Al Sadr vs Al Maliki: la guerra interna destroza Irak

MADRID.-  Casi cinco años de posguerra en Irak han permitido que los protagonistas en lid vayan alternándose: la lucha de extranjeros contra iraquíes dio paso al enfrentamiento nacional entre chiíes y suníes, que a su vez ha cedido el protagonismo recientemente a combates en el seno de la misma comunidad chií. ¿Cómo se ha completado este ciclo?

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Partidarios Al Sáder se manifiestan en Bagdad.

En la guerra entre chiíes, murieron ayer al menos 28 personas en Bagdad, según informó Reuters. La lucha que ha llegado hasta la capital desde Basora apunta hacia las primeras víctimas políticas. El primer ministro, Nuri Al Maliki, ha proclamado hoy, según recoge la misma agencia, que el clérigo chií Múqtada al Sadr tendrá que desmantelar sus milicias si quiere presentarse a las elecciones provinciales de octubre. El ejército de el Mahdi, las fuerzas armadas de Al Sadr, recoge la frustración de muchos chiíes pobres y con poco que perder. La amenaza de veto de hoy es el último coletazo de un conflicto interno que sigue minando la desestructurada sociedad iraquí.

Demostración de fuerza, manifestación de debilidad

Pasados los turnos EEUU contra Irak y chiíes contra suníes, tocaba la vez a la guerra entre chiíes.

Basora, al sur del país, acumula el 80% de las riquezas petroleras de Irak. Conociendo ese dato, es fácil comprender que hospede las luchas internas entre los propios chiíes. La noche del lunes 24 de marzo, Al Maliki anunció la operación 'Carga de Caballería'. Oficialmente, el objetivo de esta iniciativa era acabar con las mafias y la delincuencia de la zona. Jesús A. Núñez, director del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH), entiende la necesidad de una operación semejante, porque, según él, el ejecutivo chií tiene la necesidad de demostrar que es capaz de gobernar e imponer la paz y la justicia.

Sin embargo, el experto del IECAH no duda de que esta misión contempla, también, otra finalidad. Imponerse sobre una facción política que pretende disputarle cuota de poder y control económico. En la zona se enfrentan dos sectores chiíes. Por un lado, el Consejo Supremo Islámico de Irak (CSII), liderado por Abdulaziz al Hakim, partidario del gobierno y que lucha a través de la milicia Al Báder. Por otro lado, Múqtada al Sadr al frente del movimiento saderista y luchando a través del ejército del Mahdi. Aunque todos los análisis coinciden en que es la lucha interna por poder político y económico entre estos dos grupos lo que ha generado la violencia en los últimos días, oficialmente Al Sadr ha mantenido la tregua unilateral que renovó en febrero. De hecho, el clérigo ha ordenado a sus tropas que dejen de luchar en Basora. Sin embargo, Al Sadr lleva meses viviendo en Irán -supuestamente para continuar su formación religiosa y convertirse en ayatolá- y empiezan a ser frecuentes las voces que cuestionan su liderazgo sobre el Mahdi, tal y como plantea Núñez.

Así pues, la 'Carga de Caballería' debería haber sido una aplastante iniciativa que reafirmara al tándem Maliki-Al Hakim en el poder. Sin embargo, sólo ha demostrado la capacidad de resistencia de la milicia saderista, siendo necesaria incluso la intervención estadounidense para respaldar al protegido.

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Las tropas británicas han tenido que posponer su evacuación.

Libertad muy duradera...

1 de mayo de 2003. Casco en mano, uniforme e incluso paracaídas, Bush, con el disfraz de piloto al completo, sonreía y se hacía fotos con las tropas destinadas a Irak a bordo del portaaviones USS Lincoln, coronado con una pancarta que proclamaba el mensaje victorioso: "Misión cumplida". Casi cinco años después, las fotos que aparecen junto al presidente de Estados Unidos son las de los 4.000 soldados norteamericanos que han muerto en el conflicto.

La 'Operación Libertad' que inició la guerra en Irak debía durar apenas tres semanas. Si damos por bueno el calendario de Bush, podemos decir que se prolongó durante poco más de un mes. El caos, por tanto, no ha venido tanto con la guerra como con la posguerra.

