Cuba se acostumbra a los primeros de mayo sin discursos largos y sin Fidel

La Habana.-  Los cubanos se van acostumbrando a que el tradicional desfile del Primero de Mayo no esté aderezado con discursos largos y también a que la arenga revolucionaria del día no salga de la boca de Fidel Castro, ahora ex presidente.

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Vestido con su uniforme de general y rodeado de la cúpula del Gobierno y el Partido, el mandatario Raúl Castro encabezó el desfile con que medio millón de personas volvieron a tomar hoy la Plaza de la Revolución, en el acto más importante de cuantos se celebraron en Cuba en conmemoración de la efeméride.

Como viene siendo habitual desde que asumió la Presidencia provisional en julio de 2006 y en los dos meses que lleva como titular, Raúl Castro no habló y el único orador del día volvió a ser el secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), el sindicato único, Salvador Valdés.

Este el segundo Día del Trabajo que no preside Fidel Castro, de 81 años y convaleciente de una enfermedad intestinal que le impide aparecer en público desde hace 22 meses.

Valdés reiteró el discurso oficial de "continuar el camino trazado" por el líder revolucionario cubano "hacia un socialismo cada vez más justo y eficiente".

No hubo mensaje del ex comandante en jefe y, tal vez por la hora tardía en que salió, hoy los dos diarios oficiales de la isla no publican la última "reflexión del compañero Fidel", difundida anoche en un sitio web cubano.

Además, Granma y Juventud Rebelde dedican hoy un amplio espacio a las actividades de la víspera de Raúl Castro y apenas colocan un cintillo recordando que hoy se desarrolla la celebración obrera, en contraste con el despliegue que se le daba en otros años.

En la Plaza de la Revolución, Valdés aprovechó el breve discurso para recordar que ha habido "avances modestos" en la producción y en los servicios y mencionar "importantes desafíos", "insatisfacciones" e "insuficiencias".

Casi como si se tratara de un ministro de Economía, el líder del sindicato único hizo hincapié en la necesidad de que haya un aumento de las exportaciones y la sustitución de importaciones, asegurar el uso racional de los recursos materiales y financieros, y reducir los costos.

Todo ello, dijo, con "disciplina y organización, firmemente unidos bajo la dirección del partido", y combatiendo las actitudes delictivas y la corrupción.

No faltó el habitual mensaje contra la "hostil y obsesiva política del imperio (EE.UU.) contra Cuba" y la advertencia de que esa amenaza no frenará "el empeño de seguir construyendo el socialismo".

Con un aspecto más austero que en ocasiones anteriores, un gigantesco retrato del líder obrero Lázaro Peña y los habituales afiches de Marx, Lenin y Engels, la céntrica plaza habanera volvió a ver pasar a cientos de miles de personas que habían sido movilizadas desde primeras horas de la mañana.

Jóvenes y mayores con banderines y pancartas que mostraban lemas como "Unidad, firmeza y victoria" o "los jóvenes no fallaremos" aguardaron a que llegara su turno de desfilar, en un ambiente relajado y festivo.

Tanto que en algún punto un grupo logró extender un reguetón "a capella" entre la multitud, hasta terminar opacando la voz del locutor que repetía consignas oficiales por los altavoces dispuestos muchas calles antes de la Plaza de la Revolución.

A sus 70 años y ya jubilada, Carmen admite que la ausencia de Fidel Castro "se deja sentir".

"Él no puede venir porque está enfermo, pero Fidel es la cosa más grande, sobre todo para nosotros los que somos mayores", dijo a Efe emocionada, añadiendo a renglón seguido: "pero Raúl también es muy combativo".

Para Antonio, de 56 años, "nada ha cambiado, todo sigue igual; la revolución está igual que siempre", pero hoy no encontraba a los compañeros de su colectivo laboral convocados para la jornada.

Manolo, de 67 años, también buscaba a los del suyo y explicó que "no es que haya desorganización, porque después de tantos años todo son automatismos", pero reconoció: "hoy nos hemos perdido".

El habitual parque de turistas tampoco faltó a la cita, como Pablo, argentino de 41 años que hizo coincidir sus vacaciones con la fecha para rascarse el bolsillo -"es muy caro", decía- e ir a la Plaza a filmar con su cámara de vídeo el espectáculo.