NUEVA YORK.- El grupo de expertos de la Brookings Institution consideró que el aumento de la influencia iraní en la región ha sido, sin lugar a dudas, el mayor fracaso de las estimaciones de la administración Bush sobre los efectos de la intervención estadounidense en Irak, cinco años después de la invasión.
El grupo de expertos de la Brookings Institution consideró que el aumento de la influencia iraní en la región ha sido, sin lugar a dudas, el mayor fracaso de las estimaciones de la administración Bush sobre los efectos de la intervención estadounidense en Irak, cinco años después de la invasión.
Así, al subestimar al régimen de Teherán, el Gobierno iraní ha fortalecido su posición en la zona, en el momento en el que han germinado las relaciones desarrolladas con los grupos opositores al fallecido dictador Sadam Husein, uno de los mayores adversarios de Irán. Estos grupos son chiíes y kurdos, que se han aprovechado del vacío político en Irak tras la caída de Husein.
Para muestra, un botón: mientras el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, fue recibido en Bagdad con los honores de un jefe de Estado; la llegada del vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney, a la capital iraquí, vino precedida de un despliegue de seguridad sin precedentes, bajo un manto de secretismo y a bordo de un avión con habitáculo reforzado para el descanso del vicepresidente en un país patrullado diariamente por 155.000 tropas estadounidenses.
"LA MÁS IRREAL DE LAS ESTIMACIONES" EN IRAK
En resumidas cuentas, el Brooking Institute considera que "de las muchas ilusiones y delirios estadounidenses relacionados con la guerra en Irak, las estimaciones sobre Irak han sido las más salvajemente irreales".
Bajo estas predicciones, Irak no ha sido la democracia liberal y secular anticipada por la administración Bush. Tal estructura política hubiera mantenido alejados a la oligarquía clerical iraní. En lugar de ello, "las desastrosas políticas de Bush han fomentado el desarrollo de un Irak sectario, que ha favorecido a los radicales iraníes".
El país es ahora, según el Brookings, un "agujero negro estratégico" que "sangra los recursos militares de Washington mientras amplía la supremacía política iraní sobre sus vecinos". Estados Unidos se ha equivocado al abordar las relaciones que Irán ha mantenido contra los sectores opuestos al régimen de Husein, con los que, si bien nunca han sido "clientes" de la república islámica, sí que han desarrollado "varios grados de intimidad" con Irán, estableciendo unos lazos que "superan de forma universal" la cooperación táctica que el Ejército estadounidense ha intentado entablar con las autoridades iraquíes.
Es, además, un caso en el que el nacionalismo --factor fundamental dentro de los cálculos estadounidenses-- ha pasado a un segundo plano. Las facciones iraquíes chiíes y kurdas han sacrificado parte de su apego a su identidad nacional en favor de una alianza con Teherán que ha permitido fortalecer sus posiciones.
Estados Unidos también ha fracasado a la hora de comprender la relación ideológica entre ambos países. En contra de lo que que se esperaba, Irán no ha realizado un esfuerzo salvaje para introducir la Revolución Islámica en el país de forma artificial y agresiva. En este caso, "Teherán se ha comportado de forma mucho más prudente, optando por apoyar un marco democrático que concede privilegios a sus aliados en Irak".
Al mismo tiempo, el grupo de analistas afirma que Teherán ha fortalecido a las milicias iraquíes, "a la hora de maximizar su posición dentro del país y obtener ventajas de su enfrentamiento con Washington.
EL INTERÉS "EXISTENCIAL" IRANÍ
La estrategia iraní en Irak desvela, según Brookings, un interés "existencial": asegurarse de que en Irak exista un Gobierno amigo, que no sea capaz de amenazar al régimen de Teherán, ya sea directamente o a través de la comunidad internacional.
Irán ha aprendido de la lección de la guerra Irán-Irak (1980-1988): la "persistente sensación" de que el país está amenazado por "una vulnerabilidad estratégica" que ha llevado a sus líderes a hacer todo lo posible para asegurar la supervivencia de la nación iraní, y del Estado islámico.
Ante lo que parecía ser el descalabro de sus primeras previsiones sobre Irán, el Brookings lamenta la actitud estadounidense ante la situación cada vez más problemática en el país. "La administración se refugió primero en la negación" y llegó a predecir "de manera absurda" que la transición en Irak terminaría "generando más distancia entre Teherán y Bagdad", según la organización.
De un tiempo a esta parte, el Gobierno estadounidense ha actuado con más agresividad para atajar la presunta relación entre el Gobierno iraní y las milicias iraquíes. Es un arma de doble filo, según el Brookings: por un lado, estas acciones son necesarias para "asegurar una mayor protección" para las fuerzas estadounidenses en Irak, pero por otro lado, impide a las autoridades iraquíes defenderse de las influencias extranjeras por sus propios medios.
"A largo plazo", explicó el Brookings, "los líderes iraquíes sólo comenzarán a diferenciarse de Teherán cuando sean capaces de asumir las dolorosas consecuencias que implica el hecho de gobernar y asuman una mayor responsabilidad a la hora de preocuparse por la seguridad del país".
DESINFORMACIÓN
Todos estos problemas se insertan dentro de un contexto mayor: la política estadounidense en Oriente Próximo, que básicamente ha consistido en convertir los problemas en ventajas a través de lo que la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, describió en 2006 como "el nacimiento de un nuevo Oriente Próximo" en el que Estados Unidos tendría un papel predominante.
Iniciativas como las del Diálogo de Seguridad en el Golfo o los encuentros del Consejo de Cooperación de los Estados Árabes del Golfo más Egipto y Jordania (GCC + 2) pretendían aprovecharse de las preocupaciones de los suníes árabes sobre la cada vez más palpable influencia iraní en la región. Estados Unidos recibiría el apoyo de los países del Golfo en su enfrentamiento contra Irán, y a cambio Washington se comprometería a apoyar el proceso de paz israelo-palestino.
Lo que hayan consegido estas iniciativas "todavía queda por determinar", según el grupo, que cita la violencia en los territorios palestinos desarrollada estas últimas semanas y que ha amenazado con destruir todos los progresos conseguidos en la pasada conferencia sobre O. Próximo celebrada el pasado mes de noviembre en Annapolis (Maryland). Y además, todos los Estados árabes han dejado claro que no van a formar parte de una coalición anti iraní, si bien han pedido a Estados Unidos, de forma extraoficial y según el Brookings, que Washington haga todo lo posible para solucionar el conflicto.
El grupo concluye que "no existe una bala mágica" que aminore "los reveses de los intereses estadounidenses inherentes a la ampliación de la influencia iraní en Irak". Teherán "ha aprovechado las oportunidades ofrecidas por el titubeante comportamiento de América en Irak" y, según Brookings, "el desafío de la próxima administración será reconocer la realidad de la dinámica regional y mantener la ventaja estratégica".
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Soitu.es se despide 22 meses después de iniciar su andadura en la Red. Con tristeza pero con mucha gratitud a todos vosotros.
Fuimos a EEUU a probar su tren. Aquí están las conclusiones. Mal, mal...
Algunos países ven esta práctica más cerca del soborno.
A la 'excelencia general' entre los medios grandes en lengua no inglesa.
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Son los cien primeros, como podrían ser doscientos o diez. Lo importante es el concepto. La idea de tener unos días para llevar a cabo la transición desde la oposición al gobierno. Del banquillo, a llevar el dorsal titular. Nunca tendremos una segunda oportunidad de crear una buena primera impresión. Y los cien primeros días son esa primera impresión. Veamos su importancia.
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