Según Núñez, la lucha en Irak se prolonga todavía por una serie de errores cometidos por EEUU que el analista desglosó en una entrevista para radio Nederland. En primer lugar, los tropas norteamericanas soñaban con un recibimiento entre laureles como "salvadores de un pueblo oprimido", pero toparon con ciudadanos sometidos a un dictador sanguinario, pero que no deseaban el rescate salvador de la superpotencia. Además, los soldados estadounidenses no se esforzaron en frenar el saqueo que siguió al derrocamiento de Sadam. Por si fuera poco, desmantelaron el ejército iraquí y las fuerzas de seguridad en general. Además, Núñez acusa a Estados Unidos de haber despilfarrado millones de dólares en "acallar críticas y ganar aliados circunstanciales".

Precisamente el baile de aliados al que recurre EEUU puede ser la clave del desfile de fuerzas en auge en el interior del país. Para Núñez resulta evidente que los ejércitos invasores reforzaron a la comunidad chií para utilizarla contra Saddam Hussein, que era suní. Sin embargo, el director del IECAH nos cuenta que la estrategia actual de los norteamericanos mira de nuevo a los suníes, dotándoles de armamento, apoyo logístico y económico para que recuperen una cuota de peso político que mine las fuerzas chiíes. Como peso para equilibrar la balanza entre chiíes y suníes, EEUU utiliza a los kurdos, imponiendo incluso un presidente de esta etnia (Talabani es el primer no árabe que dirige un país árabe).

Haizam Amirah Fernández, investigador principal del Mediterráneo y Mundo Árabe del Real Instituto Elcano de Estudios Internacionales y Estratégicos, confirma el giro estadounidense hacia la comunidad suní, que se ha bautizado como 'El Despertar'. Aunque en un principio parecía ilógico, según explica este analista, a estas alturas parece innegable que Estados Unidos ha decidido apoyar a quienes tenía hasta hace poco como enemigos.

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Algunos analistas hablan de intereses en sustituir el conflicto palestino-israelí por otro suní-chií que evite la aparición de competidores a Israel.

En concreto, detalla Sánchez, el interés actual estadounidense por los suníes tiene una estrecha relación con Irán. El país vecino, de mayoría chií, ha visto muy fortalecida su influencia en la región con el caos iraquí. El auge de la nación persa, también incluida en el Eje del Mal trazado por Bush, no es visto con buenos ojos desde Norteamérica. De ahí que apoyen el retorno de las milicias suníes. Sin embargo, para el analista del IECAH esto "sería casi volver a la casilla de salida".

Un tablero de Risk

La guerra involucra cada vez a más jugadores. Los costes esperados oscilaban entre 50.000 y 60.000 millones de dólares, pero ya ha supuesto 3 billones de dólares, según el Nobel de economía Joseph Stiglitz. Sumando a esto la creciente cifra de estadounidenses muertos, son comprensibles los rumores que hablan de retirar 100.000 soldados antes de que acabe 2008.

Sin embargo, el repliegue estadounidense dejando un Irak dominado por los chiíes podría arrastrar problemas. Amirah especula que el avance del poder de esta comunidad podría generar una reacción desde naciones de mayoría suní (Arabia Saudí, por ejemplo) apoyando a los insurgentes iraquíes. De esta forma, para este analista no sería descartable un enfrentamiento "por delegación" en suelo iraquí entre Irán, respaldando a los chiíes en el poder, y Arabia Saudí, alentando a los suníes insurrectos. Un conflicto de estas características podría levantar ampollas en otros países de la región con diversidad confesional, como Kwait, Bahrein, Siria, Jordania, Egipto o los propios Líbano y Arabia Saudí (en la Provincia Oriental, rica en petróleo, el 75% de la población es chií).

De esta forma, las presiones de las potencias regionales tiran por tierra los propósitos evacuadores de las naciones occidentales. Reino Unido, que en octubre prometió reducir a casi la mitad su contingente militar en Irak, ha anunciado que mantendrá sus 4.000 soldados a raíz del deterioro de la situación en la provincia petrolífera de Basora.

Tal y como explica Amirah, la conflictividad en Irak está favoreciendo a Irán por la teoría de los vasos comunicantes: "si se aprieta por un lado, el líquido sale por otro", que es una forma de decir que mientras Estados Unidos esté ocupado en Irak, deja tranquilo al régimen persa (idéntica situación de la que se benefician otros países, como Siria).

Y en este contexto, ni Núñez ni Amirah se atreven a descartar la fragmentación de Irak. Aunque no la ven viable a corto plazo (porque no parece que a ninguna potencia le interese lo suficiente), aseguran que es difícil negar categóricamente ninguna posibilidad en la zona. Eso sí, ambos advierten de que una división nacional de tipo etnosectaria sentaría un peligroso precedente en una región llena de matices religiosos.