Hotel Royalton: 'lifting' para envejecer

Por allí va Claudia. Ese es Donald. SJP sale del ascensor. ¿Aquélla que come un cuenco de cereales no es Anna? Se conocen todos. Todos se dejan ver en la alfombra más pisoteada por los vips de New York. Aunque, no es roja sino azul. El "lobby" del hotel Royalton, entre la 44 y la 43, es el 'meeting point' de Manhattan... Pero eso es historia. Ya no se ve a Schiffer, ni a Trump ni a Jessica Parker... En su Conde Café ya no almuerza Wintour. Incluso, se ha caído su nombre, ahora es Brasserie 44. El mítico hotel Royalton se somete a un 'lifting'. Y lo que quiere, para sorpresas de muchos, es que se noten las arrugas del paso del tiempo.

Restaurante del nuevo Royalton.

Para seguir siendo el centro de Manhattan, siendo la cuna de lo moderno, ha pasado por el quirófano y se ha vuelto más clásico. El objetivo, llenar sus salones y habitaciones de confort con una buena dosis de sabor de otras épocas. Pobre Starck (de nombre Phillipe) y padre de la criatura. En la capital del mundo ya no era 'cool' para la gente 'hip' el hotel que diseñó el francés a finales de los ochenta. Del proyecto que tuvo más portadas que la mismísima Madonna, que fue el modelo que sirvió de prototipo para los hoteles boutique, no queda nada. Ni la inmensa alfombra azul (en algunos momentos más parecida a una pista de aterrizaje, en otros a una pasarela), ni los urinarios de cascada...

¿Y en que consiste el 'lifting'? Primero, nada de grandes espacios diáfanos. Ahora tocan los espacios más pequeños. ¡El loft ha muerto! Es como si en casa dejáramos de soñar con una salón de más de 40 metros cuadrados y quisiéramos uno de treintaitantos y un pequeño cuarto de estar o despacho. Hay que llenar las paredes de madera, poner detalles en bronce o latón, recuperar los sofás de cuero... Para inspirarse, hay que visitar los viejos transatlánticos de los años cuarenta, aunque sea a través de las películas de Hollywood.

Hotel según Starck, 1988.

Confort era palabra prohibida en el vocabulario de los 'deco-victim'. Ahora la recupera un empresario que en cada una de últimas décadas ha marcado el ocio. Ian Schrager dibujó cómo debían ser las discotecas en los ochenta con la mítica 'Studio 54'. Creó, 10 años después, cómo deberían ser los nuevos hoteles, con el Royalton y el Morgan como pauta a seguir. A punto de cambiar de siglo creó la tendencia de las viviendas firmadas por el 'Star-System' de la arquitectura mundial. Ahora, la palabra que más repite en cada uno de sus proyectos es que deben ser, ante todo, confortables.

Alguien me comenta saliendo del hotel: "Las fiestas en Nueva York, ahora, nunca son divertidas, son la guerra". Y yo pienso:"Debe ser que ahora la ciudad se rodea de mullidos cojines para el reposo de los modernos guerreros".

Pie de blog: Guía de urgencia por si tienes alergia a lo viejo. Visita obligada, el recién inaugurado New Museum del los arquitectos japones de moda, Sanaa. Come en Morimoto, proyecto de otro japonés, Tadao Ando y compra en The Future Perfect. Está en Williamsburg, el barrio de los artistas al norte de Brooklyn, así que aprovecha para visitar las galerías de arte.