mismo", resaltó el director, quien escribe sus guiones con su esposa, Laura Santullo, en este caso inspirados en la lectura de la vida de Kierkegaard, hijo, como el protagonista de un padre muy religioso, en su libro "Temor y temblor" (Frygt og Bæven) y en sus diarios.

"Luego hicimos el traslado a un contexto católico", el del conflicto entre la Iglesia y el Gobierno mexicano en los años 20 y 30, que fue muy violento por los dos lados, comentó.

"Nos parecía adecuado que los curas fuesen obligados a ir a las ciudades", y al perder la gente del campo sus guías religiosos "empezaron a interpretar la religión a su manera".

El guión se sirvió, igualmente, de esa novela de Saramago, considerada blasfema en ciertos círculos católicos, en la que José, no hace nada por evitar la matanza de los otros niños del pueblo, por lo que Jesucristo hereda esa carga de culpa.

Lo que sufre ese hombre, Elías, a partir de la tragedia, de la masacre de su hijo mayor y del pueblo, de su mujer luego en el parto, le causa un brote psicótico, enloquece, "que es lo que en esencia queríamos", hablar de la locura religiosa y del fanatismo, destacó Rodrigo Plà.