Festivales de verano: el negocio de la música desata la guerra

Al igual que esa leyenda urbana que dice que antiguamente una ardilla podía atravesar España de norte a sur saltando de árbol en árbol y sin tocar el suelo, hoy podríamos decir que una persona puede pasarse el verano entero (empezando desde principios del mes de mayo) recorriendo la geografía ibérica a través del casi centenar de festivales de música que se celebran en nuestro país.

Cristina G. Rodero

Asistentes al FIB 2007.

La oferta es abrumadora. Primavera Sound, Sónar, Getafe Electric Weekend, Festimad, FIB, Summercase, Day Dream, Contempopranea, Sonorama, Rock in Rio, Festival do Norte y un largo etcétera conforman el dilatado calendario de citas musicales.

El Festival Internacional de Benicàssim (FIB) nació en 1995 y por aquella época, junto a él, sólo había otros pocos pioneros, como el Doctor Music Festival o el Espárrago Rock. ¿Qué ha cambiado en España durante los últimos años para que tantos festivales tengan opción de supervivencia?

Ernesto González, responsable de prensa del FIB, lo tiene claro: los hábitos en el consumo de música en los españoles. "La irrupción del formato mp3 ha hecho que los 'royalties' de los músicos disminuyan y que se potencie la música en directo", explica. "A la gente no le ha dejado de gustar la música, pero el dinero que antes se gastaba en discos ahora se gasta en conciertos", añade.

Sinnamon, un pulpo de la industria del directo

Pero no es el aumento en el número el único cambio que ha experimentado el panorama "festivalero" de nuestro país. También la filosofía comercial con que se promocionan ha sufrido una profunda transformación. "Hay muchos proyectos que se han acogido a la denominación de festival, aunque no tengan carteles con una línea editorial clara y metan cualquier cosa que esté pululando por las agencias de contratación", opina González.

Los festivales de los años 90 aparecieron como iniciativas de aficionados a la música (el ejemplo paradigmático es el de los hermanos Morán, creadores del FIB) que querían promocionar a los grupos que les gustaban. Ahora, los organizadores cuentan con presupuestos millonarios para la contratación de grupos y marcas de primera línea patrocinan estas citas musicales que en ocasiones reúnen a más de cien mil personas.

En este contexto, la promotora Sinnamon parece la empresa que mejor ha sabido aunar la música independiente con el negocio. Aunque en principio Sinnamon sólo organizaba el Creamfields en Andalucía y el Wintercase en Valencia, Bilbao, Barcelona y Madrid, los tentáculos de la promotora, que también cuenta en su haber con un sello discográfico y con la sala Razzmatazz, el templo del moderneo barcelonés, se extienden al negocio de los festivales.

Sólo para este año Sinnamon ha preparado seis citas distintas: el Forward, 9 y 10 de mayo en Madrid y Valencia; el Daydream, 12 de junio en Barcelona, que contará con la única actuación de Radiohead en nuestro país; el Summercase, 18 y 19 de julio en Madrid y Barcelona; el Creamfields con sus ediciones en Vigo y Andalucía el 2 y el 9 de agosto respectivamente y el Ola, que será el 15 de agosto en El Ejido (Almería).

Redondeando con la estrategia de integración vertical, Sinnamon ha creado además los Festipack, unos multiabonos que permiten ahorrar hasta un 20% del importe total si se acude a más de uno de los festivales organizados por la promotora.

Guerra abierta entre el FIB y el Summercase

La expansión de Sinnamon ha hecho estallar la guerra con el hasta ahora rey indiscutible de los festivales de verano incluso en el circuito internacional, el FIB. Benicàssim ve ahora peligrar su posición de liderazgo, sobre todo desde que la organización del Summercase cambiara su fecha para que ambos coincidieran. "Claro que nos hace daño, el Summercase tiene una línea editorial calcada a la nuestra y está provocando situaciones en las que no gana nadie y el único perjudicado es el público", critica González.

El FIB, amenazado por Sinnamon.

Pero el FIB no se quedó de brazos cruzados y contraatacó creando una edición madrileña del festival, el Saturday Night Fiber, que se celebrará el 19 de julio en la capital. Lo cierto es que en tres años de historia, el Summercase ha cosechado unos resultados de público nada desdeñables, pasando de los 54.000 asistentes de su primera edición a los 109.000 del año pasado, cifra que no queda muy lejos de los 150.000 que el FIB reunió el año pasado.

La nueva visión empresarial de los festivales ha degenerado en una lucha encarnizada por la contratación de artistas de primera línea. Según González, el cambio de fechas del Summercase ha tenido como consecuencia que el caché de los artistas aumente. "Los agentes nos utilizan para sacar más beneficios", resume.

Mientras, la guerra continúa: el lunes Sinnamon confirmaba la presencia de platos fuertes como Mogwai, 2 Many DJ's, Los Planetas, Kaiser Chiefs o The Kooks y ayer el FIB contestaba con Sigur Rós, The Kills, Death Cab for Cutie y un puñado de grupos españoles, casi desaparecidos de los grandes festivales de este verano, como Single, Facto Delafé y las Flores Azules y La Casa Azul.