Darci nunca ha salido de Cuba y tampoco tiene muchas esperanzas de poder hacerlo. Lo dice a sabiendas de las medidas aperturistas que parece ser que el Gobierno de Raúl Castro va a poner en marcha en breve y entre las que se encuentra el poder salir del país libremente. Él es médico y pertenece a uno de los colectivos que no se beneficiarán de esta iniciativa.
Los cubanos tendrán el visado libremente.
Según publica elpais.com, el nuevo Gobierno de Cuba podría eliminar en breve las restricciones que tienen sus ciudadanos para viajar. Será el fin de la tarjeta blanca (o permiso de salida que se adquiere en Cuba) y de la carta de invitación (para poder entrar en un país). Pero sólo para algunos. Además de los médicos, los universitarios recién graduados que no hayan cumplido su servicio social, así como los militares y miembros del Ministerio del Interior con acceso a información que afecte a la seguridad del Estado, tendrán dificultades para salir del país.
En Cuba todavía no se ha dado a conocer la noticia oficialmente. De hecho se espera que sea en los próximos días cuando el periódico oficial del país, Granma, comunique este levantamiento como hizo con el de las restricciones para la adquisición de teléfonos móviles y el hospedaje en hoteles. Pero a pesar de la falta de un comunicado, Darci y muchos de los ciudadanos de La Habana ya lo saben porque la han oído a través de la televisión de Miami, que él mismo reconoce que sintoniza ilegalmente.
De primeras ve la noticia con cierto optimismo aunque enseguida le aflora la decepción. "Todo lo que sea un cambio es bueno para el país porque estamos privados de muchas libertades", dice. Sin embargo, su condición de médico le impide viajar fuera de Cuba. ¿El porqué? En teoría es que hay escasez de doctores en el país aunque la otra versión habla de que ellos tienen datos confidenciales del régimen. Sea lo que sea dice, "es una violación flagrante de mi derecho como persona".
Darci sólo conoce tres provincias cubanas y por descontado nunca ha estado en otro país, pero lo que más le duele es que lleva cinco años de trámites sin ver a su única hermana, que vive en Estados Unidos, y no conoce a su sobrina. De todas formas, piensa, que si levantasen la prohibición sobre los médicos tampoco podría beneficiarse de esta medida porque "en Cuba los sueldos son demasiado bajos para viajar". Sin ir más lejos, "yo cobro 20 dólares al mes", es decir, poco más de 12 euros. Cree que pocos se beneficiarán de esta medida y continuará el drama de muchas familias, "hay casos mucho peores que el mío". Como el de la doctora Hilda Molina, conocida disidente cubana, que lleva años peleando por conocer a sus nietos que viven en Argentina.
Y es que, para obtener un permiso para viajar el colectivo médico ha sido siempre uno de los más perjudicados por las medida cubanas. "Siendo médico se necesita un mínimo de cinco años para poder salir al extranjero", dice Darci. Porque según cuenta, se necesita "una liberación" del centro donde se trabaja; después, de las autoridades del municipio, de la provincia y en último caso, del Ministerio de Trabajo. "Liberación, así dicho suena a esclavitud", comenta con cierta indignación.
Y ya no sólo es ver a su hermana, también es formarse. "La medicina cubana siempre ha tenido mucha fama, pero en realidad, la situación es muy precaria", añade. Al no poder viajar al extranjero no asisten a congresos internacionales donde se habla de los últimos avances en medicina. Tampoco tienen muchas facilidades para acceder a internet en sus centros de trabajo y por tanto, no tienen la posibilidad de actualizar sus conocimientos, "y eso lo que tiene es un impacto negativo en la salud del país".
De momento, y hasta que no se ponga en marcha esta medida, los cubanos seguirán necesitando la tarjeta blanca para salir de país. Y no sólo eso, también una carta de invitación al lugar que quieran visitar. Dos papeles que además de suponer un embrollo burocrático para los cubanos suponen un importante ingreso para el Gobierno. Por eso, en Democracia Ya se niegan a creerse la medida como aperturista.
Dice su presidente, Rigoberto Carceller, que "en Cuba son especialistas en camuflar las cosas dándole otro nombre". Él no se acaba de creer que estén dispuestos a prescindir del dinero que les supone esta restricción. Conseguir una tarjeta blanca cuesta 150 pesos convertibles. Hacerse con ella puede suponer varios meses o cuando menos semanas, y sin garantía de respuesta afirmativa, fue muy criticada por la población en el debate convocado el año pasado por Raúl Castro.
El otro requisito, la carta de invitación, "es todavía peor".Cuenta Rigoberto que antes en España esa carta había que firmarla ante notario y que por tanto había que pagar 60 euros. Ahora la hace la Policía gratuitamente pero exige que en la cuenta el visitante tenga 5.000 euros disponibles. Su envío a Cuba tiene un precio muy elevado. "El trámite debe hacerse a través del Consulado y cobran por ello, una medida de 300 euros", insiste y dice que más de 400 euros por persona es demasiado dinero como para perderlo.
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