Fieles abarrotan la Catedral de Quito para asistir al Arrastre de Caudas

Quito.-  Miles de fieles abarrotaron hoy la Catedral de Quito para asistir a la Reseña o Arrastre de Caudas, una tradición funeraria de las legiones romanas que se mantiene en ritos católicos de la Semana Santa en Sevilla, Lima y la capital ecuatoriana.

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El miércoles de la Semana Mayor, los canónigos de Quito, cubiertos por largas capas que llegan a los nueve metros, y capuchas negras, asumen los pecados y el arrepentimiento de los fieles católicos para llegar a la redención de Cristo, explicó a Efe el deán de la Catedral, monseñor Hugo Reinoso.

La ceremonia reproduce el funeral del general de una legión romana, en el que el sucesor del fallecido pasa revista a la tropa y, con el batir de la bandera sobre ellos, les transmite su fuerza y su valor, señaló el deán.

Los ocho canónigos y obispos auxiliares, algunos de avanzada edad, se presentaron hoy cubiertos por los ropajes fúnebres y acompañados por tres acólitos cada uno, con el fin de repetir esta centenaria tradición de la España del siglo XVI, que pervive en el Ecuador del tercer milenio con la ceremonia de la Reseña.

Tras ellos, el arzobispo de Quito, monseñor Raúl Vela, recubierto de capa y capucha de color púrpura, ocupó la silla principal tras el altar, desde donde presidió la ceremonia, que se desarrolló mientras se entonaba el himno "Vexilla Regis" o "La Bandera del Rey".

Cada estrofa del himno supone un paso en la ceremonia, en la que los canónigos recorrieron con parsimonia las naves laterales de la Catedral para acabar postrándose en el coro bajo del templo.

En su procesión por el templo, que se mantuvo iluminado por numerosas velas portadas por los fieles, el arzobispo siguió a los canónigos bajo palio, con un crucifijo en el que se guarda una reliquia del "Lignum Crucis".

Una vez en el altar, el arzobispo tomó en sus manos una gran bandera negra con una cruz roja, el Lábaro o Bandera de Cristo, y la ondeó, antes de desplazarse hasta el coro bajo, para batirla sobre los canónigos postrados en el suelo.

Finalmente, con el asta del Lábaro, el arzobispo dio tres golpes en el suelo, lo que hizo que los canónigos se incorporaran, se desprendieran de las largas caudas negras y entonaran la estrofa final de alegría del "Vexilla Regis", una vez llegado el momento de la redención.

Tras el Arrastre de Caudas, se rezaron las vísperas del Jueves Santo y la ceremonia finalizó con la bendición a los fieles por parte del arzobispo Vela, con la reliquia del "Lignum Crucis" de la Vera Cruz de Cristo.

Durante el año, las grandes caudas de seda y terciopelo de la Reseña están guardadas y custodiadas por las religiosas sacramentinas que atienden la Catedral, indicó monseñor Reinoso.

Las monjas sacan las capas pocos días antes de la procesión del Miércoles Santo, cuidadas en extremo, hasta el punto de que algunas superan los 70 años y "no se ha mandado hacer ninguna nueva desde hace más de 30 años", agregó el deán.