La flor germana y otro desliz del Pato

Redacción Deportes.-  Sólo la flor germana, la que ha otorgado gloria al fútbol alemán en momentos insospechados, avivada en esta ocasión por un nuevo desliz de Roberto Pato Abbondanzieri en el momento menos adecuado, fueron capaces de despertar al Getafe de su sueño europeo.

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(EFE)

Un jugador del Getafe tendido en el terreno de juego, a la finalización del encuentro correspondiente a la vuelta de los cuartos de final de la copa de la Uefa.

Ninguno de los merecidos elogios que ensalcen el esfuerzo, el mérito y el fútbol del Getafe aplacará el daño a un revés tan doloroso. Ni siquiera entre los antecedentes, históricos, donde siempre se encuentra consuelo para la desgracia.

No hay aliento que pueda reanimar el dolor de un vestuario roto. Despedazado por un éxito arrebatado de la manera más maliciosa.

Después de haberse sobrepuesto a todo contratiempo. Tras asimilar una expulsión más injusta que rigurosa, el conjunto de Michael Laudrup hizo frente a la empresa histórica sin complejos. Espoleado por un público entregado y por una causa en la que cree con firmeza.

Toda la filosofía que el danés ha sido capaz de impregnar en su plantilla quedó de manifiesto en el encuentro frente al Bayern. Un gigante encogido en el Coliseum. Víctima del entusiasmo de un rival sin techo.

La expulsión de Rubén de la Red a los cinco minutos de juego apenas alteró el ánimo del cuadro madrileño. Tampoco la lesión, antes del descanso, del nigeriano Ikechukwu Uche. Todos los esquemas quedaron rotos para Laudrup, que improvisó con cordura a cada situación. No movió el banco pese a la baja del ex madridista y tiró de David Belenguer para ajustar las líneas.

En esas tuteó al Bayern. Desquiciado, sin capacidad de reacción. El rumano Cosmin Contra, desahuciado no hace mucho, rememoró la condición de 'héroe' de Múnich. Tiró del alma para acentuar la euforia getafense.

Sólo el francés Frank Ribery y la constante amenaza del italiano Luca Toni mantenían en alerta al cuadro azulón. El Bayern, lejos de la aureola que sugiere toda su inversión, estuvo siempre en manos de un modesto ordenado, que justificó la propensión que su proyecto ha encontrado en el Viejo Continente.

En medio de un argumento dramático. El argentino Lucas Licht acuciado por los calambres y el resto con la lengua a ras del suelo, Braulio, opción elegida por el danés en lugar del uruguayo Juan Ángel Albín para fajarse en la punta, tuvo en sus botas dos balones para fulminar a los germanos antes de la prórroga.

La flor apareció al final. Cuando suele rescatar a los alemanes. Ribery extendió el duelo. La prórroga como sentencia local.

El Getafe es algo más que eso. Dos arrebatos, Javier Casquero y Braulio, profundizaron el sueño del Getafe, que se situó con dos goles de renta para tambalear a un rival desdibujado.

En plena tranquilidad surgió el error del Pato. El que cambió el partido. Hace tiempo que el argentino no parece el mismo de antaño. El que fuera el menos goleado del pasado curso empieza a ser recordado más por errores que por su condición de salvador de partidos. El último llegó en el momento menos esperado. En el menos propicio.