¿Qué padece el lehendakari?

Esta mañana me he despertado con una curiosa noticia. Escuchaba a Carlos Herrera en Onda Cero (por cierto se lo recomiendo: es mucho mejor para la salud psíquica que otras opciones) decir que Ibarretxe se había comparado con el Dalai Lama y había hecho un paralelismo entre la situación del Tíbet con China y la del País Vasco con España.

(EFE)

Ibarretxe con el director de la Casa del Tíbet en Barcelona.

Posteriormente he podido oír en un corte radiofónico las palabras del lehendakari en las que, en efecto, llevaba a cabo dicha comparación, añadiendo además que no entendía como dos grandes países, como China y España, temían a unos pueblos pequeños como Tíbet y Euskadi, donde sus ciudadanos pretendían la independencia de manera pacífica.

Carlos Herrera preguntaba después a sus contertulios qué cosa habría fumado el dirigente vasco para explicar semejantes declaraciones. Sin duda conviene, en la medida de lo posible, darle un toque humorístico a la historia.

Pero, minutos más tarde, me he preguntado si las declaraciones del lehendakari pudieran realmente ser analizadas desde una perspectiva psicopatológica… y creo que sí.

Es posible que el mandatario vasco sepa lo obvio. Es decir, que no hay comparación posible, y, sin embargo, la lleve a cabo para obtener algún tipo de renta, ventaja o protagonismo. En este caso no habría nada de patológico: Ibarretxe dice algo que sabe que no es cierto porque le conviene. A eso se le llama mentira, y a nadie debiera extrañarnos que nuestros políticos no sean veraces.

Es también posible como hipótesis que el presidente del Gobierno Autonómico Vasco, que no es precisamente el líder espiritual en el exilio de los vascos, crea realmente lo que dice, en cuyo caso sí estamos ante un fenómeno psicopatológico. La fenomenología es una disciplina previa de la Psiquiatría que se ocupa de captar, describir, denominar y analizar las vivencias psíquicas anómalas. Pues bien, desde un punto de vista fenomenológico, si el lehendakari cree realmente que su caso y el de Euskadi es comparable al del Dalai y el Tíbet, estamos ante un delirio o ante una pseudología fantástica. Me explicaré.

La definición de delirio más aceptada es la de una creencia falsa en abierta contradicción con la realidad, ajena a las ideas compartidas por la colectividad, de carácter autorreferencial y resistente a la argumentación lógica. Si Ibarretxe no está mintiendo y está enunciando algo en lo que realmente cree, lo que enuncia suena a delirio, porque, obviamente, está en abierta contradicción con la realidad, es una creencia ajena al mundo de la fe religiosa compartida por una colectividad, tiene carácter autorreferencial, porque está referida a sí mismo, y, probablemente, la lógica aristotélica no la modifique.

Sin embargo yo no creo que el presidente vasco tenga un delirio, porque los delirios aparecen siempre en un contexto patológico. Es decir, surgen en personas enfermas que padecen trastornos como la esquizofrenia, la paranoia, una psicosis tóxica por drogas u otras patologías orgánicas, donde es posible detectar otros síntomas que acompañan al delirio y que denotan la presencia de la enfermedad subyacente. Afortunadamente, por tanto, nuestro lehendakari, porque es de los vascos y por ende de todos los españoles, no es un enfermo psicótico fuera de la realidad y que precisa tratamiento psiquiátrico.

Pero, si Ibarretxe no miente, cree realmente en lo que ha dicho y no está delirante, entonces, lo que tiene es una pseudología fantástica. El fenómeno psicopatológico de la pseudología tiene las siguientes características: como el delirio, es una idea falsa que no se corresponde con la realidad, pero aquí no surge como una certeza, sino como una fantasía desiderativa. Es decir, se trata de algo que el individuo desea, algo que le gustaría que fuera cierto y que, por un mecanismo psicológico de intensa identificación, acaba creyendo en ello. Acaba creyendo su propia fantasía.

Es un fenómeno muy similar al que ocurre en algunas personas y, creo que también, en muchos políticos, cuando después de repetir muchas veces una mentira con gran convicción, acaban creyendo en esa propia mentira. Por eso, al fenómeno se le conoce como mentira patológica.

En definitiva: o Ibarretxe miente o delira o padece una pseudología fantástica o como decía Carlos Herrera "el Dalai-kari se ha fumado un petardo".

*El doctor Benito Peral es psiquiatra clínico y colaborador de soitu.es.