América Latina vive los primeros siete días de marzo al rojo vivo

Bogotá.-  América Latina vivió los últimos siete días una de las peores crisis de su historia reciente, con el eco lejano de los "tambores de guerra" y sin una solución definitiva en el horizonte, pese a los esfuerzos de todos los organismos regionales.

ampliar foto

(EFE)

El presidente de Ecuador, Rafel Correa (d), que quiere garantías de que no se repetirá un ataque como el del sábado, llegó a decir que sin esa condena, a la OEA "habrá que tirarla al basurero de la historia".

El ataque colombiano del pasado sábado a un campamento de las FARC en Ecuador no sólo dejó una veintena de muertos, incluido el número dos de esa organización guerrillera, "Raúl Reyes", sino una América Latina dividida y enfrentada.

La palabra "guerra" ha sonado en declaraciones y comentarios de las partes implicadas y de otras que no lo son, como el ex presidente de Cuba Fidel Castro, que ha respaldado a Ecuador sin atacar a Colombia en tres "reflexiones" dedicadas al asunto.

Colombia, cuyo presidente, Álvaro Uribe, ha pedido "perdón" por violar la soberanía ecuatoriana pero a la vez defiende la acción por la necesidad de acabar con el terrorismo, ha quedado sin relaciones diplomáticas no sólo con Ecuador, sino con Venezuela y Nicaragua.

Estos dos países han tomado la "agresión" como si hubieran sido sus propios territorios los invadidos en solidaridad con Ecuador, lo que ha hecho que un conflicto que empezó siendo bilateral haya cobrado una dimensión mucho mayor.

Ni la resolución aprobada este miércoles por el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA), ni la Comunidad Andina, a la que pertenecen Colombia y Ecuador, ni el Grupo de Río, que tiene a los cuatro implicados entre sus miembros, han logrado hasta ahora detener la escalada de la tensión.

Tampoco han tenido eco los llamamientos al diálogo y la paz de las Naciones Unidas, la Unión Europea y numerosos países y personalidades.

Lejos de bajar el tono, los implicados lo han ido subiendo, como quedó en evidencia en la XX Cumbre del Grupo de Río, que se celebra hoy en Santo Domingo en medio de una gran expectativa por la coincidencia de los presidentes de los cuatro países en conflicto.

"Esta es sin duda la situación más difícil que se da en nuestro hemisferio en épocas recientes", declaraba este jueves a Efe Samuel Lewis, canciller de Panamá, el país que encabezó el grupo de trabajo que buscó el acercamiento entre Colombia y Ecuador para que consensuaran la resolución de la OEA.

Pese a que el consenso se logró y los representantes de ambos países en la reunión se felicitaron por ello, al día siguiente el presidente de Ecuador, Rafael Correa, lamentó que no se hubiera incluido en el texto una condena explícita a Colombia por la incursión en Ecuador y arremetió contra su colega Uribe.

Correa, que quiere garantías de que no se repetirá un ataque como el del sábado, llegó a decir que sin esa condena, a la OEA "habrá que tirarla al basurero de la historia".

Esas declaraciones las hizo en Managua, antes de reunirse este jueves con el presidente nicaragüense, Daniel Ortega, quien poco después anunció la ruptura de relaciones diplomáticas con Colombia.

Ecuador había tomado esa misma decisión el 3 de marzo, y Venezuela, cuyo presidente Hugo Chavéz ha vinculado a Estados Unidos con la operación colombiana contra las FARC desde el comienzo, lo hizo incluso antes.

El 2 de marzo Chávez ordenó el cierre de su embajada en Bogotá y al día siguiente la expulsión del embajador colombiano en Caracas, lo que deja técnicamente a Venezuela y Colombia sin vínculos diplomáticos.

Además, Chávez movilizó diez batallones a los límites con Colombia, ordenó cerrar la frontera para las actividades comerciales y amenazó con nacionalizar empresas colombianas.

Tras el ataque del pasado sábado, Correa, que también militarizó la frontera con Colombia, emprendió una gira para recabar apoyo para su país, que le llevó a Perú, Brasil, Venezuela, Nicaragua y Panamá, antes de asistir en Santo Domingo a la cumbre del Grupo de Río.

Uribe, que recibió el "apoyo total" de Estados Unidos, se volcó en cambio en divulgar desde su país el contenido de las computadoras halladas en el campamento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) atacado el uno de marzo.

Según el Ejecutivo colombiano, en esas computadoras hay pruebas de que los gobiernos de Correa y Chávez tienen nexos con la principal guerrilla colombiana e incluso de que Venezuela financió a las FARC con 300 millones de dólares, lo que ha sido calificado de "patraña" por los aludidos.

Uribe también anunció que demandará a Chávez ante la Corte Penal Internacional por genocidio y financiar terroristas.

El Gobierno ecuatoriano reconoció que tuvo contactos con Raúl Reyes con vistas a lograr la liberación de algunos de los secuestrados por las FARC y que la operación colombiana los frustró.

Miembros del Gobierno de Correa llegaron a decir incluso que Uribe estaba al tanto de esos contactos, lo que este ha negado.

Lo que si admitió Uribe hoy en la XX Cumbre del Grupo de Río, donde ambos hablaron de sus diferencias de frente, sin tapujos y acaloradamente es que no le avisó con antelación a Correa del ataque contra el campamento, porque, según dijo, si lo hubiera hecho la operación habría fracasado.

El presidente ecuatoriano, por su parte, acusó a Uribe de ser el causante de la inestabilidad en la región, de no controlar sus propias fronteras y de ser "insolente" y tener ánimo guerrero, y reiteró su petición de establecer una fuerza de paz en la frontera bilateral.

La escalada verbal ha eclipsado por ahora los intentos de buscar una solución definitiva.