MADRID.- Hillary Clinton y Barack Obama se preparan para afrontar las primarias del próximo 22 de abril en el estado de Pensilvania con un objetivo común: la recuperación de los más de 200.000 empleos perdidos durante el mandato del presidente George W. Bush renovando la confianza de los trabajadores que viven en el estado, cuyo noroeste forma parte del llamado 'Cinturón del Óxido' de Estados Unidos, el núcleo industrial del país.
Hillary Clinton y Barack Obama se preparan para afrontar las primarias del próximo 22 de abril en el estado de Pensilvania con un objetivo común: la recuperación de los más de 200.000 empleos perdidos durante el mandato del presidente George W. Bush renovando la confianza de los trabajadores que viven en el estado, cuyo noroeste forma parte del llamado 'Cinturón del Óxido' de Estados Unidos, el núcleo industrial del país.
Además, Pensilvania se configura un objetivo a largo plazo de cara a las elecciones presidenciales de noviembre, ya que ninguno de los dos partidos han logrado dominar la escena política en el estado desde hace más de una década; a lo que hay que sumar que es el sexto más poblado del país, lo que le convierte en uno de los 'swing states' más importantes.
Queda la pregunta de cómo van a crear nuevos empleos o recuperar los que han desaparecido. Es una cuestión que suele aparecer en cada evento en el que comparecen los precandidatos demócratas y que tiene, en el fondo, la misma respuesta: ambos pretenden crear millones de nuevos puestos de trabajo con la ayuda de las emergentes industrias renovables y de energía limpia. Es en las declaraciones de cara a la galería donde sus mensajes difieren.
Por ejemplo, Clinton tiene como objetivo volver a desarrollar el trabajo industrial, sobre el que millones de estadounidenses se han ganado el título de "blue collar workers" --obreros de cuello azul o mono--, una idea asociada con los ideales más puros de Estados Unidos y que Clinton se ha propuesto desarrollar. "Soy una de esas personas que cree apasionadamente que no puedes desarrollar una economía fuerte si no construyes cosas", declaró a la prensa el pasado martes. "Por lo que creo que podemos ser, una vez más, una economía industrial", añadió.
Barack Obama, por su parte, adoptó una postura mucho más dudosa a este respecto, al considerar "tendencias irreversibles" dentro de la economía norteamericana, relacionadas con la globalización. "Siendo honestos con nosotros mismos, sabemos que algunas de las tendencias de nuestra economía no pueden ser revertidas", explicó."Las fuertes y rápidas corrientes de la globalización no pueden ser detenidas", sentenció.
ENCUESTAS APRETADAS
Las recientes encuestas desarrollados en este estado, caracterizado por la fuerte presencia sindical, conceden a Clinton una momentánea ventaja de seis puntos sobre Obama, que no obstante recupera seguidores a gran velocidad.
Así, la diferencia entre ambos se ha recortado en más de 11 puntos desde principios de semana, según la media de las encuestas realizada por la organización Real Clear Politics.
No obstante, el noreste del estado exhibe un apoyo rotundo a la senadora. Según la encuesta de Survey USA, Clinton obtendría el 71% frente al 23% de Obama en esa zona, la única donde ostenta una abrumadora ventaja.
A un nivel más básico, Obama está diciéndoles a los pensilvanos lo que no quieren oír, justo lo contrario de lo que está haciendo Clinton, según estima el análisis de la revista 'Time'. En cierto sentido, es el mismo debate establecido entre el más que probable candidato republicano, John McCain, y su entonces rival, Mitt Romney antes de las primarias de Michigan, otro de los estados del Cinturón del Óxido.
Tras puntualizar sus declaraciones iniciales --Obama considera que se pueden recuperar algunos puestos de trabajo, mientras Clinton matiza que no todos los empleos son susceptibles de reaparecer--, ambos candidatos demócratas proponen prácticamente el mismo plan laboral: recorte de subsidios a las compañías que buscan empleados en el extranjero (la práctica conocida como "outsourcing"), e inversión masiva en tecnología renovable de hasta 150.000 millones de dólares a lo largo de la próxima década, lo que podría desarrollar hasta cinco millones de nuevos empleos en este período de tiempo.
Clinton considera que se trata de "empleos de manufactura", mientras que Obama cree que son parte de la nueva economía globalizada. La senadora por Nueva York ha anunciado que, de llegar a la presidencia, pondrá en marcha un plan de 78.500 millones para asegurar la infraestructura nacional, incluyendo otros 10.000 millones en fondos para restaurar puentes deteriorados y otras estructuras, junto con otros 60.000 millones destinados al Banco Nacional de Infraestructuras.
Por su parte, Obama anunció un plan de restauración para puentes, presas y autopistas, valorado en 60.000 millones de dólares, y que podría desembocar en la creación de dos millones de puestos de trabajo.
Pero las plataformas de los candidatos son tan similares que apuntan al mismo ejemplo: la planta de Fairless Hills, situada a las afueras de Filadelfia, que repuntó sus beneficios tras sustituir su maquinaria acerera por innovadoras turbinas eólicas. El pasado lunes, Clinton organizó un multitudinario mítin delante de la factoría, que puso como ejemplo de renovación. "Lo que tenemos aquí es un ejemplo perfecto de la gente de Bucks (condado de Pensilvania), arremangándose y preparada para trabajar porque, en esta vida, muchas veces no puedes controlar lo que te sucede", declaró.
Al día siguiente, Obama citó exactamente a la misma planta como la primera de la nueva generación del ingenio americano. "Vamos a transformar acererías en molinos, y plantas cerradas en paneles solares", declaró. "Trabajos que han llevado nueva vida a lugares que han sufrido mucho en las últimas décadas... lugares como Fairless Hills, donde la planta se emplea para construir turbinas eólicas", declaró.
Hasta ahora, la aproximación directa de Obama no ha movido tantos corazones entre los sindicalistas blancos como el populismo de Clinton, el mismo que le llevó, según Time, a ganar en el vecino Ohio por una diferencia superior a diez puntos. Y es que no son muchos los trabajadores que están dispuestos a escuchar que no existen muchas posibilidades de recuperar sus empleos. "Cuando no hay muchas diferencias de política, la diferencia viene marcada por la percepción del público". declaró el estratega principal del grupo de estudios Stanford Washington.
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