El conflicto entre China y Tibet visto desde la altura de Nepal

Tras una semana en la que los violentos disturbios en el Tibet se han convertido en la peor pesadilla de la China preolímpica, el foco de tensión se ha trasladado hoy viernes al vecino Nepal y a la comunidad tibetana en el exilio.

ADREES LATIF (REUTERS)

Escolares tibetanos durante una protesta en la sede de la ONU en Katmandú, Nepal.

Una veintena de escolares tibetanos escaló las vallas de la sede de la ONU en la capital nepalí, Katmandú, y desplegó una bandera con eslóganes independentistas.

El incidente sigue a la manifestación en contra de la represión religiosa protagonizada el jueves por monjes tibetanos en Lhasa, la capital de Tibet, frente a un grupo de periodistas extranjeros que China había invitado, dentro de su férreo control informativo, en señal de buena voluntad. La maniobra de gestión mediática, vistos los disturbios, no podría haber resultado peor para Pekín

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A menos de cinco meses del inicio de los Juegos, a China le preocupa enormemente que se produzca una reacción internacional contraria y argumenta que su respuesta a las protestas del Tibet ha sido razonable. Nadie ha hecho referencia a la violenta represión de manifestantes prodemócratas en la plaza de Tiananmen en 1989, pero es evidente que su sombra planea sobre las recientes revueltas.

"China asegura que la situación ha vuelto a la normalidad en Lhasa, pero la información que nos llega a nosotros indica que, fuera de la capital, en las zonas rurales del Tibet, se están viviendo escenarios muy violentos", dice el periodista británico Charles Haviland, en conversación telefónica desde Katmandú.

"Aquí en Nepal siguen las arrestos diarios de tibetanos. El lunes, las autoridades detuvieron a más de 400 y desde entonces cada día han detenido a decenas", cuenta Haviland. "A muchos se los están llevando simplemente por su apariencia física, así que el conflicto está adquiriendo una dimensión étnica preocupante. El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, que tiene su mayor delegación en Nepal, ya ha manifestado su aprensión a este respecto".

Resentimiento hacia los refugiados tibetanos

El Gobierno de Nepal ha venido respaldando las políticas de China, un vecino todopoderoso, que ha contribuido al desarrollo de las escasas infraestructuras del país y que Katmandú quiere cuidar diplomáticamente. "Además del apoyo de las autoridades nepalíes a China hay una corriente soterrada de resentimiento de los nepalíes hacia la comunidad de refugiados tibetanos. Les están haciendo la vida muy difícil", dice Haviland.

En todo caso, la pregunta obvia es qué tipo de estrategia piensa seguir China con respecto al Tibet. Las peticiones de los grupos de presión que respaldan la independencia de la región no reciben consideración alguna en Pekín.

"China quiere presentar ante el mundo la imagen de que está desarrollando al Tibet. Si miras al Tibet desde la frontera nepalí, la imagen es bastante llamativa porque, en efecto, se ven poblaciones que parecen pertenecer a un país más desarrollado que Nepal", explica Haviland. "Además, los chinos han construido una vía de ferrocarril que ahora atraviesa Tibet y conecta la aislada capital, Lhasa, con el resto del país". Pekín ha calificado esta obra ferroviaria, que costó más de 4.000 millones de dólares, como una herramienta vital para el desarrollo de la economía de la región, la más pobre de China.

Pero los analistas señalan que Pekín nunca podrá conquistar el corazón de los tibetanos con obras de ingeniería si continúa demonizando al Dalai Lama. Sin embargo, la retórica y los actos del gigante chino no se suavizan y pocos observadores creen que el país de Mao esté dispuesto a hacer concesiones.