Entre cocos y autostop

FORT DE FRANCE (MARTINICA).-  Resulta peculiar que para salir de la ciudad para dirigirte a una de esas playas paradisíacas de postal tengas que tardar unas 4 horas en recorren 50 km. Soy consciente de que el tiempo en el caribe se mide de otro modo pero aun así me parece demasiado.

M. T Rodríguez

Antes de llegar aquí, nunca habría pasado por mi cabeza la idea de esperar pacientemente y con cara de buena persona en el arcén a que algún bondadoso decidiera compartir su trayecto. Bien por miedo infundado, por la seguridad de que afortunadamente existe el transporte público, o porque no es práctica habitual por lo menos en España y ya nadie se fía ni de su sombra.

Pues sí, en Martinica "se fía", como en esos ultramarinos de barrio. Porque está comprobado que no se puede ser independiente. Por lo menos para mí la independencia no es hacer autostop, ni tener que estar en casa antes de las seis de la tarde, ya que sino pierdes el último 'taxico' y entonces sí que estás perdido. Que por la noche todo gira 180º y se deja de fiar.

Es chocante que a los franceses no les gusten los autobuses como medio de transporte público, con excepción del tren, del que están profundamente enamorados. Pero por mucho que viajar en locomotora sea infinitamente mejor que en autobús, hay trayectos que resultarían absurdos, o no sólo eso, sino que se paga la diferencia. Viajar en tren sigue siendo una cuestión de bolsillo. Sin embargo, debido a su pequeñez y topografía, esta isla no goza de este medio.

Martinica, como buena región francesa 'ultraperiférica', cuenta con la ausencia de autobuses públicos interurbanos. Lo que más se le parece es el ya nombrado taxico. Hablo de una furgoneta con siete plazas que debe completar su aforo para emprender el viaje. ¡Lo siento si llegaste el primero! 'Ley antillesa'… Los 'taxicos' liquidan la jornada a las seis de la tarde los días laborables, los sábados a las doce de la mañana y los domingos sencillamente toca inventárselos. Resultado: te ves obligado a hacer autostop.

Mi único objetivo era llegar a una de las playas turquesa de postal. Lo que en principio hubieran sido unos 45 minutos, se convirtieron en 4 horas de viaje divididas en cuatro recorridos y mira que al ser mujer no dudan mucho en preguntarte hacia dónde te diriges.

Pero su práctica llega a ser una anécdota cotidiana para todos los gustos: que te coja un autobús escolar vacío, un productor de cine y terminar como extra en su película, viajar entre piñas y cocos con el frutero, o montarte con un hombre lo suficientemente caluroso como para no llevar ni una prenda de cintura para abajo…Sólo un consejo. Si eres chica, ¡no le cuentes a tu madre que haces autostop!